A romper paradigmas. ¡Seamos desobedientes! Autor: Iván Uranga

Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes,
que humillan nuestra conciencia y violan nuestro sentido común

Eduardo Galeano

¿Qué es un paradigma?
¿Cómo nace un paradigma?
Colonización mental
Prejuicios y sarcasmos
El nosotros como bien común.

Un paradigma es la manera de hacer las cosas, el modo, el modelo, el ejemplo a seguir, viene del griego parádeigma que en esencia se refiere al dogma ya probado, como tienen que ser las cosas. Toda nuestra vida está construida de paradigmas, producto de las miles de generaciones anteriores a nosotros, paradigmas que se han reproducido tanto de forma genética como cultural; nuestras características humanas, nuestras capacidades observadas, nuestros modos de comportamiento y hasta nuestra forma física se fue moldeando por lo que nuestros ancestros creyeron que debía ser, como tenía que ser, lo que podíamos y lo que no se podía hacer. Cada nueva generación trae ya mucha carga genética pre-programada que se suma a las características culturales y ambientales de nuestro entorno, por lo que a partir de ahí, cada ser humano cree que decide que hacer. Los seres humanos tenemos por lo menos 40 mil años de existir y existen afirmaciones que nos hemos cuestionado tan sólo hace 100 años, por ejemplo estas afirmaciones que fueron “ciertas” muchos años:

  • La mujer desde que nace está destinada a atender la casa, deben jugar con muñecas (para entrenar su maternidad), vestir de rosa (ser llamativa para la fertilidad), ayudar a la madre en la casa (entrenarse para servir), casarse, tener hijos, cuidarlos y morir.
  • El hombre desde que nace está determinado a procurar a la familia, a jugar brusco (para entrenar su fuerza y establecer su rol social), ayudar al padre en su trabajo (para aprender a producir), casarse, tener hijos, mantenerlos y morir.

Digamos que esos son paradigmas básicos, pero existen millones de ellos en cada una de las cosas que hacemos y cómo las hacemos, en lo que pensamos y cómo lo pensamos, en lo que sentimos y cómo lo sentimos; piense por un momento y pregúntese:

¿Por qué y para qué vestimos así, por qué las faldas, por qué los pantalones, por qué los zapatos, para qué sirve una corbata o los aretes?

¿Por qué y para que comemos así, por qué la carne, por qué tomamos refresco, para qué sirve una cerveza, o la comida rápida?

¿Por qué y para qué trabajamos así, por qué buscamos trabajo, por qué necesitamos un patrón, para qué trabaja?

¿Sabe usted por qué es así como es? ¿Por qué piensa lo que piensa? ¿Por qué siente lo que siente?

La forma en la que habla y como habla, las palabras que elige, lo que dice y como lo dice, la forma en la que viste y como viste, la forma en la que come y lo que come, cómo duerme y dónde duerme, cómo se asea y dónde se asea, cómo defeca y dónde defeca, cómo habita y dónde habita, cómo piensa y lo que piensa, han sido determinadas por otros, que a lo largo de miles de años por ensayo y error, por sobrevivencia, conveniencia o simple comodidad, fueron decidiendo el mejor modo de vivir, de pensar y de sentir.

Y así nacieron las costumbres y cómo debemos de relacionarnos, cómo debe ser un noviazgo, una boda, un matrimonio, una madre, un padre y una hija o un hijo y todo aquel que se le ocurra hacerlo diferente está mal y va a ser señalado por su sociedad, si la madre no es fiel y amorosa, el padre trabajador y tiene una amante, el hijo o hija obediente y estudioso entonces será criticado aunque todos sepamos que no existe este modelo de familia y que fue inventado para el control de los desposeídos.

Lo que propongo que nos preguntemos primero es: ¿Usted cree que el mundo debe cambiar? ¿Usted quiere ayudar a cambiar el mundo? Si su respuesta es afirmativa, para cambiar al mundo debemos de cambiar nosotros ¿Pero cómo iniciamos el cambio?

