Entre Bandera y Duguin. Autor: Federico Anaya Gallardo

En mayo-junio de 2015 se conmemoraron los 70 años de la liberación de Europa (8-9 de mayo de 1945) y del campo de concentración de Auschwitz (27 de enero de 1945). Eso pasó hace siete años, pero ya había empezado la actual tragedia ruso-ucraniana. Maciek Wisniewski escribió para La Jornada una triada de artículos sobre lo que él llamó “aprisionamiento de la historia” (Ligas 1 a 3.) Maciek afirmó entonces que en los modernos campos de batalla el arma más poderosa no era el tanque de guerra sino la Historia. Por ello importa e impacta la imagen de la ancianita de Járkov ondeando su bandera roja soviética en la guerra actual. Nos dice Wisniewski: “Matar a un enemigo importa, pero antes conviene sujetarlo a nuestra propia versión del pasado”. La memoria histórica sirve para justificar las acciones político-militares del presente.

Seguía Maciek (cuyos textos son tristemente actuales): “Según Kiev, Ucrania def[iende] a Europa de la invasión de Putler –Putin+Hitler– (¡sic!); según Moscú, los separatistas de Donbas ‘la def[ienden] de los neo-banderovsty”/herederos del hitlerismo (algo más acertado, pero igualmente instrumental).” “Banderovsty” se refiere a los seguidores de Stepán Andríyovich Bandera (Степан Андрійович Бандера, 1909-1959), el líder más famoso de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (Організація українських націоналістів [ОУН], Organizátsiya ukrayínskyj natsionalístiv [OUN]). La OUN colaboró con los invasores nazi-fascistas y participó en las masacres contra judíos ucranianos y contra la población polaca en Ucrania occidental. Durante la Guerra Fría, los servicios de inteligencia de la nueva Alemania Federal, de Inglaterra y de EU usaron a Bandera para infiltrarse en la Ucrania soviética. Pese al poco éxito de las potencias capitalistas en subvertir la Ucrania soviética, la KGB asesinó a Bandera en 1959 –con lo que sembró una idea de “héroe-mártir” que hoy en día florece.

Stépan Bandera es uno de los símbolos que la derecha ucraniana actual ha procurado reivindicar. Desde 1992 algunos “banderistas” empezaron a levantarle estatuas –alguna debió erigirse tres veces, pues en dos ocasiones el monumento fue demolido con explosivos. A principios de 2010, el tercer presidente ucraniano, Víctor Andríyovich YUshchenko (Віктор Андрійович Ющенко, n.1954) declaró a Bandera “héroe de Ucrania”. Esta rehabilitación fue condenada por el Parlamento Europeo y por organizaciones judías, polacas y rusas. Un mes más tarde, Yushchenko perdió estrepitosamente su reelección frente a Víctor Fiódorovich Yanukóvich (Віктор Федорович Янукович, n.1950) quien anuló la declaración a favor de Bandera. La Rada o parlamento y las cortes ucranianas hicieron lo mismo. Sin embargo, en la Ucrania occidental se han levantado de 1992 a la fecha (2022) al menos siete monumentos a Bandera. En 2019, el actual presidente ucraniano, Volodímir Oleksándrovich Zelenski (Володи́мир Олекса́ндрович Зеле́нський, n.1978) declaró que Bandera “era una de las personas que defendió la libertad ucraniana… es un héroe para cierto porcentaje de ucranianos. Es normal y está bien.” Lo anterior lo dijo en una entrevista con Ukrainska Pravda, reportada en 2021 por Kyiv Post. (Liga 4.) Kyiv Post informa que hace un año 70 legisladores de la Rada Suprema apoyaron una iniciativa para regresar el título de héroe a Bandera. El congreso cuenta con 450 curules y los proponentes son sólo el 15% de la asamblea. Pero el sentimiento “banderista” se había avivado con el recrudecimiento de la crisis entre Ucrania y la Federación Rusa. En enero de 2021, el gobierno de la ciudad capital (Kiev) decidió cambiar el nombre de una avenida de “Moscú” a “Bandera”. (Liga 5.) Un juzgado anuló la decisión casi inmediatamente; pero el intento muestra que dentro de la estructura republicana ucraniana anida una desconcertante admiración por la versión local del fascismo europeo.

