“La moral es un árbol que da moras,
o vale para una chingada”
La célebre expresión del General Gonzalo N Santos ex gobernador de San Luis Potosí sintetiza lo que han sido los valores de la clase gobernante en la historia de México. Ahora el gobierno de la República nos convoca a elaborar una constitución moral que será “una guía de valores que sirva como pacto colectivo para rescatar valores y estimular mejores patrones de conducta”.
Es un tema de fundamental importancia, porque si lo que se pretende es un cambio de régimen, (como se ha dicho) los valores son los principios de la Nación donde tendría que sustentarse todo quehacer humano en nuestro territorio, es la actitud de las personas dentro y fuera de las instituciones. Es el código entre los amigos de lo que se valía o no se valía al jugar, en la escuela o con las novias o lo que nos decían nuestras madres al salir de casa: “pórtate bien, no quiero quejas”, porque sobrepasar el límite representaba seguro una cita con la chancla justiciera. No está escrito, pero todos lo sabemos.
Podría pensarse que una norma así, atentaría contra la Libertad, pero cuando los seres humanos decidimos coexistir, siempre se cede algo de nuestra libertad para conciliar entre tantas individualidades, así es como surgieron las leyes, pero las leyes pueden ser y son burladas por “la conducta humana”. Eso es lo que necesita un cambio.
El primer problema que enfrenta esta iniciativa es pretender “rescatar” valores. Los valores son propiedades, cualidades y características positivas de los seres humanos, es decir, convicciones profundas que fundamentan el quehacer humano, están ahí, son una parte intrínseca de nosotros que no se pueden rescatar, pero es necesario que los hagamos conscientes en nuestras decisiones y acciones.
En la actualidad cada valor universal tiene su reinterpretación en la moral, los principios y la ética, esta confusión conceptual es el principal problema para entender los valores, porque se piensa que conceptos como “la lealtad” o “la obediencia” son valores y no principios de los individuos, incluso la “solidaridad” no es un valor, porque significa “hacer tuya la causa del otro” y si el otro es un fascista tu acción atentaría contra los valores.
Para poder entender esto desafortunadamente sólo la experiencia humana nos da una aproximación al verdadero sentido del valor; cuando sacas de un incendio primero al perro que a la pantalla plana es porque a pesar de nosotros y de la globalización, somos seres humanos.
En la tesis presentada en la Cumbre por la Tierra, y que retomamos en las Primeras Jornadas de Actualización Criminológica en México, afirmamos que los valores deben entenderse en por lo menos cuatro bloques: valores, moral, principios y ética.
Los valores universales son aquellos con los que todas las sociedades están de acuerdo y que no requieren un valor anterior para que los sustente, por ejemplo la vida, el amor, la convivencialidad, el respeto, entre otros. Estos son permanentes y atemporales. Es decir, definen lo “qué es lo bueno”
La moral, son normas de convivencia social que histórica e irresponsablemente se dejó en manos de la religión y que quién ostente el poder (político, religioso, militar o económico) intenta regular a través de leyes ya sean sociales o divinas. Son locales, cambiantes y temporales. Es decir, define “qué es lo que quien tiene el poder cree o quiere que sea bueno”. Por ejemplo, en San Luis Potosí no están permitidos los matrimonios entre parejas del mismo sexo y en la CDMX sí. Decía el maestro Carlos Monsiváis que la moral es la que nos prohíbe hacer todo lo que nos gusta hacer. (Aquí pueden ver lo que dice el maestro Monsiváis sobre el tema analizado a través de “La Familia Burrón”)
Los principios son los valores particulares de cada individuo que se fundamentan de inicio en el seno familiar, son inconscientes o conscientes, determinan su pensamiento, su creencia y su actuar. Es decir, definen “lo que cada quien cree que es bueno”, por ejemplo hay quien se “cura” la presión con Coca Cola, aunque esté demostrado que reduce la masa encefálica.
