En un artículo pasado hablé sobre la decisión periodística que tuvo el diario Reforma al publicar en su portada que Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, omitió reportar en su declaración patrimonial un departamento de su propiedad en Houston, Texas. En mi argumento central, decía que la justificación de Reforma de no consultar directamente a Sánchez Cordero, era precisamente por evitar que se realizara una corrección en el portal de transparencia del gobierno federal. Y con ello lo que estaba en juego era el prestigio de este diario por asegurar algo que a la luz de todos podría ser una fake news.
Sin embargo, el 23 de febrero, nuevamente Reforma decide publicar una nota de gran controversia en su portada, la cual detalla la conformación de un grupo opositor al gobierno del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Los detalles que ofrece Reforma son producto de una entrevista que les concediera el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, quien además de detallar los porqués, también enumera a varios de los integrantes de esta agrupación.
La noticia inmediatamente acaparó los reflectores de los medios de comunicación, cumpliendo con el objetivo que la agrupación perseguía, de darse a conocer y con ello tener presencia en la agenda mediática.
Aunque las reacciones no sólo se dieron en los medios de comunicación y como era de esperarse los comentarios en redes sociodigitales también se dieron, por una parte estuvo el bloque a favor de la iniciativa con el hashtag #YoSiQuieroContrapesos, el cual no pudo posicionarse como uno de los temas más comentados en Twitter, mientras que su contraparte el hashtag #YoEstoyConAmlo logró posicionarse el 23 de febrero como el tema más comentado en México, producto de la respuesta que tuvieran los simpatizantes del actual gobierno.
Sin embargo lo que causaría nuevamente mayor impacto no serían en esta ocasión los hashtags producto de los dos polos a disputa, sino más bien las respuestas que ofrecieron algunos de los supuestos miembros del grupo opositor al nuevo gobierno, como Héctor Aguilar Camín, Jorge Castañeda, Juan Villoro, Gustavo de Hoyos y el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quienes en pocas palabras desde sus cuentas de Twitter aclararon que no pertenecían a dicha agrupación. Los tuits que emitieron estos personajes mostraron que el mayor punto débil que tiene este grupo opositor es precisamente la comunicación.
Saliendo de la importancia de lo que representa la creación de este grupo, considero que el mayor error que se dio tras esta noticia no proviene de la mala comunicación del grupo opositor o de la guerra de comentarios a favor o en contra, sino más bien que nuevamente Reforma decide compartir información poco clara o imprecisa.
En el cuerpo de la nota afirman que los personajes antes mencionados pertenecían a dicha agrupación, y muchos de ellos a las pocas horas decidieron desmentir tal afirmación. Lo que dejó al descubierto que nuevamente el medio de comunicación omitió consultar a los involucrados, suponiendo que la información que brindaba el gobernador de Chihuahua era correcta y por ende no requería corroboración alguna, lo cual aflora un tremendo error de novatos, que a la larga seguirá cobrándole facturas a Reforma, pero más que eso a la coyuntura política que vivimos, porque sólo deja ver la necesidad de un periodismo profesional que busque corroborar y cuestionar cualquier dato que encuentren o le ofrezcan.
El error de Reforma no sólo le pega a su reputación, la cual en los últimos meses ha estado en duda por su severo combate contra el gobierno, sino más bien este error le pega al periodismo en general, porque Reforma considera que ser un medio de comunicación de oposición es entrar en disputa directa con la actual administración y por ende darle espacio a todos aquellos que estén en contra del gobierno. Reforma está olvidando la posición que debe asumir, más cuando está en juego el ejercicio del periodismo de calidad y responsable, así sea de oposición.
Reforma no debe olvidar que antes que él existieron decenas de medios que ejercieron el periodismo de oposición, y que en muchas ocasiones no existían las condiciones actuales para poder ejercer libremente la profesión, Reforma olvida años de combate de muchos colegas que muchas veces se quedaban sin trabajo, o perdieron su vida por hacer un periodismo de oposición. Reforma olvida cuando el gobierno decidía otorgar o no papel para que saliera el tiraje del día, Reforma olvida las persecuciones o espionaje que existía del gobierno a muchos periodistas que buscaban seguir ejerciendo su profesión. Reforma olvida que para ser un periódico de oposición se debe hacer periodismo que confronte al gobierno con argumentos y con investigación que respalde lo que dice. Espero por el bien del periodismo que Reforma se asuma como el medio que ha sido, porque ese es el periodismo que toda democracia sana requiere.
@LuisHurRa