Einstein decía que este mundo como lo hemos creado es producto del pensamiento humano, por lo que no puede cambiar si no cambiamos nuestra forma de pensar, entonces el primer paso para cambiar sería cambiar nuestra forma de pensar y sólo lo lograremos rompiendo paradigmas, pero…

¿Cómo nace un paradigma?

Hace algún tiempo un grupo de científicos hizo un experimento para determinar cómo es que nace un paradigma, y en una jaula encerraron a 5 monos y en el centro de la jaula se colocó una escalera y al final de la escalera se puso un manojo de plátanos o bananas, cada vez que un mono llegaba a tocar los plátanos, los científicos dejaban caer un chorro de agua fría sobre los otros monos, repitieron la acción hasta que cansados los monos de ser mojados con agua fría, cada vez que uno de ellos intentaba subir la escalera para tomar los plátanos, los demás lo golpeaban, hasta que ya ninguno de los monos quiso tocar la escalera, entonces los científicos remplazaron a uno de los monos por uno que nunca había sentido el agua fría como castigo por intentar tomar los plátanos, su instinto lo llevó a intentar subir por los plátanos y al llegar a la escalera los demás monos lo golpearon y lo golpeaban cada vez que lo intentaba, hasta que desistió de hacerlo, y así de uno en uno y poco a poco los científicos fueron cambiado todos y cada uno de los monos que originalmente recibían el castigo del agua fría, hasta que dentro de la jaula quedaron 5 monos que nunca habían recibido el agua fría por intentar subir por los plátanos, pero ya ninguno lo intentó porque para todos ellos tocar la escalera era malo.

Les contaré una historia para ejemplificar un paradigma muy simple; en una fiesta familiar a la que fui invitado, vi cómo mi amiga antes de poner los pescados en su enorme sartén les cortaba la cola, como soy un metiche profesional y nunca me gusta quedarme con dudas, le pregunté ¿por qué le cortas la cola al pescado? Ella me contestó que porque su mamá siempre se la cortaba, fui con la mamá que estaba presente en aquella reunión y le pregunté ¿por qué le corta la cola al pescado? Y ella me respondió que porque su mamá así le enseñó, cuando llegó la abuela no perdí la oportunidad de preguntarle ¿por qué le corta la cola al pescado? A lo que ella me respondió “es que mi sartén es muy pequeño”. Imagine mi amable lector o lectora cuántos sartenes pequeños carga en su vida.

Nosotros al igual que mi amiga o los monos cada una de nuestras acciones ha sido condicionada por otros, que durante miles de años decidieron por todos qué es lo bueno y lo malo y usted y todos los demás ahora no tenemos la menor idea de por qué hacemos lo que hacemos, pero de todas formas lo hacemos, porque se ha convertido en nuestra realidad y no nos cuestionamos si se puede hacer de otra forma, aunque no estemos a gusto con la vida que tenemos nos aferramos a creer que nuestra visón, nuestra realidad, nuestra verdad, nuestra forma de ver la vida, es “la forma” y somos capaces de justificarla bajo cualquier pretexto o sin él, simplemente diciendo “así soy”, como si tu persona y tu personalidad se hubiera dado por generación espontánea. La religión es el mejor ejemplo de los paradigmas impuestos, porque te dan la versión de vida que debes llevar y en que debes creer sólo porque sí, porque así son las cosas, porque así debe ser, porque un dios que nadie ha visto así lo dijo y no tienes que cuestionar nada, sólo creer.

