AMLO: testamento político previendo una contingencia no deseada. Autora: Ivonne Acuña Murillo

Foto: Gobierno de México.

Por: Ivonne Acuña Murillo

Como suele ocurrir en política, las especulaciones en torno a la salud del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el procedimiento médico al que se sometió el viernes 21 de enero, y lo que él mismo llamó su “testamento político” no se han hecho esperar. Por supuesto, las críticas de quienes no le reconocen ningún mérito tampoco, mismas que corren al lado de los buenos deseos y el apoyo firme y continuado de quienes le ven como su líder y apuestan a que lleve a buen término su sexenio y con este las bases del proyecto de transformación prometido.

No cabe en la cabeza de sus detractores la idea de un testamento político diferente a aquel encaminado a seguir en el poder para el beneficio de unos cuantos, y aprestan la pluma y la lengua para denostar, una vez más, a quien amenaza los privilegios de aquellos a los que sirven.

Y entonces siembran la duda con preguntas insidiosas: ¿Quién se cree para decirnos qué hacer en caso de que ya no pueda seguir en su encargo? ¿Quién se cree si ya en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos está prevista y resuelta una contingencia de ese tipo? ¿Quién se cree para decirnos quién deberá gobernar en caso de que él ya no pudiera hacerlo?

Y lanzan textos como “Testamento aleja a AMLO de Juárez y acerca a López de Santa Anna” (La Otra Opinión, 23 enero 2022), para afirmar “Resulta que mientras Benito Juárez nunca hizo un testamento, quién sí dejó claras instrucciones por escrito fue Antonio López de Santa Anna. Con lo que queda demostrado que la historia puede ser muy aleccionadora.”

El texto, firmado con las iniciales “JZ”, aparece en el sitio (mencionado arriba) de uno de los odiadores más virulentos del presidente López Obrador y de cuyo nombre prefiero no acordarme. En este se pretende sostener, en 7 pequeños párrafos que no sobrepasan las 211 palabras incluyendo el título, una supuesta similitud entre López Obrador y López de Santa Anna.

El texto está pensado para aquellas personas que no pasan del título, asumiendo que su lectura es suficiente para formarse una opinión. Equivocada estrategia pues de tomarse el tiempo (1 minuto) que conlleva leerlo, se darían cuenta que no ofrece información ni argumentos para defender lo que se anuncia desde el título, mismo que se replica en dos de los 7 párrafos. Otros dos reproducen muy parcialmente lo dicho por el primer mandatario en el mensaje enviado a la ciudadanía, sobre el cateterismo llevado a cabo en el Hospital Central Militar y su mención del testamento.

En ningún momento se alude el contenido del testamento de López de Santa Anna, ni en que se parece al de AMLO, mismo que por otro lado no se ha dado a conocer; no se ofrecen tampoco los argumentos o el contexto que llevaron o impidieron a Benito Juárez García hacer su propio testamento. Bueno, ni siquiera se hace un esfuerzo por hacer un pequeño juego de palabras entre los dos “López”.

Nuevamente, desde la oposición se presume que quien sigue a los medios que le apoyan y se informa a través de ellos es idiota y que no tiene criterio ni ideas propias. Que le basta con un texto “libre de contenido” para formarse una opinión y continuar apoyando el proyecto de país de unos cuantos que, ciertamente, no le incluye.

“Mala leche” o mala lectura de un mensaje que no va dirigido a quien no quiere escucharlo, a quien se ha plantado como acérrimo opositor político, incluso enemigo personal, del primer mandatario, a quien únicamente puede ver como un loco, un mesías, un dictador, un ególatra.

Por el contrario, como sostiene el periodista y presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano Jenaro Villamil: “Cuando un mandatario, un líder menciona un ‘testamento político’ habla de la continuidad del cambio, de mantener el mandato recibido por los votantes en caso de ausencia. Lo demás son especulaciones vulgares, a la altura de las miserias y del zopilotaje” (tuit del sábado 22 de enero).

