Erótica de la evolución. Autora: Emma Rubio

Tocar temas como la sexualidad y el erotismo resulta ser una empresa muy redituable y no sólo en el ámbito económico sino también en la esfera de lo prohibitivo. Vivimos en una época que se jacta de ser más liberal, sin embargo, muchos de los discursos sobre el sexo han sido unas veces orgiásticos y otras apocalípticos, pero casi siempre dogmáticos y simplificadores. Sin duda, esto es un asunto que habrá que tratar con la minuciosidad con la que se arma un rompecabezas.

¿Por qué hablo del erotismo como una prueba de nuestra evolución? Porque considero que se requiere no sólo de conciencia sino de autoconocimiento, voluntad y libertad para habitar eróticamente el mundo. Pues si bien es cierto que se ha dado una gran apertura sexual, la cual nos ha llevado a replantear las relaciones personales, un claro ejemplo lo vemos en el aumento de número de personas que voluntariamente deciden vivir solas, la estructura familiar tradicional se encuentra en crisis, quizá el amor esté en crisis o más bien la idea de amor que nos enseñaron. Tal parece que nos acostamos con la ideología de la fidelidad y nos despertamos con la del matrimonio múltiple y el sexo al tornarse un misterio se ha trivializarlo siendo esto el camino más fácil. Rilke nos dejó un aviso de todo esto:

Y del confín
del sexo llegan viejas demandas.
Contra lo oscuro fracasa el Yo.

Me ha costado trabajo aceptar que nuestro destino esté quizás en manos de una inteligencia fracasada pero si tan sólo observamos el entorno, mucho hay de razón en ello, pues vivimos como náufragos de nuestra propia existencia. Es por ello que propongo que nos hagamos buenos navegantes del poderoso e inquieto océano de la sexualidad y el erotismo. Pero para ello, habrá que elaborar la cartografía adecuada, pues por desgracia, nuestros mapas de la sexualidad y erotismo están fragmentados, emborronados y confusos. Rearmar toda esa información es, literalmente, dar solución a un rompecabezas. Posteriormente, tenemos que fijar un rumbo, el cual siempre resultará ser el mismo; el omnipresente y escurridizo ideal de felicidad.

Incluso, hasta podríamos implementar una ética de la sexualidad y el erotismo (ya que andamos de evolucionados) pues la tradición perversa de ligar la ética con la prohibición se debe terminar. La ética de la vida sexual debe conllevar al bienestar y el bienestar sexual es la libertad, el placer y la responsabilidad, de aquí saldrá un manifiesto a favor no de la liberación sexual sino de la experiencia erótica del mundo.

El sexo no es un tema ya tan callado (aunque para algunos sigue siendo tabú de clóset), sin embargo, al instrumentalizarlo, al ser motivo de venta se cae en la gran incongruencia de volverlo parte de un sistema prohibitivo.

Sin embargo, si hacemos una hermenéutica del fenómeno sexual en la sociedad, veremos que la gran metáfora por excelencia es la del orgasmo. El orgasmo como el concepto que describe el placer, la excelencia y el gusto por un hacer. Si un futbolista quiere explicar el placer que le causa meter un gol, dirá ¡ha sido orgásmico mi gol! Y es así como nuestra brújula sentimental remite continuamente al sexo como causa, fin, esperanza o temor pluscuamperfectos. Pero si hay algo que debemos destacar en esta manera de percibir el mundo, nos daremos cuenta de que esta implicación constante al sexo, nos remite a la mera y pura genitalización del mismo y es por ello que se pierde lo esencial y significativo de la intención erótica del ser.

Lo erótico como parte ontológica de la constitución existenciaria del ser debiera ser un gran tema a desarrollar como “civilización”, pues el sexo y lo erótico no es tener relaciones sexuales, no es verdad que todo el mundo esté perpetuamente preocupado por acostarse con alguien. En cambio, si en vez del sexo consideramos la sexualidad y el erotismo como todo el complejo afectivo, vital, psicológico, económico, político, social, jurídico, elaborado a partir de la sexualidad, entonces veremos que en verdad hay mucha razón para darle tanta importancia.

Nuestra pobre evolución nos ha llevado a reducir el sexo a meras y triviales expresiones lingüísticas como joder, follar, echar el polvo, entre otras. La expresión “hacer el amor” muestra en su equivocidad la razón de tantas confusiones ¿Por qué decir amor si queremos sexo? ¿por qué decimos sexo cuando queremos otra cosa?

Un ejemplo de la poca concepción de nuestro erotismo y sexualidad lo vemos en un matrimonio, supongamos que tienen una “aventura”, ya la palabra indica que en esa historia hay algo más que un mero ratito en la cama sino que es un modo de salir de la rutina, de sentirse halagado, excitado, deseado. ¿Pues quién no gusta del placer que provoca el estado de enamoramiento? Un estado en el que te sientes más locuaz, animoso, brillante. El perfecto antídoto del aburrimiento lo cual es más que un orgasmo.

Un viejo proverbio medieval recoge el uso del sexo como alivio al tedio: Pauperes nullum alliud pasatempus habent quam copulam. (La única diversión que tienen los pobres es copular), Pasini, un prestigioso especialista en sexo explica que la infidelidad en un matrimonio termina haciendo la función de antidepresivo ya que otorga todo aquello que se va perdiendo en la vida rutinaria.

Esto es el claro ejemplo de cómo concebimos de modo erróneo el tema de la sexualidad y el erotismo puesto que no requerimos forzosamente del otro para vivir nuestra sexualidad ni para evitar de modo erótico el mundo. Si nosotros mismos somos capaces de sublevar cuanto acontezca en nuestro existir, nuestra sexualidad será parte cualitativa de nuestro ser y no meramente una satisfacción biológica, es decir ese coito de primates y ya.

Hablar de sexualidad y erotismo es hablar de un sistema simbólico, un campo donde la realidad se amplía con la irrealidad, el determinismo con la libertad, con toda una educación sentimental que harán que vivamos desde el corazón. El ser humano en su búsqueda continua de grados mayores de autonomía se ha liberado de los instintos perdiendo de este modo unas muy eficaces muletas.

Nuestra evolución como especie ha vejado nuestra esencia como seres. Para lograr habitar eróticamente el mundo, sin duda para mí el camino más idóneo es el arte, ya que es donde podemos echar por la borda toda norma, coacciones, modelos y tradiciones. La sexualidad se desentiende de responsabilidades, se hace lúdico e inocente. En el arte podemos romper todas esas cadenas y encontrar ese rincón esperanzador de la naturaleza humana.

@Hadacosquillas

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