Twitter se ha convertido para mí en un espacio muy difícil e inquietante, no cabe duda que en ese lugar se están librando importantes batallas ideológicas que van definiendo el rumbo político de las diferentes corrientes.
De pronto así como Alberto Cortez, que no es “de aquí ni de allá” no me siento ni chaira ni fifí, ni red amlove ni mucho menos hija de la Mx, al ver los diferentes improperios y deslices que se profieren quienes integran estos grupos sólo por dar un ejemplo, porque hay muchos en realidad.
Uno queda en medio con su dedito temeroso de poner RT o de expresar su opinión en un sentido o en otro.
Red amlove de pronto me define más y me siento identificada hasta que se me ocurre pensar un poquito diferente y querer señalar algunos errores que fraternalmente me gustaría expresar, entonces recuerdo cómo le va al pobre de Hernán Gómez cuando lo hace o al Astillero o a algún incauto que opina que la Guardia Nacional no va, o que AMLO no debería desgastarse tanto en su imagen o que la política laboral del país es súper cuestionable y se me pasan las ganas de opinar con libertad, pues finalmente soy medio nueva en Twitter pero ya me tocaron dos o tres buenas revolcadas, ya bloqueé a alguien o ya me bloquearon a mí, no sé… es una pequeña gran y virtual jungla de bestias que llevo secretamente en mi corazón y nadie se entera cuando voy al trabajo o recojo a mi hijo en la escuela, todos parecemos normales pero ¿qué clase de tuiteros somos? ¿Qué hashtags usamos? ¿Qué perverso video vimos hoy en redes? ¿Qué emociones se movieron dentro de nosotros? Dime a quién arrobas y te diré quién eres. Caras vemos, retuis no sabemos.
Los grupos políticos sí lo saben y por eso han decidido armar sendos ejércitos cibernéticos con bots o cerebros humanos de consigna.
Es todo un arte exponer una opinión pacífica y libre. Pero no imposible. Hay que labrarla y los tuits de pronto se convierten en pequeñas obras de arte de pocos caracteres, que deben sintetizar en un pequeño párrafo una opinión que garantice el derecho a réplica, que sea una comunicación no violenta, que no tenga dobles o triples lecturas en contra de los derechos humanos y que además sea suficientemente ingeniosa y divertida como para que reciba el premio de un RT (retuit).
Quizá en un futuro no muy lejano surgirán twiterastas de profesión. Autores de obras literarias híper breves. Así como el micro teatro, vendrá el nano libro. Who knows?
Vaya locura estos haikús postmodernos. Pero así estamos “comunicándonos” y hay que entrarle. Hay que habitar el Twitter y lograr dotarlo de humanidad, de libertades y resignificarlo. Sí. Hay que hacerlo. Como cada espacio del que debemos apropiarnos en la política, en la calle, en las familias, pues este también. Y celebrar en él otras formas aunque una se sienta o parezca una hippie desfasada.
Comienza la oleada de Hijas de la Mx, se nota el sesgo de derecha, Calderón ya las “felicitó y las defendió” (¡no me ayudes compadre! Parecían decir algunas) arruinando con ello alguna intención de reclutar mujeres que ignoraran que este grupo se pronunciará anti aborto, anti diversidad (muchas de sus integrantes han externado abiertamente comentarios racistas y clasistas) y por supuesto anti AMLO, o anti chairo.
En tiempos de feminismo o sororidad un grupo feminista que se precia de serlo hoy día tiene que saber que el feminismo nace y parte en contra del patriarcalismo en sus formas más primitivas y que el patriarcalismo y el capitalismo están irremediablemente unidos entre sí. Que el capitalismo, el neoliberalismo y sus formas opresoras se resienten en el cuerpo de la mujer. Que el feminismo o es anticapitalista o no es. Un grupo que se asuma hecho por y para las mujeres debe saber y señalar que las formas femeninas que propone la derecha fascista no son feministas en lo absoluto y bueno… una ideología que proponga que la mujer no puede abortar y si aborta debe ser castigada espiritual y penalmente, tanto como señalada socialmente pues, no puede ser un feminismo como tal. Es un burdo adoctrinamiento. Porque se puede estar en contra del aborto a título personal pero aceptando la despenalización del mismo a favor de otras o respetando los derechos ajenos a decidir sobre sus propios cuerpos.
También es cierto que las mujeres tenemos la infinita necesidad de reunirnos en grupos y compartir lo que nos es común y no desdeño el impulso de formar clanes y tribus. Celebro esto. Sólo hay que formar lazos estrechos, sinceros y conformar grupos en torno a principios elevados como la paz, el respeto, la mutua sororidad, el cuidado y la comprensión y siempre, contra viento y marea conservar el espíritu crítico so riesgo de convertirse en secta y de las destructivas. Es fácil formar grupos en torno a los miedos. Y es una absoluta vileza apoyarse en la miseria humana –que a todos nos circunda el espíritu– dicho sea de paso, para formar un movimiento. Esto es deshumanizante pues uno debe proponerse ser mejor y crecer en comunidad, no acentuar flaquezas como el odio, el racismo, la envidia o la falta de conciencia para armar un grupo de ciegos o ciegas donde el tuerto sea el rey o reina. El colectivo debe ser una conciencia superior al individuo y ayudarle a centrarse y resolver sus conflictos de separatidad.
Requerimos urgentemente apegarnos a la comunicación no violenta en medios. Generar estrategias de paz para las redes. Es un nicho de masacres que vamos cargando silenciosamente en nuestro inconsciente y que es una lucha por las mentes individuales y colectivas.
Desde mi pequeña trinchera saco mi banderita blanca y pido paz en las redes.
Paz, pero como dirían los indígenas. Paz con justicia y dignidad. Con libertad de expresión, siempre y cuando esa expresión sea libre. Libre de manipulación y de violencia. Que exista la corrección fraterna y que pensemos bien los contenidos que lanzamos al espacio cibernético. En un contexto social en el que la palabra ya no vale, lanzar una opinión que quede escrita y que alguien más lea puede literalmente enloquecer a quien jamás ha sido tomado en cuenta. Y generarle incluso la ilusión (dellusion dirían en inglés) de que es realmente escuchado. Por eso hay que honrar mucho la palabra y escucharnos mucho acá en la tercera dimensión de carne y hueso, para no ser utilizados y de pronto vivir el sueño apocalíptico de formar parte de un ejército de “bots” mentales del que no podremos desertar o, peor aún, del que no lograremos despertar.
Dulces sueños de paz y feliz vida real a todos.
Adriana Moles @Adrianamoles1
Facilitadora de
Procesos de Base
a través del Teatro
comunitario.
Jurado Fonca
2018/2019
Fundadora de Zirka
Centro de Estudios
del Humor