Narco Historia | El 8M y la película Ruido: desaparecid@s en México. Por: Sasil-ha Celis

Por: Sasil-ha Celis[1]

“¡No tendríamos que estar aquí! ¡No tendríamos por qué buscar a las nuestras y los nuestros! Ni preguntarnos ¿Dónde están? ¿Quién se los llevó? ¡No tendríamos por qué defender lo fundamental, pero lo hacemos!”

Diálogo en la película Ruido

Desde el inicio de la película Ruido (2022), el ambiente de las primeras escenas nos deja claro la intención que vertebrará la película: los nuevos feminismos. Entre una bruma púrpura, que caracteriza a la Ola verde y Morada, nos encontramos con el rostro de Julia- interpretada por Julieta Egurrola- una madre que busca a su hija desaparecida (Ger). Se le nota, absorta, cansada, harta, frustrada. Marcada por un ruido difuso e intrusivo que le ha causado el miedo, la rabia, el dolor y la incertidumbre de la ausencia de su hija.

Natalia Beristain, directora de la película Ruido, narra el fenómeno tan doloroso de las desapariciones en México. Especialmente las motivadas por la violencia de género que, a pesar de la lucha constante de las mujeres contra ella, aumenta cada día más. Aunque el tema es abordado por medio de la ficción, se retrata perfectamente la complejidad de un México profundamente violentado que lleva todo este siglo sumergiéndose en una vorágine de violencia. Esto ha obligado a las familias a formar sus propios colectivos de búsqueda frente a la indiferencia de las autoridades.

Cuando las cifras son solo cifras

Hablemos un poco sobre los porcentajes, las problemáticas en torno a las definiciones sobre la desaparición y la colusión entre sistema político-corrupción y narcotráfico en México. Lo realmente preocupante es, cómo a pesar de las cifras alarmantes, pareciera que en las instituciones no existieran los nombres detrás de los expedientes. Este tema se aborda en Ruido y tristemente, las situaciones que representa son idénticas a la realidad:

Al consultar el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO), nos encontramos con un total de 273, 527 personas reportadas como desaparecidas, no localizadas y localizadas, de las cuales un 6.94% de personas fueron localizadas sin vida. Por otro lado, una aterradora cifra de 111, 779 corresponde a personas desaparecidas y no localizadas, donde un 87% de esta cifra es de personas desaparecidas y sólo un 12.59% de personas no localizadas.

Te preguntarás ¿Cuál es la diferencia entre una persona desaparecida y una no localizada? La Ley general en materia de desaparición forzada de personas, desaparición cometida por particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de personas[2] hace una distinción entre lo que es una Persona no localizada y una Persona desaparecida. Primero, define como Persona No Localizada a una persona cuya ubicación es desconocida y que, de acuerdo con la información que se reporte a la autoridad, su ausencia no se relaciona con el probable cometido de algún delito.

Por otro lado, una Persona Desaparecida es aquella cuyo paradero se desconoce y se presume que su ausencia se relaciona con la comisión de un delito. Esta categoría se divide en dos: Desaparición forzada y Desaparición cometida por particulares. La primera se comete cuando un servidor público o cualquier individuo con la autorización o apoyo de algún servidor público privan de la libertad a una persona o se abstienen de investigar o dar información sobre el paradero de la misma. La segunda se comete cuando alguien priva de la libertad a otra persona con el fin de ocultar a la víctima o su suerte.

De acuerdo con el centro de derechos humanos Miguel Agustín pro Juárez (PRODH), en los últimos 15 años las desapariciones en México se han exponenciado de manera atroz, y con ello, el límite entre estas dos categorías, “forzada” o de “particulares”, se ha diluido cada vez más. Esto se atribuye, sin duda, a un sistema donde los mecanismos de acción se han transformado en escenas surrealistas. Desde experiencias absurdas e irracionales de papeleo y formalismos, hasta autoridades indiferentes, inhumanas y corruptas que, en sus distintos niveles (nacional, estatal o local), se convierten en cómplices de ellas ya sea por omisión, tergiversación u ocultamiento de los hechos en pro de intereses políticos ligados mayormente al Crimen Organizado.

Crisis forense y colectivos de búsqueda

Podemos afirmar por las cifras y por la poca respuesta ante los casos de desaparición, que el sistema está rebasado. De acuerdo con la antes mencionada Ley general en materia de desaparición, el proceso de búsqueda debe de ser gratuito y oportuno con el objetivo de hallar vivas a las víctimas de este delito. Sin embargo, México enfrenta una crisis forense por falta de recursos que hace imposible garantizar este derecho.

Existen 52,000 cuerpos sin identificar en las morgues del país, tal como se retrata en la película Ruido. En la realidad, esta situación es igual de alarmante con morgues totalmente rebasadas y archivos de víctimas desactualizados. Ante esto, las familias se han visto obligadas a ser sus propios peritos y forenses.

