Yalitza es un nombre que ya todos pronuncian y va y viene con sus diferentes tonalidades de opiniones. Pero lo que más llama mi atención del fenómeno Yalitza es la evocación de la falsedad que se esconde tras la armadura de una igualdad endeble. Porque es mentira que los mexicanos sean tan respetuosos y dignos de las culturas indígenas, tan sólo porque Yalitza ha aparecido en portadas donde aparecen los íconos de la belleza, sólo porque su nombre ha aparecido al lado de otras celebridades que se perciben inalcanzables para cualquier hijo de vecino y ahora, Yalitza, “nuestra” Yalitza como si se tratarse de una propiedad, está ahí y todos muy orgullosos de ella. Como bien dijo un alumno y con todo respeto lo cito: “Parece que de repente descubrieron a un perro que habla”. Así de absurdo resulta tal reconocimiento.
Si tan orgullosos están de ahora “su” cultura indígena ¿por qué no le dan seguro social a la persona que le apoya en casa? ¿por qué le regatean a las artesanas que viven del trabajo de sus manos? Déjenme decirles que han sido muchas las mujeres indígenas que han hecho grandes cosas por sus comunidades pero que como no han salido en esas revistas ni en pantallas de cine, pues seguro ni sus nombres han de conocer, mucho menos sus acciones. A muy pocos de mi entorno les suena el nombre de Eufrosina Cruz por citar a alguna, una mujer indígena zapoteca que ha destacado como activista por la igualdad de género y ahora es diputada local. A ella no le ha sido nada fácil colocarse en ese sitio, no tuvo el golpe de suerte de parecerse a alguien que le recordara a un mestizo. Ella solita, logró darles voz a las mujeres de su comunidad, gracias a ella hoy pueden tener el derecho a voto y es la primera presidenta del Congreso del Estado de Oaxaca. Yo le pregunto a usted ¿es mucho más importante ser nominada al premio Oscar cierto? A este nivel se encuentran las prioridades. No desmerito el reconocimiento a la ahora actriz, seguro alguno debe tener (sigo sin verlo honestamente) sin embargo, sí destaco la ignorancia con la que nos conducimos, la hipocresía con la que nos manejamos. He leído expresiones de mujeres que dicen: “Así es la belleza de nosotras las mexicanas”, mujeres que ni siquiera se le parecen ni tantito, ahora sí, bienvenida la piel morena que por siglos se ha rechazado, nada más falta que se ponga de moda hablar mixteco (lo cual sería algo constructivo). A ella sí le perdonan que no hable inglés, nadie la critica, cuando ya es un requisito indispensable para poder tener un trabajo de medio pelo.
En fin, sigamos alimentando el sistema de la igualdad que parece una especie de totalitarismo, en el que todos tenemos que estar orgullosos y festivos por algo tan banal porque si no lo haces, entonces, la ola de violencia comienza a llevarte y te tildan de malinchista, envidioso, mexicano frustrado y esto último quizá en mi caso algo tenga de verdad, pues reconozco que me siento frustrada al ver qué es lo que atrapa a la mente de los mexicanos.
No me interesa ya hablar sobre la película de Cuarón pues no me gustó y ni vi una gran actuación, pero lo rescatable es el fenómeno que se ha suscitado y pone en evidencia la falsedad con la que nos conducimos. Apelamos a un discurso de igualdad cuando la congruencia brilla por su ausencia, ojalá que en verdad el “mensaje” que dicen tiene el film y éste mismo al haber sido tan aclamado y visto por los mexicanos, realmente genere un cambio de paradigma y comencemos entonces ya a respetar a las comunidades indígenas, a valorar a las personas que apoyan en sus casas de algunos y que en verdad dignifiquen a las mujeres y dejen de verlas como ciudadanos de segunda. Porque se ve muy bien la gente defendiendo a Yalitza de los comentarios racistas y hasta indignándose; pero ojalá no sólo lo hagan por esta chica de escaparate sino por todas esas niñas que aún son vendidas por sus padres, de esas mujeres que aún no tienen los mismos derechos que tenemos muchas mexicanas, ojalá este fenómeno resulte en un interés auténtico y entonces todos estos mexicanos orgullosos verdaderamente hagan algo por las culturas que en realidad sí son la esencia de nuestro país. Espero que cuando pase la euforia por Yalitza no pase ese orgullo y esa indignación y no sea justo una especie de sistema totalitarista que hace de la igualdad un artilugio de mera enajenación e incluso manipulación.
@hadacosquillas