Hay quien afirma que Ucrania “abrazó la democracia” y Rusia no. Timothy Snyder denunciaba en 2014 que detrás de las pretensiones de Putin contra Ucrania había una idea de “Eurasia” tomada de la obra de “Alexander Duguin, quien nunca ha escondido su admiración por el fascismo”. (Liga 6.) Ya te he contado de Duguin en este espacio, lectora: es un filósofo nacionalista con espacios en el telecanal Zargrad Primero Rusia quien ha declarado que “el pueblo Ruso quiere economía de izquierdas, justicia social, socialismo… y una fuerte política de derechas. Queremos Zar y Socialismo.” (Liga 7.)

A mí me parece que en ninguna de las dos sociedades que hoy se hacen la guerra hay una cultura pluralista y respetuosa de los derechos humanos. La facilona identificación de la causa ucraniana con las libertades que representa la Unión Europea es contradicha por el “banderismo” ambiente en Kiev. La aún más facilona caracterización de la causa rusa con una defensa de los viejos ideales socialistas de la URSS es contradicha por la prevalencia del “duguinismo” en la visión moscovita. Aquella región parece atrapada entre un fascismo ucraniano del pasado (Bandera) y un fascismo ruso del futuro (Duguin).

Si, como decía mi Nana Mary, “no hay ni qué agarrar” entre ambos contendientes en la actual guerra, ¿qué deberíamos exigir como miembros de la comunidad internacional? Una cosa a la vez superficial y fundamental… el respeto al Derecho.

Una de las razones por las que me concentré en el debate ucraniano sobre Stépan Bandera es porque el mismo ha transcurrido en parte en los tribunales. Bandera y su OUN estaban asociados con el Estado nazifascista que buscó exterminar al pueblo judío y reducir a la esclavitud a todos los pueblos eslavos. Que los fascistas ucranianos –más religiosos y tradicionalistas que los nazis alemanes– hayan soñado que podrían utilizar el empuje de los panzers para lograr una Ucrania independiente es una anécdota más de la estupidez humana. El Derecho Internacional y diversas constituciones han consagrado de diversos modos la protección de la memoria histórica y la prohibición del racismo nazifascista. En parte es por ello que los tribunales ucranianos han podido detener las declaraciones de “héroe” para Bandera.

En contraste, la memoria de la голодомор (holodomor, hambruna) no ha provocado un debate constitucional tan intenso. La Rada Suprema la declaró oficialmente como genocidio en 2006, aunque la ciencia histórica no podría sostener que hubo un exterminio intencionado de la nación ucraniana. Tristemente, el pueblo ucraniano no estuvo solo en la tragedia que produjo el “gran salto adelante” de la industrialización soviética –el hambre arrasó igualmente a pobladores de Rusia, el Cáucaso Norte y Kazajistán. (Liga 8.)

¿Qué otra cosa nos aporta el Derecho en este debate? La formalización de la geopolítica en las cartas fundacionales de la moderna República de Ucrania. De esto te platicaré la semana que viene, lectora.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:
http://www.jornada.unam.mx/2015/05/29/opinion/016a1pol

Liga 2:
https://www.jornada.com.mx/2015/06/05/opinion/022a2pol

Liga 3:
https://www.jornada.com.mx/2015/06/19/opinion/020a2pol

Liga 4:
https://www.kyivpost.com/ukraine-politics/lawmakers-ask-zelensky-to-return-hero-of-ukraine-title-to-bandera-shukhevych.html

Liga 5:
https://www.kyivpost.com/ukraine-politics/court-cancels-renaming-capitals-moscow-avenue-to-bandera-avenue.html

Liga 6:
https://www.nytimes.com/2014/02/04/opinion/dont-let-putin-grab-ukraine.html

Liga 7:
https://www.youtube.com/watch?v=zKnOECC6YIY&ab_channel=RicardoMarquinaMonta%C3%B1ana

Liga 8:
https://www.nytimes.com/2014/11/28/opinion/stalin-father-of-ukraine.html

Federico Anaya-Gallardo
Federico Anaya-Gallardo

Abogado y politólogo. Defensor de derechos humanos. Ha trabajado en Chiapas, San Luis Potosí y Ciudad de México. Correo electrónico: agallardof@hotmail.com

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