En Ruido, Julia va tejiendo redes con distintas mujeres en búsqueda, que le brindan una alternativa frente al proceso de las autoridades indiferentes. De acuerdo con el Movimiento por nuestros desaparecidos, en México existen más de 40 colectivos de familiares, como Voz y Dignidad por los Nuestros SLP (colectivo que participó en la película Ruido) y 40 organizaciones de acompañamiento que se congregan para buscar con amor y dignidad a sus seres queridos.

Desaparición motivada por violencia de género

Una vez vistos algunos de los problemas y conceptos en torno a la desaparición, regresemos al eje de la película. Una madre en busca de su hija, Ger, se ve atravesada por la crisis forense, los problemas para la definición de cada caso particular, la poca capacidad de respuesta de las autoridades y la nula empatía del sistema hacia los denunciantes. Aunado a ello, la desaparición de su hija es estigmatizada por las autoridades que buscan culpabilizarla debido a las circunstancias de su desaparición: estar de fiesta, portar una bolsita de cocaína y claro, su figura atractiva, porque -siguiendo el machismo sistémico- “¿Qué hace una mujer joven con ropa “provocativa” en una fiesta? Definitivamente ella buscó que algo le pasara…”

Existen diversas aproximaciones a la problemática de la desaparición de personas. Una de las más importantes, que vertebra esta película, está situada en contextos de violencia contra las mujeres, donde la trata con fines de explotación sexual es una de las hipótesis que explica la desaparición, junto con la del feminicidio o el secuestro. 

En los últimos años el Sistema Nacional de Prevención, Atención, Sanción y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, ha emitido una alerta por el aumento en casos de niñas, adolescentes y mujeres desaparecidas. Acorde al RNPDNO, existe un 41.28% de mujeres desaparecidas por entidad federativa, frente a un 58.41 % de hombres. Pero existen varios estados como el Estado de México, Puebla, Guanajuato o Yucatán donde se han invertido las cifras de desaparecidos, poniendo a la cabeza el porcentaje de mujeres desaparecidas, específicamente en un rango de edad de 10 a 19 años.

Tanto en el fenómeno de desapariciones como en el de homicidios en México sucede algo muy similar, a pesar de que la población masculina de desaparecidos es mayor, los móviles ligados a la desaparición de mujeres son asociados principalmente con la violencia de género. Ruido evidencia este aumento de violencia contra las mujeres poniéndolo como eje central de la narrativa.

Camino al 8M: la lucha colectiva como acompañamiento ante la violencia latente y la indiferencia de las autoridades.

El ruido intrusivo, agudo y difuso se transforma en una consigna fuerte y clara ¡No estás sola! Sin duda, las escenas finales de Ruido te erizan la piel. Los colores verde y morado en cada detalle de las imágenes, una bruma púrpura, fuego, pintas carteles, brillantina… La energía de las consignas, los cantos de todas, y el contundente discurso en pro de l@s desaparecidos, es impresionante, un clímax que apela a lo más hondo de las entrañas, que desborda en un río de sororidad, empatía, emoción y acompañamiento en contra de las distintas violencias de género.

            A horas del despliegue de actividades del 8M, vale la pena trascender la secuencia final de la película a la realidad. Seguro todos hemos escuchado frases como: “Esas no son las formas”, “las feministas vandalizan los monumentos históricos”, entre muchas otras. La criminalización de la protesta feminista se ha vuelto un fenómeno muy común motivado algunas veces por la prensa, las redes sociales e incluso por parte de algunas autoridades que señalan que la indignación y el enojo de las mujeres son formas no racionales de solucionar los conflictos.

La socióloga chilena Daniela Cerva Cerna, especialista en temas de género y criminalización de las protestas en México, sostiene que la energía y el en foque del activismo feminista contemporáneo en México proviene de una doble indignación: la rabia ante la epidemia de violencia contra la mujer es intensificada por una mayor violencia institucional, en forma de discursos públicos hostiles, revictimizantes y antifeministas. Justamente, esta doble indignación está reflejada en la película de Ruido

Sin duda, en un día tan poderoso como hoy, es preciso hacer caso al llamamiento de del largometraje y reflexionar como colectividad sobre las formas de protesta para trascender más allá del “Esas no son las formas” y observar el fondo de las denuncias que son un reclamo legítimo de JUSTICIA.

“¡YA NO TENEMOS MIEDO! ¡NO ESTAMOS SOLAS! Y reclamamos ¡JUSTICIA!”

#Hagamosmásruido


[1] Sasil-ha Celis es historiadora de la UNAM, especialista en género, movimientos sociales en América Latina y estética latinoamericana. Integrante de Narco Historia @Narco_Historia. Twitter personal @Sasil01

[2] Publicada en el 2017 con última reforma en el 2022.

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