¿Victoria cultural del “Borolas” Calderón? (la militarización que impulsa AMLO). Autor: José Reyes Doria

Foto: Especial.

José Reyes Doria

@jos_redo

AYER EL BOROLAS, HOY AMLO

La fatídica decisión de Felipe Calderón de lanzar a las Fuerzas Armadas a combatir abiertamente al crimen organizado, en 2006; es decir, militarizar sin ambages la seguridad pública, fue criticada por todo mundo, excepto por los grupos más radicales de la derecha. Se trató de una decisión sin asidero constitucional, que desató un baño de sangre del que estamos lejos de salir.

Hoy, ante el asombro de muchos, el presidente López Obrador persiste en su empeño de militarizar la seguridad pública, proclama su intención de elevar a rango constitucional que la Guardia Nacional sea un organismo bajo el mando total de la Secretaría de la Defensa Nacional, es decir, del Ejército Mexicano.

LA SUPREMACÍA Y SABIDURÍA DE LA CONSTITUCIÓN

“Las instituciones de seguridad pública, incluyendo la Guardia Nacional, serán de carácter civil, disciplinado y profesional. La Federación contará con una institución policial de carácter civil denominada Guardia Nacional, que estará adscrita a la secretaría del ramo de seguridad pública.” Así lo establece el artículo 21 de la Constitución. Es un mandato inequívoco que, como toda disposición constitucional, solo puede ser cambiado si lo aprueban las dos terceras partes de diputados y senadores.

Al no contar con esa mayoría calificada, como todos sabemos, el presidente López Obrador intentó cambiar el mandato constitucional a través de una reforma a diversas leyes secundarias, reglamentarias, para establecer que la Guardia Nacional dependiera de la SEDENA; las reformas legales se aprueban con mayoría absoluta de 50 por ciento más uno, mayoría que Morena y sus aliados sí tienen. Se aprobó esta reforma, pero era claramente contraria a la Constitución.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró inconstitucional esa reforma, porque violentaba lo dispuesto en el artículo 21 de la Carta Magna: la Guardia Nacional es de carácter civil, y debe estar adscrita a la secretaría del ramo de seguridad pública, es decir a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana que encabeza Rosa Icela Rodríguez. En términos de mandato y supremacía constitucional, la resolución de la Corte es incuestionable, irrefutable e inatacable.

LÓPEZ OBRADOR INSISTE

Sin embargo, el presidente López Obrador no solo reaccionó de forma estruendosa contra la Corte por esta resolución, sino que anunció que enviará una iniciativa de reforma constitucional para que la Guardia Nacional dependa de la SEDENA. Esto equivale a militarizar la seguridad pública, pretensión que encaja nítidamente con su visión de Estado donde el Ejército es prácticamente el único ente incorruptible, eficaz, eficiente y leal, razón por la cual le ha asignado funciones de construcción de obra pública, administración de dependencias, transporte de medicamentos y muchas otras funciones más de carácter netamente civil-administrativo.

Consciente de que no cuenta con la mayoría calificada para que se apruebe esa reforma constitucional, el Presidente apuesta a que, en las elecciones legislativas del 2024, cuando se renueva por completo la Cámara de Diputados y el Senado de la República, su partido Morena y sus aliados PT y Verde, ganen la mayoría de dos terceras partes para, en el último día de su mandato, la nueva Legislatura apruebe la reforma que tanto anhela de militarizar la seguridad pública del país.

Será objeto de otra reflexión ponderar si este proyecto de López Obrador implica una tentativa de imponer al próximo Presidente o Presidenta de México una agenda político-legislativa de carácter estratégico. Dilucidar si se trata de la primera jugada de alto impacto para establecer las bases de un Maximato que le permita seguir siendo factor determinante en el México post 2024. Incluso, reflexionar sobre las tentaciones electorales-partidistas que se le abren a las Fuerzas Armadas, al hacer depender su posicionamiento de los resultados de una elección popular, donde, desde 1938, el Ejército ya no tiene nada qué hacer.

LA DOCTRINA DE CALDERÓN

Volviendo al tema central de esta columna: ¿el impulso militarista de AMLO es una victoria cultural de Felipe Calderón? El tema es muy interesante, porque encierra una de las paradojas más dramáticas de los últimos tiempos. Por “victoria cultural”, me refiero a lo siguiente: un político, un Presidente, en este caso Felipe Calderón, lanza toda una política y una doctrina para justificar una decisión de gran calado; en el caso de Calderón, para tratar de legitimar la decisión de militarizar sin tapujos la seguridad pública. Para Calderón, era una necesidad histórica, impostergable e ineludible que el Ejército y la Marina tomaran en sus manos la seguridad pública, el combate a la delincuencia organizada.