Colonización mental

Cuando llegó el cristianismo a América, cada nación y grupo humano tenían sus propios paradigmas y creencias, por lo que los conquistadores “tenían que civilizar” a los pueblos y “por su bien” fueron convertidos a la religión cristiana por la fuerza y al igual que los monos cada vez que se hacía un ritual que no fuera cristiano era castigado por la fuerza bruta; cada vez que uno se resistía a ser convertido se le mataba, hasta que todos “decidieron” que la religión de los conquistadores era la mejor, con la religión llegó la forma de gobierno y la forma de comerciar y de trabajar a la que ahora llamamos capitalismo, en donde debíamos trabajar para los que se apropiaron de nuestras las tierras por la fuerza y si se intentaba una forma diferente que no convenía a los intereses personales del conquistado, esta era reprimida, hasta que al igual que los monos, todos decidieron que el despojo y la explotación era la forma correcta de hacerlo y ser pobre era garantía de ir a ese cielo que nadie conoce, en donde un dios que nadie conoce, te llevaría a una vida eterna después de la muerte en un paraíso que nadie conoce; así que sufrir, ser pobre y servir es la mejor forma de vivir.

Ese discurso de hacerlo “por su bien” ha sido la forma más común de implantar paradigmas mediatizadores en todas las generaciones, desde las religiones, los gobiernos, los patrones y los padres reprimen nuestras inquietudes e intenciones naturales de buscar una mejor forma de hacerlo y nos imponen lo que ellos creen que es por nuestro bien, y todo aquel que lo hace o es diferente está mal y así es como nacen los prejuicios y pre-juzgamos a todos los demás y a todo lo diferente, ningún ser humano cuando nace tiene prejuicios, ni discrimina, ni odia, ni es racista, ni es clasista, ni es misógino, ni homofóbico, ni aporofóbico (repudio a los pobres), ni machista, ni sexista, ni xenofóbico, ni gerontofóbico (repudio a los ancianos). No nacimos con ninguna fobia, rechazo o miedo al otro u otra diferente a nosotros, todos nuestros miedos u odios fueron transmitidos por otros y aprendidos.

Prejuicios y sarcasmos.

Y en el colmo de nuestros prejuicios inventamos formas creativas y sarcásticas a la hora de ofender e insultar a todo aquel que es diferente, lo hemos integrado tanto a nuestra cultura que los programas en televisión y de internet con más audiencia, en las redes sociales, los “youtubers” o los influencers de Twitter, Facebook e Instragam son aquellos que usan un lenguaje ofensivo y discriminatorio. En México la Encuesta Nacional de Discriminación presentada hace unos días por el Inegi, la UNAM, el Conapred y el Conacyt, nos dice que 20% de quienes tienen más de 18 años han sido discriminados en el último año, lo que lo convierte en un problema de salud social en nuestro país, pero por lo menos el actual gobierno no ha entendido la necesidad de impulsar la Integración Social como eje de acción política para crear una cultura del respeto y optó por impulsar una Cartilla Moral que nos llama a la tolerancia, y no al respeto, porque el respeto necesita pasar por el entendimiento y la tolerancia sigue siendo un acto de fe, la tolerancia no es un valor porque el “tolerar” presupone contener tu sentimiento y tu pensamiento sobre el otro y nadie debe tolerar a nadie, lo que necesitamos es respetarnos, es decir “entender” al otro para respetarlo respetándonos.

Cada una de nuestras formas culturales sarcásticas después de la conquista son actos de resistencia cultural ante la tolerancia obligada y no es sólo el albur, el doble sentido, los corridos, las calaveritas o los cartones políticos; nuestras resistencias culturales son mucho más profundas y abarcan desde nuestros rituales como la danza de santiagueros o chinelos y muchas otras que ridiculizan los rostros y ritos de los españoles, así que nunca ha funcionado realmente la imposición de la estructura moral de otro como pretenden hacerlo con su Cartilla, que sólo es otra intentona de conquista moral (imponer otro paradigma) de quien ostenta el poder como ha sido siempre, en lugar de impulsar el entendimiento y respeto del otro a partir de conocernos integrándonos como grupo social; ahora el gobierno reparte millones de cartillas morales, mientras el repudio al otro directo o a través del exitoso sarcasmo social va en franco incremento.

