En los años sesenta, en muchos lugares del mundo los jóvenes se sublevaron contra los adultos, los “inferiores” contra los “superiores”, los hijos contra los padres, justificado sobre todo si como en México el padre del país era Gustavo Díaz Ordaz.
La aparentemente frívola confrontación entre la llamada chaviza y la momiza, fue mucho más que un enfrentamiento entre jóvenes y adultos. Era la expresión de rechazo a un autoritarismo que había llegado a límites insoportables, pues parecía que la realidad sólo podían entenderla los adultos y por lo tanto eran ellos quienes decidían a nombre de todos, los jóvenes eran tratados como inexpertos y únicamente los “mayores de edad” podían entender una realidad que cada día resultaba más insoportable para cualquier idea nueva, o cualquier demanda juvenil.
Los jóvenes de ahora no imaginan una realidad como aquella (aunque los jóvenes de hoy también se puedan equivocar), gracias a la heroicidad de los muchachos de los años sesenta en muchas partes del mundo, la cotidianeidad empezó a ser transformada de mil maneras por quienes comenzaron a dudar de la infalibilidad de los adultos. ¿Qué mérito existe en tener más años equivocándose?
Nada era posible si no lo autorizaba el padre de familia o el funcionario, los burócratas más ineptos del gobierno, el cura o el director de la escuela o la universidad. Debería andar con mucho cuidado cualquiera que se atreviese a disentir de lo que la autoridad determinaba, fuera ésta quien fuese. Ser joven en esos tiempos llegó a ser sinónimo de enemigo de lo establecido, opositor a ultranza de los poderes intocables de aquellos años, los sesenta, una década en donde de verdad aconteció una revolución cultural intuida e impulsada por jóvenes de la sociedad civil.
¿Por qué hablar de una “revolución cultural”? sencillamente porque no sólo fue un cambio político, se trató de la transformación de una manera de pensar, de actuar, de proponer y finalmente: de imaginar un mundo distinto. Se inventó la minifalda, que permitía mostrar las piernas a las mujeres, lo que no existía antes del sesenta y ocho. Hubo pastillas anticonceptivas, es decir, se podía copular sin embarazarse, lo cual fue un duro golpe a la iglesia católica que sólo concebía la relación sexual para procrear, el placer era pecaminoso antes de los años sesenta. Los hombres jóvenes comenzaron a usar el pelo largo, que se suponía era exclusivo de la mujer. Existió por primera vez una moda juvenil, antes de los sesenta los hijos se vestían igual que los padres. La aceptación de culturas lejanas como la India o China ocurrió, fueron aceptadas como algo común al ser humano. El mundo rural amplió su presencia en el país. El mundo creció con la inclusión de diversas culturas, o también podríamos decir se volvió más pequeño.
Los años sesenta no sólo fueron los crímenes gubernamentales del año sesenta y ocho en diversos países. También fue una transformación cultural que reinventó el mundo. En México se comenzó a dejar de usar el sombrero en las zonas urbanas, las mujeres mexicanas incursionaron masivamente en las universidades, la experiencia juvenil finalmente pudo alternar con las verdades absolutas de los adultos, en el planeta hubo una nueva voz, la de los jóvenes. ¿Qué opinarán los muchachos y las muchachas de hoy al respecto?