Nuevos tiempos, viejas hipocresías. Autor: Federico Anaya Gallardo

Me dirás, lectora, que cuando vemos a la gente comportarse como siempre, pese al cambio de las circunstancias, se dice “nuevos tiempos, viejos hábitos”. Escogí el peor de los hábitos, el “fingimiento de cualidades” de las y los hipócritas, porque desde siempre ha sido la moneda corriente de las y los políticos. Para corroborar la antigüedad de la hipocresía política, puedes consultar a Shakespeare, quien escribió su tragedia Corioliano allá por 1608. Es una de las últimas obras de El Bardo y su tema es a un tiempo legendario y político –como La Tempestad de 1611, adonde los protagonistas mayores son un mago (Próspero, duque de Milán en el exilio) y el Rey de Nápoles (en realidad, el Rey de España). En La Tempestad se defiende la reconciliación de la isla con España; en Corioliano se advierte contra el egoísmo de los oligarcas.

Cayo Marcio Corioliano era un patricio romano de los primeros tiempos republicanos. Su familia alegaba descender de dos reyes romanos, Numa Pompilio y Anco Marcio –según el historiador clásico Plutarco. Pero Cayo Marcio ganó fama por sus virtudes propias –y no por el poder de la oligarquía a la que pertenecía. Le llamaron Corioliano después del sitio de la ciudad de Coriolli, cuando con su valor e iniciativa salvó al ejército del cónsul ante un ataque inesperado de los enemigos volscos.

Pero cuando los amigos patricios de ese héroe lo propusieron para ser electo cónsul, salieron a relucir defectos graves de su carácter (y de su clase). Shakespeare lo retrata desdeñoso, molesto por tener que hacer campaña. Corioliano se indigna por tener que solicitar el apoyo de sus conciudadanos más humildes. Plutarco nos recuerda que sus propias virtudes y éxitos le hicieron “desabrido y poco asequible al trato con los demás hombres” quienes lo admiraban por su fortaleza pero que en “las conferencias políticas [lo veían] … altanero, molesto y mal sufrido”. (Puedes leer esta biografía clásica en la Liga 1.)

Plutarco nos explica que aquellos eran los días de la lucha entre patricios y plebeyos. Los pobres llevaron a cabo una especie de huelga y se negaron a tomar las armas para defender una ciudad que sólo les ofrecía “aire, agua y algunos centímetros de tierra adonde sepultarse”. La primera escena de Shakespeare nos muestra a los ciudadanos en el Foro, discutiendo quiénes deben ser cónsules al año siguiente. Un ciudadano anónimo opina, el coro de la multitud responde. El ciudadano dice: First you know, Caius Martius is chiefe enemy to the people (Recordemos que Cayo Marcio es el más grande enemigo del pueblo). La multitud: We know’t, we know’t. (Lo sabemos, lo sabemos.) Puedes leer la tragedia completa en la Liga 2.

En 2011 se filmó una adaptación del Corioliano de Shakespeare, dirigida y protagonizada por Ralph Fiennes. La escenificación es moderna. El Corioliano de Fiennes es un conservador y lo demuestra en cada uno de sus actos. Eventualmente el héroe (nunca nadie le negó esa calidad) fue repudiado por la mayoría. Indignado, Corioliano se alió con los enemigos volscos y atacó Roma. Plutarco, Shakespeare y Fiennes nos dicen que la ciudad se salvó sólo porque la madre y la mujer de Corioliano lo confrontaron directamente. El mensaje es terrible. Los oligarcas, antes que reconocerse ciudadanos iguales dentro del Pueblo, preferirán traicionar la ciudad que los vio nacer. Podrán jugar a las elecciones pero su corazón está en otra parte. Es una triste cuestión de clase.