La ética es el estudio de valores específicos para el funcionamiento personal y social, es “el deber ser”. Es hacer consciente “qué es lo bueno o lo malo del comportamiento individual dentro de la sociedad y sus instituciones”. Es propia de la personas, no de las instituciones, no puede existir un gobierno ético, pero sí servidores públicos éticos. La principal función de la ética es construir buenas personas. Y de la política (como valor social), debiera ser construir buenas instituciones. Es decir, el problema de la corrupción en México es un problema ético y político.
La “doble moral” es parte de nuestra miseria antropológica, es nuestro principal mecanismo de resistencia cultural cuando nuestro espíritu es sometido. Es sobrevivencia pura, se niega a sí misma pero está ahí desde antes del hispanismo viva y cambiante. Sus códigos son transmitidos a través de dichos populares, historietas, cartones, pintas, cantos y danzas, corridos, programas cómicos, chistes. Es el México del doble sentido, del albur, donde el humor se trasforma en escuela y nos dice qué se “vale” y qué no se “vale”. Aquí es donde se gesta también la violencia interna, el abuso, la corrupción, es el “ayúdame a ayudarte”, “ponte guapo”, “acéitame la mano”, “lo dejo a su criterio”, “¿cómo nos arreglamos?”, “con dinero baila el perro”, “el que paga manda”, “no importa que robe pero que salpique”, “no quiero que me den, sino…” “Un político pobre es un pobre político” y miles de dichos que tienen que ver con el comportamiento real de las sociedades. Incidir en ello sólo es posible con ejemplo. El único elemento que educa por sí mismo es la congruencia.
El trabajo es lograr que todos los valores universales no se transformen, que la honestidad sea honestidad en la moral, los principios y la ética. (Aquí pueden ver cuadros comparativos de la estructura valorativa)
Otro problema es que el tema no ese puede decidir por mayorías, porque está en el ámbito de los derechos humanos y de la ética. No he conocido a nadie en el mundo y no creo que exista, quien no haya robado algo en su vida (aunque sea el cambio del mandado) y conozco personas en prisión por robar un litro de leche, la única diferencia de ser ladrón o no, es que te sorprendan y no porque todos robemos “está bien” hacerlo. ¿Quién no escuchó a su madre decir: No quiero un hijo ingrato? ¡Pues he ahí la raíz de la corrupción! Nos educaron para pagar favores, pero el favor corrompe el futuro, por pagar un favor somos capaces desde mentir, contratar a un inepto, dejar la educación en manos de las televisoras, y hasta perdonar a ex mandatarios injusticias, crímenes y despojos.
La percepción de lo bueno, lo malo y lo feo ha sido trastocada por las culturas occidentales y difundida a través de los medios como la televisión, este falso sentido valorativo es la causa de que 99.9 por ciento a los que se les aplica la ley, sean personas feas y pobres, porque los bonitos, los bien comidos y los pudientes están por encima de ella. Si se supiera que la policía secuestró, torturó, le arrancó el rostro e incineró hasta las cenizas a un solo estudiante rubio de ojo azul del Tec de Monterrey, en lugar de 43 indígenas normalistas, el Estado mexicano se habría colapsado hace 50 meses.
La Cartilla Moral de Alfonso Reyes de 1944 es obsoleta para lo que somos ahora. La única Constitución Moral posible es la congruencia. Necesitamos una re-evolución ética y política, que cimbre a todo aquel que viva del erario y a todos los miembros de las instituciones políticas. Cero tolerancia y sin impunidad. Políticas públicas que permitan la justicia, la equidad, la salud, la libertad, la paz, la solidaridad y la ternura. Nosotros, el pueblo, entendemos con hechos. No detengamos esto, hasta que la dignidad se haga costumbre.
La vida y la matria, son y deben ser, una construcción consciente.
Iván Uranga
Nota: La página http://www.constituciónmoral.mx/ dispuesta para subir las propuestas a partir del 3 de diciembre no está en funcionamiento aún.