El Ejército siempre es el último recurso.
Autodefensas, súper-policía de 400 mil elementos, según la ONU.
Con la aprobación de la Guardia Nacional Militarizada y con el anexo impuesto por el Ejecutivo que faculta también al Ejército como Ejército para hacerse cargo de la seguridad pública durante un tiempo indeterminado, no sólo se institucionaliza la militarización del territorio mexicano sino que se acepta de facto que vivimos en un estado de guerra. Es asumir oficialmente que está de la chingada, porque no hay guerras buenas, no existen las guerras que sean para bien de nadie. Es facultad de todo presidente de cualquier Estado democrático en el mundo usar a sus fuerzas armadas cuando la integridad, la independencia y la soberanía de la Nación estén en riesgo, para eso fueron creadas, pero es el último recurso, es el cirujano cuando se ha abandonado cualquier otra posibilidad o esperanza de remedio, es extirpar el tumor sin importar qué lo causa.
La Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos establece en su “ARTICULO 1/o. El Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, son instituciones armadas permanentes que tienen las misiones generales siguientes: I. Defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación;” y ahora se pretende que a esta institución que es la responsable de defender a la patria de una invasión armada extranjera se le agregue como misión la de evitar el robo de celulares.
La insensatez de los dos presidentes anteriores al igual que el actual de aferrarse a que los militares anden sueltos, ha provocado que sólo en los últimos 10 años la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) haya recibido más de 10 mil quejas por violaciones a los derechos humanos y 148 recomendaciones directas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). En lo personal he sido testigo y he sido objeto de la brutalidad con la que actúa un grupo armado que fue entrenado para la guerra cuando la paz se ha perdido. Por mi actividad (desarrollo de comunidades autónomas) viajo permanentemente a lo largo y ancho del país y debo confesar que el temor desaparece sólo cuando entro a comunidades con autodefensas, porque en la práctica estos territorios se han convertido en los más seguros de México. La realidad nos ha demostrado que sólo cuando el pueblo toma en sus manos su seguridad ésta funciona, incluso recientemente grupos de autodefensa entregaron al ejército a un grupo de huachicoleros y el combustible robado en sus territorios. Estos grupos civiles armados han sido la respuesta efectiva del pueblo ante el crecimiento de la delincuencia y la incapacidad del gobierno para resolverla.
Durante los últimos años, ante el embate bestial del neoliberalismo en México, miles de ciudadanos luchadores sociales, activistas, investigadores y organizaciones civiles, nos abocamos a la tarea de crear el documento que permitiera un nuevo acuerdo nacional para refundar la Nación, que dio como resultado un proyecto muy elaborado de una Nueva Constitución Mexicana (aquí la liga para ver el documento completo). En este documento planteamos desde nuestra experiencia que la estructura de la Guardia Nacional debía estar compuesta por todos los mexicanos y mexicanas mayores de 16 años coordinado por un Estado Mayor integrado por militares marines y soldados, pero sus funciones serían garantizar la integridad física y la libertad de todos ante posibles amenazas extranjeras, coordinando de manera estratégica la acción oportuna de las milicias populares capacitadas y realizar las acciones necesarias para la adecuada prevención y atención de emergencias sociales tales como inundaciones, destrucción por sismos, derrumbes y otras catástrofes. Pero los integrantes de la Guardia Nacional no podrán ejercer más funciones que aquellas para las que estrictamente les faculta esta Constitución y con base en la ley respectiva. En ningún caso podrán fungir como policías, sustituir a estas o ejercer mando sobre las mismas.
Específicamente para la seguridad pública el Estado está obligado a tener una policía nacional incorruptible, que esté capacitada tanto en habilidades, actitudes y conocimientos propios que garanticen su acción efectiva y eficiente contra las características de la criminalidad actual, es decir, debemos aspirar como sociedad a contar con un cuerpo policiaco inteligente, entrenado, ético y suficiente que garantice nuestra seguridad permanente. Sabemos que es necesaria en estos momentos la presencia militar en las calles por las características de absoluta corrupción de las fuerzas del orden en México y que el Ejército, aunque también ha sido corrompido, en su esencia por las características nacionalistas de la formación castrense, se puede apelar a él con el argumento de salvar a la patria, pero como mexicano de izquierda y medianamente consciente me opongo al igual que miles a que se institucionalice la guerra, a que el Estado mexicano renuncie a una solución inteligente y opte por la fuerza bruta como último recurso.
Sería mucho mejor que Andrés Manuel López Obrador asumiera abiertamente que debe intervenir el Ejército en un Estado de Excepción, que use a los 300 mil elementos del Ejército de una vez (más vale una colorada que mil descoloridas) para combatir a las mafias que se han adueñado del territorio y de la tranquilidad de los mexicanos, que se fortalezcan las autodefensas que sí han funcionado sólo y exclusivamente en tanto se capacita a estos 50 mil primeros nuevos jóvenes reclutas como la mejor policía del mundo, y digo estos primeros porque según la Organización de las Naciones Unidas deben existir 3 policías por cada mil habitantes, es decir, en México debemos contar con una súper policía cercana a los 400 mil elementos. En su integración, si pasan la capacitación en actitudes, aptitudes y conocimientos también debieran dar oportunidad a los miembros de las actuales fuerza policiacas, porque alguno se salvará de la podredumbre en la han convertido la seguridad del país, a los demás se les debe fichar para saber qué harán y a qué se dedicarán después de abandonar a la policía y garantizar que no engruesen las filas de la delincuencia.
Nos negamos a claudicar en la búsqueda de la seguridad y la paz de los mexicanos y exigimos al Presidente de la Republica, al Senado, a la Cámara de Diputados y a la Suprema Corte de Justicia detengan esta iniciativa en tanto que viola los principios y el espíritu de la Constitución en su artículo primero que establece “que todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección”, y cómo queda demostrado en los hechos la presencia permanente del Ejército en las calles, aunque sea disfrazado de Guardia Nacional, no garantiza el respeto a los derechos humanos consagrados en la Declaración Universal y firmada por México.
Apoyamos al cien por ciento su lucha contra el huachicol, sobre todo porque está enfrentando las causas de la enfermedad, pero usar a los militares para atender los síntomas es una equivocación histórica. Las fuerzas armadas no cambiarán su esencia, no pueden, les fue inculcada y está en la médula de sus huesos, ellos no están entrenados para garantizar la seguridad sino para hacer la guerra, esa es su función y para eso los necesitamos si fuéramos invadidos o para evitar que nos invadan. Pero no se les puede pedir que sean moderados y no queremos que sean moderados con el enemigo, pero al ponerlos a convivir con nosotros los ciudadanos el enemigo somos nosotros, así ha sido y no van a cambiar, les hemos impartido miles de cursos y talleres de derechos humanos y no ha servido de nada. Hablemos con la verdad, hay soluciones más inteligentes, si se usa al último recurso como opción permanente, claudicamos a la posibilidad de la paz o de lo contrario debiéramos exigirle al Ejecutivo que nos dé asilo en su rancho La Chingada en Palenque, por allá es a donde nos llevará esta iniciativa si lo permitimos todos los mexicanos.
La vida es una construcción consciente.
Iván Uranga