Anaya y su reality show. Autora: Emma Rubio

Foto: Especial. Facebook Ricardo Anaya Cortés.

Llevamos ya algunos días en los que el señor Ricardo Anaya nos está intentando demostrar no solo su intención sino su supuesta motivación para ser nuestro presidente. La verdad no sé qué sentir exactamente, porque si soy honesta, me parece irrisorio pero también indignante. El cinismo de los políticos me parece obsceno, tal parece que están programados para ser máquinas de disociación cognitiva y les insertaran un chip de gozo por el absurdo.

En definitiva, las elecciones venideras serán una mofa a la propia política. Bastos son los memes que describen de mejor manera la realidad de la carrera política del señor Anaya, su sueño pueril de ser el presidente de la nación es más justo como un estribillo de canción “popera” de los ochenta que una posibilidad para quienes tenemos el deber ciudadano de emitir un voto para jugar a que jugamos a la democracia; pues a fin de cuentas, sabemos que esto de la política es un ardid.

Lamentablemente, sí existen seres humanos que ven en él una opción, pero vaya tampoco es para preocuparse pues no son tantos como él mismo añora, en realidad aún nos quedan un par de años para demostrar que la ciudadanía es pensante y que lejos de estar decepcionados por la praxis del gobierno actual, estamos esperanzados y no porque seamos alienados del maloso comunista Andrés Manuel sino porque sabemos que se están llevando a cabo los cambios y que es poco a poco y no es tan fácil como subirse a una camioneta último modelo con un valor de miles, fingir empatía con los de a pie y llevar su propio itacate por aquello de las amibas de los pobres. Honestamente se requiere muchísimo más para hacernos creer tremendas patrañas, es un espectáculo de muy bajo nivel, tal parece que se lo anda produciendo TVAzteca o Televisa.

Cada vez que veo uno de sus capítulos del señor Anaya recuerdo la célebre frase de Voltaire: “Un gran uso de las palabras es ocultar nuestros pensamientos”. A este hombre me dan muchas ganas de decirle que se ayuda más guardando silencio.

Anaya no es más que el chiste chistoso de la política porque el del mal chiste lo tiene Samuel García, pero a este muchachito le reservo otra columna, no vaya a ser que se indignen los seguidores de Anaya por tremebunda relación.

Pero ya poniéndonos más serios, sí debo decir que es exasperante el ejercicio que está llevando a cabo este señor al cual seguramente están financiando algunos de esos empresarios furiosos porque ya están teniendo que pagar impuestos, es irritante porque seguro lo están apoyando todos aquellos que se sienten indignados ante la congruencia de un presidente que no se ha valido del poder para lograr la popularidad que tanto les genera incomodidad, pues le pese a quien le pese, sí tenemos un presidente que se ha formado para ponerse la vacuna como no lo han hecho otros dirigentes, viaja como cualquier ciudadano y no se ha montado fiestas aéreas de millones de pesos a cuenta de la pobreza del país. Les enfurece que tenemos un presidente que ha puesto de manifiesto toda la podredumbre en la que nos han tenido sometidos. Obviamente no tenemos presidente perfecto porque ese no existe, pero sí tenemos uno que se ha ganado 70% de aceptación por su congruencia y coherencia y claro que ha cometido errores sobre todo al rodearse de gente que ni comparte sus ideales y eso es lo que mancha su proyecto, sin embargo, lo que hasta ahora se ha visto aun pese a la pandemia con todo y que le quieren criminalizar no será jamás igualado por un diminuto político como Ricardo Anaya, pues es como querer correr cuando apenas se está aprendiendo a gatear. En fin, suerte a Ricardo Anaya con su reality porque honestamente no soy fan de ellos y poco me interesa seguirle los pasos. Esta columna tan solo pretende poner de manifiesto lo nihilista que puede resultar la política cuando seres como Anaya se ponen a soñar.

Emma Laura Rubio Ballesteros
Emma Laura Rubio Ballesteros

Licenciada en filosofía, maestra en educación y especialista en Teoría Crítica y hermenéutica, certificada en educación socioemocional. Autora de diversos artículos en revistas académicas

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