Ahora bien, ¿qué beneficio nos trae a las mexicanas y mexicanos de 2023 recordar a un político hipócrita de la Roma del siglo IV antes de Cristo? Correctamente, lectora, me dirás que la sociedad romana de hace 2,400 años era primitivísima. Un retrato realista, como el del cineasta Matteo Rovere (n.1982) nos recuerda que aquella ciudad era habitada por pastores y campesinos primitivos y que su organización política era muy simple. Las leyendas más perdurables nacen de materiales sencillos. La oposición entre una mayoría de trabajadores y un puñado de privilegiados es más evidente en sociedades pequeñas. En ese tipo de sociedades las élites no pueden sobrevivir si se enemistan permanentemente con la mayoría. En la historia de Plutarco y en la obra de Shakespeare, la madre y la mujer de Corioliano rompen la lealtad de sangre y matrimonio porque, para sobrevivir ellas y sus familias, dependen de la ciudad, dependen del Estado –esa unión contradictoria de pobres y ricos. El mensaje de Corioliano es que el oligarca traidor no sobrevivirá porque se quedará solo.

Las leyendas son símbolos que nos hacen pensar. En las sociedades complejas del capitalismo neoliberal las élites no tienen necesidad de quedarse a vivir entre los pueblos que explotan. Mira, lectora, a los oligarcas rusos viviendo como sultanes en Londres. Recuerda la vida señorial del exciudadano Salinas de Gortari en Irlanda. Mira la lejana torre de marfil adonde da clases el exciudadano Videgaray. Observa a los exciudadanos Calderón y Peña paseándose por Madrid. No es cosa nueva. Lenin dijo hace más de un siglo que el capitalismo sólo podría ser vencido por una revolución proletaria mundial… que no ha ocurrido.

Dicho todo lo anterior, es notable la querencia de las oligarquías por la tierra que les vio nacer. Supongo que alguna nostalgia les causa la tierra adonde aprendieron a explotar a sus semejantes. O tal vez la idea nacional aún les asalta en sus cerebros y sus corazones (aunque les repugne en sus hígados). Hace unas semanas, en este espacio, te contaba que James C. Scott aseguró en su Los Dominados y el arte de la resistencia (Era, 2000) que los dominadores deben “posar” y “actuar su papel” como parte de la sociedad de clases. Corioliano, lleno de soberbia, se rehusó a ello. Traicionó y fue abandonado por todas y todos.

La pose de los dominadores, nos dice Scott, “proviene no de sus debilidades sino de las ideas que fundamentan su poder, del tipo de argumentos con los que justifican su legitimidad. Un rey de título divino debe actuar como un dios; un rey guerrero, como un valiente general; el jefe electo de una república debe dar la apariencia de que respeta a la ciudadanía y sus opiniones” (Los Dominados…, p.36). Por eso es que, de los tres procesos de designación de candidatura a la Presidencia de la República en 2023-2024, el mejor era el del Frente Amplio por México.

Movimiento Ciudadano (MC) se mantiene en la aburrida ortodoxia de una selección a través de sus órganos estatutarios, dentro de los cuales los “grandes señores y señoras” del partido pelean por definir el resultado final.

Por su parte, Morena reconoció la existencia de personalidades fuertes dentro de los poderes constituidos (una gobernadora, un senador y dos secretarios de Estado). El partido hoy oficial invitó a sus aliados (PT y PVEM) a que propusieran cada uno a una persona. Lo hicieron con la misma lógica: un diputado y un senador. Las seis personalidades recorrieron el país y presentaron su aspiración a la sociedad. Y esta decidirá entre ellos mediante encuestas.

Debemos reconocer que, sobre el esquema de Morena, el Frente Amplio por México hiló y mejoró. Un académico de la UAM, entusiasmado, invitó a sus conocidos a participar en el proceso. (Liga 3.) ¿Por qué le parecía atractivo? Veamos: cualquiera podía inscribirse en el proceso –lo que prometía arrebatar la iniciativa a las burocracias partidistas. Inscritas, las personas aspirantes debían recolectar firmas de apoyo: al menos 250 mil y distribuidas de manera amplia en varias entidades. Entre todas las personas aspirantes el Frente acumuló 2.2 millones de firmas en su plataforma. Quienes cumplieron el requisito de firmas debatieron en cinco foros regionales –de modo que toda la sociedad se enteró de sus ideas y propuestas. Terminados los foros, se realizaría una encuesta. Los resultados de esta valdrían el 50% de los puntos para ganar la pre-pre-candidatura. Como broche de oro, y para regresarle a la ciudadanía participante la iniciativa, se realizaría una votación usando los 2.2 millones de firmas como padrón. El resultado de esta votación representaría el otro 50% de los puntos para ganar el ticket del Frente.

