Desde el amor y el arte textil, Liz confecciona muñecos de personas desaparecidas (nota de Berenice Chavarría Tenorio en Quinto Poder)

Foto: Quinto Poder.

“Las mamis me dicen que es una forma de volver a abrazar a sus seres queridos y sentirse en contacto con ellos, ya que llevan las prendas de su último día antes de su desaparición”, contó la diseñadora Aracely Ledezma Flores. Además de llevar consuelo, busca visibilizar esta problemática en México a través del arte textil desde su taller El Ropero de Frida Kah.

Por: Berenice Chavarría Tenorio | Quinto Poder

“Hay una forma de visibilizar esta problemática por medio del arte textil y exigir a las autoridades por todas nuestras personas desaparecidas”.

Hace 23 años, cuando culminó sus estudios como diseñadora de modas, Aracely Ledezma Flores -o Liz, como le gusta ser llamada- nunca imaginó que la desaparición en México se convertiría en una severa crisis y mucho menos sospechó que con sus diseños llevaría consuelo a familias que buscan a sus seres queridos.

“Muñecos sanadores”, “Niñas y niños”, sus creaciones han sido bautizadas con diversos nombres. Todas y todos tiene la misma finalidad: confortar a las madres de víctimas de desaparición al volver a abrazar una pequeña representación de sus hijas e hijos.

En entrevista con Quinto Poder, Liz cuenta que desde joven ha sido artesana y con el tiempo ha llevado a cabo diversos proyectos, como el ecotextil, donde realiza diseños de vestidos a través de la pigmentación con flores, hojas y sin productos químicos.

La crisis derivada de la pandemia por COVID-19 llevó a Liz a cerrar su taller en Veracruz temporalmente para evitar contagios. Su trabajo se vio en detrimento tras esta decisión y en medio del bache que representó para su economía, decidió dedicarse a vender cubrebocas.

De no haber sido por este oscuro momento, no habría desempolvado sus viejos libros con proyectos. Fue ahí donde resurgió la idea de los muñecos personalizados y tras ver un documental sobre desaparición, supo cuál era su misión.

Zurcir desde la nostalgia

La primera ‘muñeca’ que Liz realizó fue la de Fernanda Rubí Salcedo Jiménez, una joven de 21 años que desapareció la noche del 7 de septiembre de 2012, cuando se encontraba con sus amigas en el Bulldog Bar de Orizaba, Veracruz.

Liz se comunicó con Araceli Salcedo Jiménez, madre de Rubí, para plantearle la idea de tener una representación de su hija entre sus brazos. Sin dudarlo aceptó.

El proceso de creación fue complicado, “no es sencillo hacer una muñeca personalizada de una persona desaparecida”, cuenta.

“Tuve que parar a Rubí porque yo no podía seguir, era mucha tristeza. Después de que platico con mi terapeuta, inicié de nuevo”.

Desde Rubí, el proceso de creación ha sido el mismo con los cerca de 20 muñecos sanadores que ha confeccionado.

Liz recibe la ropa que usó la persona, la mayoría de las ocasiones es la misma que portaba un día antes de desaparecer.

También le hacen llegar gorras, rosarios y cualquier otro objeto representativo de la o el desaparecido.

“Prendo una vela, pongo un vaso de agua y corto una flor de mi jardín. Lo hago como una manera de pedir permiso a ellos mismos y para darles luz, así es como empiezo a hacerlos”.

Los ojos representan la parte más difícil para la artesana por la carga emocional que supone estar sola, frente a frente con la esencia de la persona desaparecida, por ello se encierra por la tarde-noche para dedicarse a este aspecto del rostro.

Para hacer el cuerpo de los muñecos corta las prendas entregadas por las familias. Zapatitos, blusa o pantalón, una a una va hilvanando las piezas desde la nostalgia.

“Los sobrantes de la ropa los corto en pedacitos y con estos mismos relleno el cuerpecito y parte de las piernas hasta donde me da su misma ropita”.

Consuelo para las madres

La parte más difícil del proceso es entregarles a las madres a “sus niños”, cuenta Liz. Porque no es sólo un muñeco, es la esencia de su ser amado.

“Estás entregando a su niño, con su ropa, con su escencia. Las mamás lloran, lo abrazan y lo besan. Me dicen que es un consuelo para ellas tenerlos de esa forma”.

Pese a que ha recibido críticas por su labor, Liz asegura que no hay nada como el agradecimiento de las madres, pues son ellas quienes se acercan a la artesana para poder tener una parte de aquellos a los que buscan.

Por ello, aseguró que su taller está abierto para todas las personas que quieran personalizar a “su niño o niña”.

Liz sabe que desde el amor y su profesión logra visilizar la problemática de desaparición en México y enviar un mensaje a las autoridades: los desaparecidos no son una cifra, son personas con historias y familias que merecen justicia.

De acuerdo con la Comisión Nacional de Búsqueda, del 5 de enero de 1964 al 29 de julio de 2021, hay 81 mil 617 personas desaparecidas en México.

La crisis se agrava al hablar de cuerpos sin identificar. Y es que de acuerdo con cifras del Movimiento Nacional por Nuestros Desaparecidos de México, en el país hay poco más de 52 mil cuerpos sin identificar. Estos cadáveres de personas que son buscadas por sus familias han ingresado a las morgues desde 2006 hasta agosto de 2020.

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