El video grabado por el presidente el sábado 22 de enero, va dirigido al pueblo que le ha seguido y sigue, a su grupo de colaboradores, a quienes han defendido un proyecto alternativo de Nación convencidos(as) de su necesidad y viabilidad. A quienes se sienten aliviadas(os) porque el presidente esté de nuevo en Palacio Nacional al frente de los asuntos del Estado. A quienes le han entregado su confianza y a quienes incluso le aman. El mensaje no deja lugar a dudas sobre a quién va dirigido:

Y ya estoy de nuevo aquí en Palacio. Ya muy tranquilo y pues muy contento porque tenemos que consumar la obra de transformación […] Yo creo que ya sentamos las bases para la transformación del país, sobre todo de que ya no se permita la corrupción, desterrar la corrupción de México y que se voltee a ver a los pobres, a la gente humilde. Yo creo que eso ya está internalizado: no a la corrupción y sí al amor al prójimo, sí a la justicia, sí a la fraternidad. Pero nos falta un tramo, hasta septiembre del 2024 si así lo dispone o lo sigue disponiendo el Creador, la ciencia, la naturaleza […] Quiero también decirles que yo tengo un testamento político. No puedo gobernar un país en un proceso de transformación, no puedo actuar con responsabilidad, además con estos antecedentes del infarto, la hipertensión, mi trabajo que es intenso sin tener en cuenta la posibilidad de una pérdida de mi vida. ¿Cómo queda el país? Tiene que garantizarse la gobernabilidad. Entonces tengo un testamento para eso. Afortunadamente, no va, creo yo, a necesitarse y vamos a seguir juntos queriéndonos mucho. Porque amor con amor se paga y así como ustedes me quieren a mí yo les quiero a ustedes. Y a lo mejor un poquito más. Vamos adelante, tengo unas ganas de regresar a las giras y esto me estaba deteniendo. Entonces ya los médicos me autorizan que puedo hacer mi vida normal. Es decir, que me puedo aplicar a fondo y que hay presidente para un tiempo, el necesario, el indispensable, el básico para llevar a cabo los cambios y la transformación […] Yo espero que ya no hablemos de esto y solamente de la felicidad de nuestro pueblo, de cómo vamos a ir enfrentando los grandes, los graves problemas, cómo vamos a seguir resolviendo todo lo que nos afecta como sociedad, como colectividad, cómo vamos a seguir fortaleciendo la grandeza de México.

Evidentemente, estas palabras no son para quien le apuesta a la enfermedad o muerte del presidente en funciones, a la quiebra del orden político y social, al usufructo elitista de los recursos del país, a la deriva moral, a la infelicidad de las grandes mayorías.

Es el mensaje de un hombre que se vendió a sí mismo, y a quienes decidieron seguirlo, la idea de que un país mejor es posible. Para López Obrador no es suficiente ocupar la silla presidencial, nunca fue su objetivo llegar, encerrarse en Palacio, como hicieron otros de triste memoria, y dejar al país rodar. Por el contrario, convertirse en presidente de la República fue un sueño largamente anhelado pero un requisito indispensable para conducir al país a través de un proyecto colectivo basado en el diagnóstico de aquello que debía hacerse.

Es así como, de manera evidente, López Obrador no descansa, trabaja por el país de lunes a domingo, desde las 6 de la mañana, en que tiene lugar la reunión de seguridad, hasta que se acuesta. No le detiene la pandemia, su propia salud, la resistencia de las élites que buscan desbarrancar a su gobierno aun a costa del pueblo y su bienestar. Busca vencer a la adversidad en que podría traducirse una salud afectada por un infarto y la hipertensión, alargar su vida hasta hacer realidad la profecía autocumplida.

Pero, por si acaso esto no se lograra, ha escrito su testamento político, aquello que quisiera decir a quien ha de sucederle, no solo en la presidencia, sino al frente del movimiento social que ha formado y que le sostiene, en caso de que no hubiera tiempo. Es más, se puede inferir que su testamento trataría de evitar que se hagan pedazos quienes encabecen al movimiento social y al partido político, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que ha creado y continúen con el proyecto alternativo de Nación, una vez que no pueda él contener las contradicciones internas ni del movimiento ni de Morena.

A quien observa de manera atenta no pueden pasar desapercibidas las señales que el presidente ha estado mandando en torno a su salud y la posibilidad de que algo contingente ocurra durante su mandato.