Debemos entender que no existe evidencia científica o posición ética que permita sostener que alguien es superior a otro. Lo único que nos hace diferentes física y mentalmente es nuestro medio y nuestras creencias porque nuestro ADN es el mismo desde hace 200 mil años. Lo que somos ahora es producto de los 10 mil seres humanos que sobrevivieron a la catástrofe climática de hace 80 mil años, causada por fenómenos naturales. La humanidad es una y será así hasta la próxima catástrofe climática ahora provocada por la propia humanidad.

El nosotros como bien común.

Si queremos romper los paradigmas impuestos y proponer nuevas formas de ser, de vivir, de pensar y de hacer las cosas, desde donde puedo ver, el camino comienza cambiando el yo por el nosotros, dejar de pensar en mi beneficio personal y comenzar pensar en el beneficio colectivo, no sólo para los humanos sino para todo lo vivo en el planeta. El pueblo Zulú en África de donde somos originarios todos genéticamente,  tienen una forma muy peculiar de saludarse cuando se encuentran con otro, lo primero que se dicen es Ubuntu que significa “soy porque somos”. Si todos entendiéramos esa máxima zulú tendríamos una sociedad diferente, porque entender que somos porque el otro existe es el principio de la ruptura total de los paradigmas que nos han llevado a esta sociedad egoísta, violenta, discriminatoria y miserable en donde millones de seres humanos viviendo juntos compartimos una sola gran soledad colectiva que solo podrá transformarse haciendo plena consciencia sobre todos y cada uno de nuestros sentimientos, pensamientos y sobre todo nuestras acciones, porque ellas van modulando nuestro nuevo pensamiento.

Pondré un ejemplo que para mí es muy claro, llevamos décadas discutiendo si el aborto es bueno o es malo; desde mi punto de vista ha sido una discusión absurda y pre-programada por los mismos paradigmas, porque en esencia nos han hecho creer que podemos y debemos decidir y opinar sobre la consciencia del otro, cuando lo que deberíamos garantizar es que ni el Estado, ni la sociedad, ni los grupos, ni los individuos pueden , ni deben violentar de ninguna forma la consciencia del otro, mientras ese otro no afecte o transgreda los derechos de los demás, y eso implica el respeto total a las decisiones sobre el cuerpo del otro, así sea su sexualidad, un tatuaje, un aborto o la eutanasia.

Y si mis lectores masculinos piensan que tienen algún derecho de decisión sobre “su hijo” por nacer les pido que reflexionen sobre esto: el aborto ha existido, existe y existirá siempre, la única diferencia es si se pone en riesgo la vida de la mujer por pobreza, porque la mujer que tiene dinero se lo hace de forma segura y no puede ser nunca una decisión masculina porque nosotros “siempre abortamos” no sólo cuando se abandona a los hijos, también en el cotidiano, cuando abandonamos la crianza y la formación, y desde el momento de la concepción nuestra baja inversión no es comparable con la mega inversión de una mujer a un hijo que tomará de su cuerpo lo que necesite y estará a su disposición por muchos años, y la sociedad le inculcará el paradigma de que sea hasta la muerte. Por condición biológica y cultural a una mujer un hijo le cuesta la vida. Así que es decisión de todas y cada una de ellas si tendrán un hijo o no, por lo menos mientras terminamos de evolucionar como especie y los hombres podamos parir.

Todos a desobedecer cualquier injusticia, a romper paradigmas, a romper esquemas, cambiemos el modo, la forma, el cómo, necesitamos cometer nuestro propios errores, para transformar nuestro mundo, necesitamos imaginar muchos mundos, si no existiéramos seres humanos que pensamos que las cosas pueden ser de otro modo, seguiríamos siendo monos. La rebeldía es el principio del cambio, pero no es el cambio. Construye, atrévete, todo es perfectible, todo es cuestionable, otro mundo es posible.

La vida es una construcción consciente.
Iván Uranga
@CompaRevolución
iuranga@cnpm.mx

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