Premios Oscar 2019, cuando el ‘establishment’ cambia. Autora: Adriana Moles

Rompiendo paradigmas, Alfonso Cuarón marcó historia, poniendo su muy personal film Roma en la boca y el corazón de millones.

Se llevó sendos premios como Mejor Director y/o Mejor Película en distintos foros.

La 91 entrega de los premios Oscar estuvo marcada por inesperados giros como la nominación de la novel actriz de origen indígena Yalitza Aparicio y el profundo reconocimiento que a través de las 10 nominaciones se hizo a una película dirigida por un mexicano, en idioma español y mixteco y producida por Netflix, la plataforma digital de películas y series.

Esto por sí solo cambia el curso de la historia del cine y los mencionados premios.

En mi opinión se hubiera completado de manera magistral este vuelco de haber ganado como mejor actriz Yalitza Aparicio. Sin embargo, se entienden las razones de la Academia por las que no se otorgó esa categoría, tanto como la de mejor película a Roma. Simplemente hubiera sido “too much” (demasiado).

Sin embargo y a pesar de que prometía fantásticos momentos, esta ceremonia se ciñó a su estructura tradicional (a excepción de librarnos de la tortura de un conductor “chistoso” toda la noche, lo cual agradecí en lo personal) y en el curso de la entrega, volvió a invadir mi corazón esa sensación de vacío y distancia que venía sintiendo en entregas anteriores.

Los grandes vestidos, los grandes rostros, el culto a las personalidades que a punta de años y millones de dólares (sin menoscabo del talento que puedan tener) han ido forjando los espacios de la industria del cine.

No deja de verse como un negocio. Es un negocio y “debe de serlo” me repetía, conforme avanzaba la noche y mi desilusión crecía proporcionalmente.

Nuevamente me alegro al ver mexicanos, escuchar el idioma español y me da la sensación de que hemos sido los latinos y nuestras peculiaridades quienes sostuvimos esta emisión (y la pasada). De pronto siento que nos han utilizado como carnada para el rating. Y de manera magistral se han jugado los hilos del rating, la ilusión y ha triunfado la maquinaria de sueños. Hay elementos nuevos, verdaderos que se han mezclado con las mismas texturas de siempre. Se han colado por las grietas un par de poderosas luces que nos recordaron y nos hicieron ver importantes lecciones.

Cuarón debe sentirse satisfecho. Pero no es ingenuo. Él menos que nadie. Sabe cómo son en ese medio. Se sabe reconocido y a veces pareciera sorprendido de que su película haya obtenido menciones y reconocimientos. Creo que aún con los Oscar en la mano, sabe que no le acabaron de entender a su película. De haberlo hecho, una de dos: o no le dan ningún premio, o le hubieran dado los 10.

Pero la Academia y la industria tienen sus compromisos que cumplir. Y por más bonita que fue Bohemian Rapsody para los amantes de Queen, pues… dejó mucho que desear para quienes nos sentimos convocados a esta entrega por causa de los profundos contenidos de otras cintas. Así es Hollywood: desalmado y perverso.

Lo bonito es ver a Cuarón seguro de sí mismo, abrazado de Del Toro, como quien ha compartido el mismo infierno, se saben sobrevivientes victoriosos de terribles batallas. Sabe perfectamente que él, su película, su elenco y su historia personal valen más, muchísimo más que las estatuillas. Pero deben jugar ese juego. Y ahora a Cuarón le espera un enorme futuro, pues de la mano de Netflix abrió caminos y eso merece todo nuestro reconocimiento.

Se apodera de mí el deseo de ver otras formas de premiación.

El horizonte de las actrices nominadas por Roma, también merece atención aparte.

Marina de Tavira tiene un promisorio futuro para participar en cualquier proyecto al que se le invite. Está preparada para afrontar cualquier reto que le venga y merece seguir gozando de la infraestructura que le permita desarrollarse hasta la plenitud de su carrera.

Yalitza Aparicio, por su parte, es un fenómeno más complejo. La enorme responsabilidad que lleva en sus hombros como una estrella en el horizonte de la cultura y los derechos humanos, como la educadora y la actriz en la que se ha convertido, nos hace querer caminar con ella en sus procesos por venir. Con enormes ganas de aportarle verdaderas herramientas en su preparación artística con métodos novedosos y depurados para hacer lucir en ella el maravilloso entramado de voces y rostros que representa su excelsa presencia. Tal como lo hizo Cuarón, que ha utilizado lo que yo denominaría un método de actuación libertario y genial, ella debe continuar por esa senda. Depurando su quehacer artístico y actoral pero siempre del lado de los derechos y las libertades del ser humano y de las mujeres en especial.

Creo que hay mucho que agradecerle a la parafernalia hollywoodense que sin querer y al impulsar el trabajo de Cuarón, nos devolvió con Roma un importante mosaico de reflexión a los mexicanos.

Por su parte, Cuarón como creador, nos dice que ver las historias cotidianas, personales, autobiográficas tiene mucho valor. Que nuestra vida importa momento a momento. Que las personas “insignificantes” de nuestras vidas son inmensas en nuestro inconsciente y vamos cargando con su soledad y dolor al mismo tiempo que les negamos el derecho a formar parte de nuestra historia oficial. 

Felicidades a Cuarón y gracias a Roma y todo lo que encierra.

Adriana Moles @Adrianamoles1
Facilitadora de Procesos de Base
a través del Teatro comunitario.
Jurado Fonca 2018/2019
Fundadora de Zirka Centro de Estudios
del Humor

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