Leo por aquí y por allí la indignación de las declaraciones sobre las estancias infantiles, sobre las abuelitas cuidadoras, etcétera.
Fue todo un detalle del Estado subvencionar estancias, me imagino que algunas habrían estado mejor que otras. Me imagino que muchas estaban ligadas al PAN directa o indirectamente. Me imagino que había experiencias muy valiosas también.
Creo que la decisión del Presidente de aportar directamente a cada padre o madre de familia brinda una oportunidad para la autogestión y la organización participativa de la sociedad.
Quiero hablar de esto: autonomía. Recuerdo que allá por el 2005, en la colonia Santo Domingo CDMX, algunas familias comenzaron a auto organizarse con este tema. Una familia puso la casa porque era más grande y entre todos organizaban las comidas, otros eran cuidadores, consiguieron educadores y se involucraron directamente en la crianza y educación de sus hijos pero de forma comunitaria, de hecho sin ayuda o subvención alguna del gobierno. Y sí señores, sí había abuelas y abuelos, pero también había tíos, padres y amigos. Había comunidad. En casa del Moy y de su hermano Jaime, se organizaban las pláticas de derechos humanos y hasta se formó un comité autónomo y ciudadano de defensa de derechos humanos, auxiliados por unos amigos franciscanos formados bajo la teología de la liberación que decían, no sin amplio recelo de las autoridades eclesiásticas, que su único director espiritual era el pueblo y decidieron insertarse en esta comunidad y acompañar muchos de sus fantásticos procesos de autonomía. Sobra decir que algunos colgaron los hábitos, a otros los corrieron de la Iglesia y uno que otro resiste los embates jerárquicos con la sotana puesta.
Con las ayudas que ofrece AMLO se puede hacer mucho si aprendemos a organizarnos y a no estar esperando absolutamente todo del gobierno. Incluso, si las estancias otrora financiadas tienen una gran vocación de enseñanza y los padres están tan felices con sus servicios pues pueden pagarles directamente y no cerrar.
No sé, no me parece tan grave que corten el subsidio a las organizaciones sobre todo habiendo tanta corrupción de por medio. Yo tengo un hijo de 5 años y tengo la suerte de contar con una escuela que ha fomentado la forma comunitaria de participación entre los padres de los alumnos. Por las tardes nos reunimos a veces y nos vamos encargando unos de los hijos de otros, poco a poco crecemos como comunidad. Incluso estábamos pensando la otra tarde abrir nuestro propio centro comunitario de cuidado infantil, con clases de artes para los niños y pláticas para los padres sobre educación y formación en participación política. Porque sí da miedo criar en este contexto violento y requerimos sin duda apoyo y capacitación como papás y mamás, pero sobre todo nos necesitamos unos a otros. Hay que voltear a ver las formas autogestivas.
Hay salidas. Hay experiencia. Me gusta mucho la diferencia que hace Gustavo Esteva sobre colectivo y comunidad. Dice que el colectivo es la suma de individuos y la comunidad el tejido de personas donde cada persona es el nudo de todas sus relaciones. Por don Gustavo Esteva y por las autonomías zapatistas y comunidades indígenas, ¡vivan las autonomías!
Adriana Moles @Adrianamoles1
Facilitadora de Procesos de Base
a través del Teatro comunitario.
Jurado Fonca 2018/2019
Fundadora de Zirka Centro de Estudios
del Humor