¡Qué emoción! Y perdón que insista. Autora: Adriana Moles

“Señoras y señores de la Academia han distinguido
 a un actor con discapacidad. No saben lo que han hecho.
Me vienen a la cabeza inclusión, diversidad, visibilidad.
¡Qué emoción!”
Jesús Vidal, ganador del Goya al Actor Revelación
2019 por la película Campeones

El triunfo como mejor actor revelación en los premios Goya por parte de Jesús Vidal vuelve a poner en reflexión que la industria del cine está poniendo atención a otras cosas.

Los premios Goya estuvieron marcados por la sorpresa que generó la premiación de cintas en las que se habla de inclusión, de diversidad, de derechos LGTB.

Y para optimistas utópicas como yo, suponen una buena nueva. Una lucha ganada a la censura, a la intolerancia y a la discriminación.

Sabemos que el neoliberalismo, del que no escapan el cine o las artes, tiende a cooptarlo todo, le gusta deglutir hasta las más subversivas luchas y convertirlas en un producto facilón.

Por ejemplo, hemos visto como en México el Teletón utiliza de manera siniestra y grosera el sentimiento de compasión que despiertan los niños con discapacidad y lo ha puesto al servicio de los más inconfesables intereses. Sin embargo, no podemos dejar de alegrarnos por los niños que recibieron atención en esos centros. Ello sin dejar de cuestionarnos sobre mejores maneras de socializar los problemas de inclusión y atención a estas problemáticas.

Bien, pues la premiación de Jesús Vidal es esa pequeña y poderosa cuña que vuelve a abrir las grietas en el Imperio a través de las cuales se van colando sentimientos, voces, estéticas y formas diferentes.

Jesús es un intelectual, ha estudiado Filología, algo de periodismo y arte dramático. Viene del teatro y es la primera vez que hace cine. Como Yalitza. No puedo sacarla de mi mente, ustedes disculpen.

Y entonces, nuevamente pongo en la mesa que la realidad nos está dando una fuerte llamada de atención a los del “quehacer escénico” y nos está recordando que hay que dotar de vida los espacios de trabajo y formación de las artes escénicas y el cine. Nos está diciendo que a todos nos fascina ver a estos seres humanos ordinarios en situaciones extraordinarias de visibilidad. Porque todos somos Yalitza y todos somos Jesús Vidal. O ya quisiéramos, jeje. Se les ve una integridad monumental.

Yo quisiera que hubiera más Cuarones y más directores como el de Campeones, que tuvieran los cineastas acceso a los recursos y materiales, pero sobre todo humanos y axiológicos que les permitan seguir humanizando sus contenidos e inculturando la realidad en las películas que vemos.

Por eso insisto en que hay que recordar discursos como el de Paulo Freire e Ivan Illich. Uno decía que la educación debe liberar, otro hablaba de una sociedad desescolarizada en que lo más educativo se da fuera de las aulas. Las artes son una poderosa herramienta de verdadera liberación. Mi “gurú” Paulo Freire decía que la misión del educador es llegar al “meollo del silencio” del educando y entrar en él con humildad y sin sandalias para no hacer ruido. No puedo evitar desarmarme al escuchar a Jesús Vidal diciendo “qué emoción” con una voz vibrante y honesta, una voz tantas veces acallada por la sociedad del éxito. Hoy la dice y nos conmueve al mundo entero y yo también grito con él y desde mi propio silencio: “¡Qué emoción Jesús!” y aplaudo ruidosamente y con muchas ganas porque me siento un público muy agradecido.

Adriana Moles @Adrianamoles1
Facilitadora de Procesos de Base
a través del Teatro comunitario.
Jurado Fonca 2018/2019
Fundadora de Zirka Centro de Estudios
del Humor

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