Y se hizo el sueño realidad de muchos mexicanos que vieron en el film Roma la proyección no de una sola historia sino el tejido de muchas. Una película mexicana gana el Oscar, uno de los premios más conocidos por la mayoría de las personas que ni de cine saben pero que por ser una gran industria lo aclaman y, ojo, con esto no estoy desmeritando en lo absoluto la gran obra de Alfonso Cuarón, cuya labor se le reconoce en muchos sentidos, simplemente ya por el hecho de volverse la película que la mayoría de los mexicanos quiso ver; ya con eso tiene para reconocérsele. Una obra a la que seguro le han torcido el brazo para ver en ella hasta lucha social, pero bueno, cada quien interpreta del texto fílmico lo que quiera y supongo todo es válido.
Roma me ha parecido un fenómeno muy interesante, no sé si de arte o de reproductibilidad como señaló Walter Benjamin, pues es claro que Roma tuvo una estructura fortísima en cuanto a la mercadotecnia, lo cual hizo que llegara hasta límites que ni el mismo Cuarón imaginó y bien por él y su equipo. Sin embargo, estoy segura que la película por sí misma no hubiese logrado tal alcance si no se hubiera generado tanta expectativa, esto por un lado, por el otro, el que su protagonista hubiese sido una mujer indígena que no era ni actriz, lo cual generó no sólo el montón de reacciones que ya conocemos, Cuarón fue quizá sin querer, muy atinado en poner un personaje principal con tales características, pues confronta al mexicano por un lado y lo hace empatizar por el otro. Cleo es uno de los principales simbolismos del film que nos lleva a tocar con lo más auténtico del ser como es la inocencia, la entrega, el amor; pero también simboliza lo que muchas mujeres padecen, como la soledad, el desamor y la falta de visibilidad por parte de los demás. Justo es el quid del film, la visualización a Cleo, generando de este modo, el enaltecimiento ya no a Cleo sino a Yalitza, en una ocasión señalaba la hipocresía de los mexicanos que se decían orgullosos y maravillados con la belleza de la indígena, esa indígena que no verían pero que hubo que “producirla” para voltearla a ver.
¡Bien por el triunfo de Cuarón!, mal por los mexicanos que hoy se enorgullecen de la falsedad con la que viven, que practican la doble moral y que cínicamente promueven un falso nacionalismo. Porque estoy segura que si se hubiesen topado con Yalitza en la escuela de sus hijos como la maestra que es, no se hubieran enorgullecido de igual modo, ni hubiesen dicho “wow mi hijo tiene una gran maestra indígena”, así que hoy espero que no se apropien de un logro que no les corresponde, porque no lo es, y ya ni hablar de todo lo que hay detrás de esa industria en la que mucho tiene que ver la política, en una academia que se ha pronunciado claramente contra el discurso de odio latino de su presidente, y sí, haber puesto a Roma como ganadora y nominar a una indígena es un acto insurrecto ante su propio gobierno.
No desmerito (una vez más lo aclaro) la obra de Cuarón pero sí me parece muy políticamente correcto el hecho de que quieran dar una cara de inclusión después de que la entrega del año pasado se vio oscurecida por los actos de abusos y violencia de género dando origen a ese movimiento conocido como Me Too. Ahora intentan decirnos que sí son incluyentes, vaya conveniencia que Cuarón sea mexicano y haya puesto un personaje tan conveniente también.
En fin, enhorabuena por Cuarón, quien suma un logro más a su carrera y esperemos que el orgullo que hoy tiene por Yalitza se extienda a todas las mujeres indígenas y por fin ya les otorguen el privilegio de sus miradas. Espero que mañana que salgan a sus trabajos y se les acerque una a venderles algo, no la menosprecien, que a la indígena que pase por su lado no la vean con desdén. Porque, desafortunadamente, la historia nos dice que somos un país racista, y que hoy sentimos ese orgullo porque Yalitza representa justo aquello que no nos atrevemos a mirar y que, ahora, hasta estético nos parece.
@Hadacosquillas