La manipulación cultural que durante décadas ha ejercido sobre la población mexicana la televisión comercial, mediante la producción de héroes y mitos yanquis promoviendo a profundidad como condición ineludible la participación de supermanes y hombres murciélagos y nunca la importancia de la colectividad en la solución de sus problemas (a ello también contribuyen los medios y la academia), promoviendo de manera invisibilizada la impotencia de lo mayoritario y al mismo tiempo la nefasta creencia de que se requiere de la participación de superhéroes para la superación de los problemas de la colectividad, estimula la incapacidad para toda transformación social pues sólo son los superhéroes los únicos que pueden resolver los graves problemas nacionales.
Y si a esto sumamos el fomento avasallador de una mentalidad milagrera con virgencitas y santos (todo siempre individualista), al paso de los tiempos los depredadores han logrado convencer a la población de la inutilidad de todo esfuerzo colectivo para librar a los mexicanos de los agobios que políticos priístas, panistas y compinches que los secundan cotidianamente les asestan. Tan nociva realidad se manifiesta hoy, de manera conmovedora y esplendorosa en las enormes filas de peticionarios que acuden a las oficinas de San Andrés Manuel, en espera de solución para todo tipo de problemas (las largas formaciones deberían ser para la construcción de las más diversas organizaciones populares). Quienes enajenadamente suponen que el nuevo santo de la política mexicana habrá de librarlos por arte de magia de los estropicios que durante décadas han humillado a la población, imaginan que con solamente levantar su mano San Andrés Manuel habrá de resolverlo todo (igual que un supermán o una virgen de Guadalupe), o por lo menos así lo hace suponer las enormes filas de peticionarios que durante horas aguardan con increíble ingenuidad ciudadana.
Aún falta que Morena sea capaz de hacer entender a la desesperada ciudadanía que las grandes soluciones no podrán provenir nunca de ningún superlíder sino del propio accionar como ciudadanos, de su esfuerzo como hombres y mujeres que deberán organizarse para resolver los agravios que impunemente les han aplicado con toda elocuencia los energúmenos de siempre (muchos de los cuales ya buscan instalarse en el nuevo partido en el poder) ¿Cómo va a lograr Morena volver laicos a los confesionales? ¿Dejará de esperar supermanes la ciudadanía permanentemente agredida? ¿Morena será capaz de asumirse como promotora de una solución, independiente y democrática, para los perennes problemas de la población?
Las multitudes no acarreadas que inundaron el zócalo de la ciudad de México para celebrar el triunfo avasallador de San Andrés Manuel, no asistieron a celebrarse a sí mismas, como debería haber sido por la enorme dignidad de su comportamiento al sepultar con decenas de millones de votos a priístas y panistas, todos ellos ya muy bien dispuestos a seguir aplastando a millones de mexicanos cuya única ilegalidad es la pobreza en la que los señores de la economía y la política se han acostumbrado a mantener a la población. Las mayorías han mostrado el inmenso poder de ellas mismas, pero aún son incapaces de reconocerlo. Ahora es el tiempo de los ciudadanos, luego, quién sabe.