Ciertamente, es la primera vez que lo hace de manera tan directa, pero en eventos tan importantes como lo fue su tercer Informe de Gobierno, que más pareció uno de fin de sexenio que de medio mandato, mencionó indirectamente la posibilidad de no concluir su administración. En este caso, anunció haber cumplido su misión: “Vamos bien y estoy seguro de que la gente va a votar a finales de marzo del año próximo porque continúe mi periodo constitucional hasta finales de septiembre de 2024. Desde luego no solo es esto lo único que necesito para cumplir mi misión: falta lo que diga la naturaleza, la ciencia y el Creador, no podemos ser soberbios. Pero si tengo suerte y termino, creo que vamos a consumar la obra de transformación y no dejaremos ningún pendiente.”

Asimismo, en el mensaje a la Nación que se transmitió durante la conferencia de prensa del 11 de enero, y ya en aislamiento por su segundo contagio de Covid-19, afirmó: “Hay que echarnos para adelante y tenemos como protección al Creador, a la ciencia y, además, las ganas de vivir para llevar a cabo la transformación de México, un abrazo”.

De manera que su prisa por sentar las bases del cambio en sus primeros tres años de gobierno no respondió solamente a una lógica política en términos de lo que dura el poder de un presidente bajo la lógica sexenal, sino a la conciencia de su finitud, de un tiempo de vida marcado por un infarto, la hipertensión y el trabajo continuo a que ha sometido mente y cuerpo. Todo lo dicho le motivó a redactar un testamento político previniendo una posible contingencia no deseada.

Mirada desencantada

No puede pasarse por alto que a pesar de que el presidente en el mensaje posterior a la intervención médica de que fue objeto hizo un ejercicio directo y claro de rendición de cuentas, él y quienes se ocupan del área de Comunicación Social cayeron en falta al no comunicar a la ciudadanía con transparencia, responsabilidad y anticipación que el presidente de la República iba a ser ingresado al Hospital Central Militar para una intervención cardíaca, misma que podría haber tenido un final diferente, y que mientras esto ocurría, quedaba al frente del Estado el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández; esto es, debieron operar los mecanismos consignados en el Artículo 84 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.


Ivonne Acuña Murillo.

Socióloga feminista, académica de la Universidad Iberoamericana. Analista política experta en sistema político mexicano y género. Autora de más de 250 artículos periodísticos y 25 académicos publicados en periódicos y revistas de circulación nacional. Ha contribuido al análisis del presente y el futuro de un país que se desgarra en múltiples medios escritos, radiofónicos y televisivos, tanto nacionales como internacionales.

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Un comentarios

  1. Por partes. En efecto, ¿quien se cree Obrador para hacer un Testamento Político y/o agregar una cláusula política a su Testamento? Otros lo han acusado de Mesías, pero el se encarga de despejar toda duda. El Presidente, el que sea, por supuesto es una figura Histórica, tan histórico López Obrador como Calderón, Fox, Peña, Huerta, Santa Anna, etc. Pero no deja de ser un mandatario que debe cumplir y acatar las leyes y aún y si no dura en su encargo más de 45 minutos, es la Constitución a la que han jurado cumplir y hacer cumplir la que determina lo que sucede una vez falta. Nada faculta al Ejecutivo a hacer un Testamento de observancia obligatoria para seguir sus politicas, por tanto un testamento de ese tipo está lejos del alcance de Lopez Obrador.

    Por otro lado se puede apreciar la hipocresía de López Obrador al haber afirmado en su dichosa tribuna Pública que, por un lado, ya estaba satisfecho y ya había logrado todo lo que se propusiera hacer y por otro, dejar un testamento que pretende continuar con si legado por fin, ya está todo hecho o no?

    Finalmente, se nota entonces que efectivamente no gobierna para todos los mexicanos, como en teoría debería hacerlo. Gobierna para los suyos, que le babean y aplauden aún y cuando en TODOS los indicadores de bienestar del País estamos PEOR que en cualquier otra administración anterior neoliberal o no. La corrupción que ya había sido erradicada al compás de un pañuelito blanco, sin ir más lejos, es tan turbia como para permitir que un niño sea desenterrado en Iztapalapa y se le encuentre en un reclusorio Puebla. Si eso no ejemplifica el fango en que realmente nos tiene una administración tan inepta, no se que lo haría.

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