Todavía el 22 de agosto pasado, el académico entusiasta de la UAM preguntaba a un conocido suyo: “—¿Tú no te inscribiste para votar en la primaria del Frente Amplio?” Hago mal en calificarle de entusiasta, porque el entusiasmo es una emoción que nubla la razón. Y, objetivamente, el método de designación de persona abanderada en el Frente era el mejor.

El problema es que el mecanismo del Frente fue planteando una serie de problemas prácticos que terminó por empoderar a las élites partidistas. Los partidos con mayor y mejor organización territorial juntaron más firmas. Esto eliminó a los aspirantes perredistas –que en el mejor de los casos juntaron 250 mil firmas pero sin la dispersión territorial requerida. Nadie extrañaría al PRD, por supuesto. El peso de las maquinarias de partido fue denunciado desde un principio, cuando Jorge Luis Preciado señaló que el PAN ya se había decidido por Xóchitl Gálvez.

En teoría, a la encuesta y a la votación deberían haber llegado cuatro personas, dos panistas (Gálvez y Creel) y dos priístas (Paredes y De la Madrid). Sin embargo, el hijo del expresidente declinó casi apenas había iniciado la siguiente etapa. Un escenario entre una persona priísta y dos panistas, vaticinaba el triunfo de la primera al dividirse la preferencia panista en dos. Esto supone que la mayoría de las firmas en el padrón de 2.2 millones tenía una fuerte identidad tricolor o blanquiazul. La declinación de Creel demuestra el supuesto. La gran final se decidiría entre Beatriz Paredes y Xóchitl Gálvez. Nada mal, en opinión del académico uamita que te cuento, lectora: “la oposición tendrá candidata del ala izquierda del PRI y del PAN”. Y tenía razón. Una interpretación razonable es que la sociedad civil, mucho más progresista que los partidos tradicionales, había empujado a los partidos de la derecha a este escenario.

Sin embargo, el mecanismo del Frente presentaba la posibilidad de que la maquinaria priísta fuese más efectiva que la panista al momento de la votación (que debía suceder el domingo 3 de septiembre de 2023). Se abría el escenario de Xóchitl ganando la encuesta y Beatriz ganando la votación. Antes de llegar a ese punto, el PRI disciplinó a su aspirante y “la bajó” del proceso el miércoles 30 de agosto.

Gustavo Gordillo –un conocedor y pensador de terrible lucidez– nos recordó, en su columna de La Jornada del 2 de septiembre de 2023 (Liga 4) que “los partidos están todos muy mal preparados para hacer procesos mínimamente participativos. Lo suyo es el dedazo: unipersonal, grupal, electrónico, espiritista, inmanente. Dedazo. El dedazo, por lo demás, siempre supuso consultas. Antes eran a escondidas, ahora a plena luz del día”. La decisión de que sea Gálvez la abanderada del Frente no se decidió de acuerdo con el mecanismo planteado que, insisto, era el mejor y más parecido a una primaria. La decisión la tomaron quienes habían prometido darle la decisión a la “señora sociedad civil”, a la ciudadanía.

Modernos Coriolianos. Las viejas hipocresías se niegan a morir.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:
https://web.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/Vidas_paralelas-Plutarco.pdf

Liga 2:
https://firstfolio.bodleian.ox.ac.uk/download/text-pdfs/F-cor.pdf

Liga 3:
https://www.razon.com.mx/opinion/columnas/bernardo-bolanos/primarias-debates-son-democracia-534183

Liga 4:
https://www.jornada.com.mx/2023/09/02/opinion/020a1eco

Federico Anaya-Gallardo
Federico Anaya-Gallardo

Abogado y politólogo. Defensor de derechos humanos. Ha trabajado en Chiapas, San Luis Potosí y Ciudad de México. Correo electrónico: agallardof@hotmail.com

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