El llamado Borolas Calderón, intentó reformas constitucionales y legales para cubrir la toma de la seguridad pública por parte de las fuerzas armadas. No lo logró, en buena medida por la movilización de diversas y numerosas organizaciones de la sociedad civil, la oposición de las fuerzas políticas representadas en el Congreso, por el rechazo de la opinión pública y porque los resultados palpables de su decisión se expresaban en un infierno de violencia demencial, masacres, miles de muertos, abusos y falta de control sobre la espiral de violencia.

Pero Felipe calderón persistió en su política de militarización de la seguridad pública, con su argumento de que las fuerzas armadas son el último reducto de lealtad y eficiencia para combatir al crimen organizado. Su doctrina insistió también en la necesidad de otorgar cobertura constitucional a la participación de las Fuerzas Armadas en las tareas de seguridad pública.  El Borolas Calderón no logró generar los consensos para las reformas constitucionales que normalizaran y legitimaran la militarización que impuso en los hechos.

RARAS CONTRADICCIONES

La gran paradoja es que hoy el presidente López Obrador y los aparatos ideológicos de la llamada Cuarta Transformación, impulsan y defienden de la forma más enérgica y con el mayor entusiasmo, la militarización de la seguridad pública, y de otros ámbitos netamente civiles de la vida institucional mexicana. Como ya dije, el Presidente está dispuesto a empeñar todo su capital político, que es mucho, en cambiar la Carta Magna, a fin de dotar de cobertura constitucional la entrega de la seguridad pública a los militares.

Los ideólogos de la llamada 4T, ofrecen una de las más asombrosas piruetas en materia de convicciones e ideales. Escritores, moneros, columnistas, historiadores, periodistas, poetas, dirigentes partidistas, líderes sociales y demás militantes de la izquierda popular, que en el período 2006-2018 rechazaban y criticaban con verdadera pasión la militarización impuesta por el Borolas Calderón, hoy defienden con la misma o más pasión la militarización de la seguridad pública que impulsa López Obrador. Para mí, estos voceros tenían razón antes, cuando criticaban la militarización de Calderón; ellos lo saben, pero más allá de las cuentas que cada quien deba rendir ante la sociedad y a nivel de su propia conciencia, es interesante observar cómo exhuman el argumento de la “excepcionalidad histórica” para justificar el abandono de los ideales civilistas-izquierdistas-populares.

LA VICTORIA DEL BOROLAS

Esa es la Victoria Cultural de Felipe Calderón: su política y su doctrina militarista en materia de seguridad pública, está siendo impulsada con enorme fervor por el gobierno y el aparato ideológico de López Obrador. No necesita Calderón estar en el poder para materializar su ideología. No es necesario que se desgaste en lo más mínimo en las batallas legales, políticas, ideológicas y periodísticas: relajado, descansando en España o en alguna playa confortable, Felipe Calderón observa que una parte fundamental de su visión del Estado, de la Historia y de la Política la están haciendo realidad sus archienemigos.

LOS PANISTAS TIENEN CALLO

Tal parece que los panistas son expertos en victorias culturales. Durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, 1988-1994, quien aplicó a rajatabla todas las políticas del neoliberalismo, el entonces presidente del PAN Carlos Castillo Peraza proclamó la victoria cultural de su partido: sin necesidad de tomar el poder político, el gobierno del PRI, de origen popular revolucionario, estaba aplicando felizmente la ideología neoliberal que preconizaba la derecha panista. Y así fue.

EPÍLOGO

Solo una cuestión, entre muchas otras que surgen ante estos vaivenes tan interesantes. Es muy poco probable que la alianza de AMLO gane la mayoría calificada en el Congreso en 2024, pero si se llegara a dar ese escenario: ¿Claudia o Marcelo, ya como presidentes electos, avalarían la iniciativa de AMLO? En poco más de un año lo sabremos.

José Reyes Doria
José Reyes Doria

Politólogo por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Asesor parlamentario en diversos órganos de gobierno y comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Colaborador en portales informativos. Conferencista sobre temas legislativos y políticos. Consultor en materia de comunicación política, prospectiva y análisis de coyuntura. Contacto: reyes_doriajose@hotmail.com

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