Lo suntuoso del poder político. Autora: Renata Terrazas

Es difícil ver políticos o funcionarios de alto nivel en México lejos de la pompa y la suntuosidad. Como nuestros hermanos latinoamericanos, no hemos podido erradicar esas costumbres españolas de la colonia que nos llevan a que la función pública se relacione con beneficios y privilegios más que con un servicio público.

Y no, en definitiva, no hablo de los miles de funcionarios que han dejado años de arduo trabajo en sus instituciones para construir un México más justo, más democrático, más moderno. Me refiero a aquellos –que quizá sean los menos, pero son los más vistosos– que abusan del poder y buscan obtener beneficios de la función pública o el cargo político. Me refiero a aquellos que llegan a un cargo porque son hermanos, hijas, cuñados, primos, de un personaje importante en un partido político; esos que por ayudar en la campaña del presidente ocupan un alto cargo en la función pública; aquellos que llegan por un favor a alguien.

Discutir las excesivas remuneraciones de los altos funcionarios, en un país de altísima desigualdad y con índices de pobreza lastimosos es un deber que no podemos eludir, al menos no si en el corazón de los problemas vemos a la injusticia social. Sin embargo, pensar que sólo con una reducción de sueldos se ataja el problema del abuso de los cargos y el beneficio privado de los cargos públicos, es un error garrafal.

Sí, los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ganan mucho dinero comparado con la situación de la mayoría de las personas de este país. La relación entre sus sueldos y el salario mínimo es atroz y la comparación con sus homónimos de otros países no los deja mejor parados. Además, no siempre se vincula el salario con su desempeño ni su experiencia, sino que para muchos es un premio como en el caso de Medina Mora o de las propuestas por López Obrador enviadas hace unos días al Senado.

Pero el despliegue de poder y de recursos no lo vemos sólo en el salario o las prestaciones, lo observamos en los casos de abuso de autoridad y de sentirse por encima de la ley. En ocasiones, con algo tan sencillo como estacionarse en la plancha del Zócalo como sucedió en 2014, o estacionarse en doble fila como sucedió esta semana entre legisladores de Morena que acudieron a una reunión con Andrés Manuel.

Aquello contrasta con ese desenvolverse de AMLO de manera tan natural entre la gente; ya sea en un mitin, un recinto público o en la calle; el comportamiento público del presidente está completamente alejado de la pompa que vemos siempre de la mano de los cargos públicos, y eso es refrescante, aunque para muchos es un tanto chocante.

Se identifica como algo populista, genera escozor y críticas, sobre todo cuando busca imponerse al comportamiento público de los demás funcionarios. Y sí, digo imponerse porque la estrategia del presidente ha sido muy desafortunada al dejar un espacio legal cuestionable, por la reforma constitucional necesaria. Debe asegurarse esta administración de que los cambios no sean para el corto plazo sino el inicio de una era en donde gobernar sea para servir.

Y para lograrlo hay que hacerlo por la vía legal y mediante el diálogo, porque un gobierno que impone y mayoritea es un gobierno autoritario, y de esos hemos tenido varios en los últimos 50 años. Porque el discurso de los 30 millones de votantes no es suficiente.

Gobernar es el arte de convencer, de construir consensos; y ello no implica sacrificar los ideales ni los objetivos y principios que como gobierno Morena se ha puesto. Porque más allá de los detalles que vemos, el corazón del proyecto político –poner a los más desfavorecidos al centro–, es el más loable objetivo que un gobierno debe tener.

Y si en ese proyecto político se incluye reducir la pompa y el despliegue ofensivo de riqueza-tomada entre la clase política y los funcionarios, que se haga bajo el imperio de la ley y bajo acuerdos más inteligentes entre los poderes. Que se acompañen, además, de estrategias para generar riqueza en el país y repartirla, porque combatir la desigualdad no es empobrecer a la gente sino enriquecer al país y atender a los más vulnerables.

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