Emperador Carlos V, pieza clave en la Conquista (nota de Sonia Ávila en OEM-Informex)

Carlos V fue gran promotor de las ciencias, las artes y las letras. Foto: Colección Museo del Prado.

Lo hizo desde la expansión del pensamiento religioso que para él era la salvación de todas las almas humanas

Sonia Ávila | OEM-Informex

Desde la distante monarquía española, el emperador Carlos V -cristiano, humanista y letrado- significó una pieza clave en el proceso de conquista de Mesoamérica. Pero no lo hizo a través de la guerra, como la historia tradicional lo cuenta, sino desde la expansión del pensamiento religioso que para él era la salvación de todas las almas humanas.

“Es un príncipe humanista, es un príncipe letrado, que conoce la historia, la literatura y tiene vínculos con los grandes pensadores de su tiempo y lo convierte en un gran promotor de las ciencias, las artes y las letras. La Conquista de América la considera como una expansión de la fe cristiana y la única manera de llevar la verdadera religión e incorporar a los indígenas americanos a la religión cristiana y, desde su visión, salvar su alma”, describe en entrevista el historiador Martín Ríos.

No se trata, señala el investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de las UNAM, de colocar a Carlos V en un pedestal, sino de desmitificarlo, pues la historia lo ha colocado como un emperador devastador. Si bien es cierto que al enterarse de la caída de Tenochtitlan aceptó con placer regalos como el penacho de Moctezuma, también es verdad que su intención en el nuevo territorio era expandir su pensamiento cristiano-humanista.

Es posible que Carlos V no dimensionara el impacto de la Conquista española, pues incluso su visión geográfica del territorio era vaga. El primer mapa de América que tuvo fue del cosmógrafo alemán Martín Waldseemüller, y la primera carta que recibió de Cortés fue en 1520 y hasta los primeros meses de 1522 tuvo noticias de cómo era la ciudad de México-Tenochtitlan.

“Carlos entendía que tener más tierra agrandaba su dominio, cobrar más impuestos y así se consideraba emperador del mundo. Hay que ver que en el siglo XVI que una persona viviera en la ignorancia de la verdadera fe era cosa grave, no se podía permitir que esa persona no disfrutara de los bienes el paraíso y la salvación, entonces su deber como cristiano era compartir la fe para salvar a la gente”, afirma.

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