2382 capítulo 1. Autor: Alejandro Marengo Pérez Duarte

Foto: Pixabay

I

Por: Alejandro Marengo Pérez Duarte

Los científicos habían descubierto en el año dos mil trescientos ochenta y dos después de Cristo, el señor de muy  pocos sujetos en estos tardíos tiempos del futuro– en los que se cree en la ciencia por los avances tecnológicos de la  época-   y, a su vez,  se deposita la fe en lo que la razón humana puede conseguir por medio de la técnica científica, se había descubierto la manera de  clonar cerebros  de sujetos  y vincularlos a una inteligencia artificial; es decir, la técnica científica había llegado a tal punto de desarrollo en el  que con un poco de restos biológicos de un sujeto, un organismo podía reproducirse por medio de la clonación; y después cablear su cerebro a otra máquina que puede simular una vida entera. Los clones despertaban para ser cableados por decirlo de la manera más sencilla posible, se podía clonar a quien fuera con un poco de sus residuos biológicos.

El asunto interesante al cablear a los clones, el objeto de estudio de lo que desconocían los científicos, la respuesta que buscaban era: ¿se reproduce el mismo sujeto que existió si se clona a un organismo del cual solo se conservan residuos como huesos?

Los científicos más destacados se reunieron en la corporación y fueron a rendir cuentas al déspota oligarca que financiaba este complicado proyecto. No imaginaban que el billonario iba a exigirles realizar una de sus torcidas fantasías filosóficas y cínicas.

Durante la reunión corporativa, el dueño de la corporación imaginaba ser Gog, un personaje de Giovanni Pappini,  sus empleados le decían: Gog. El nuevo Gog que había vivido ya todas las experiencias y experimentado lo más posible  dijo a sus empleados científicos:

-Lo que quiero de ustedes puede sonar a un disparate o un delirio, pero su nivel de salario y beneficios los ha acostumbrado a realizar mis fantasías más inverosímiles. Requiero que ustedes encuentren los restos de sujetos de los siglos: XVIII,  XIX y XX. Díganme, ¿es posible clonar restos biológicos tan viejos?

-Claro, señor, necesitamos encontrar sus huesos, con eso creemos será suficiente, si están hechos polvo será un tanto imposible.- Respondió con servilismo el líder de los científicos.

-No vayan a hablarme de ética- exclamó el oligarca- quiero a Hegel, Marx, Nietzsche, Heidegger y Adam Smith clonados. Busquen sus tumbas, busquen sus restos, los quiero: adultos, capaces de atestiguar las infames atrocidades acontecidas durante el siglo XX. ¿La inteligencia virtual está lista para simular los acontecimientos del siglo XX en la mente de estos sujetos? Quiero estudiar sus reacciones, su colapso al atestiguar la barbarie, quiero saber sobre su sufrimiento y el derrumbe de sus pensamientos.

-¡Iniciaremos inmediatamente la búsqueda,  señor!- Respondió con adulación el líder de los empleados científicos del comité corporativo.

II

Los días acontecieron y el grupo de científicos obtuvo un resultado para la corporación que les pagaba sus comodidades y ambiciones de poder. Tenían a las criaturas solicitadas, sus organismos en etapa de maduración completa, eran una réplica idéntica de los retratos de cada personaje solicitado por el oligarca del futuro: Gog.

El proceso de clonación se logró gracias a qué fue posible encontrar restos óseos y saquear sus tumbas, el respeto religioso era algo que en estos días no se conservaba ya. La ciencia y las ambiciones mundanas lo eran todo.

Los individuos clonados eran procesados para madurar aceleradamente. Desde su nacimiento nunca dejaban de ser organismos en una especie prisión corporal; dependían de que su organismo estuviera conectado a una máquina que les alimentaba y eran conectados a una inteligencia artificial que les proveía de fantasías y vivencias por medio de un programa conectado a su sistema neuronal.

Gog entró al laboratorio y permaneció maravillado con los cuerpos maduros en estado vegetativo que estaba contemplando.

  • ¿Están listos para que la simulación del siglo XX inicie en sus mentes?

Peguntó a sus empleados de la técnica .

  •   Sí, señor.

 Contestó con pulcritud el líder del grupo de científicos.

  • Los clones están en edad adulta como lo solicitó señor Gog. Ahora mismo mando traer al líder de los programadores del proyecto: Siglo XX virtual, señor.
  • De acuerdo, ¡Que se de prisa!

 Exclamó el oligarca con impaciencia. Entró al laboratorio el líder de los científicos programadores.

  • ¿Tienes lista mi simulación maestro programador?
  • Así es señor Gog.

Respondió con un entusiasmo zalamero.

  • Quiero una simulación del Gulag en Rusia lo más apegada al terror estalinista para Hegel y Marx, quiero una simulación de los horrores de Buchenwald para Nietzsche y Heidegger, quiero  que sientan el horror de la primer bomba atómica de la humanidad todos ellos, quiero que también pongas al creador del capitalismo Adam Smith en África. Deseo torturar tanto al recuerdo de estos pensadores. Yo soy un Gog pero de la técnica y la bajeza a diferencia del personaje de Pappini. No quiero errores maestro programador. Deben sufrir la pesadilla de sus ideales estos siniestros canallas.
  • Desde luego mi programación tiene la técnica, y los conocimientos científicos adecuados señor Gog.
  • Serás recompensado si todo sale como espero maestro.

Entonces mandó el déspota oligarca traer al líder de los científicos neuropsicológicos.

  • ¡Aquí está el líder de estos neuro-conductistas materialistas! Exclamó el oligarca.
  • A sus órdenes señor.

Dijo con seriedad el líder de los científicos en turno.

  • ¿Todo está preparado para el experimento y el registro de los fenómenos mentales en estos sujetos? Quiero saber las palabras de sus pesadillas, quiero entender sus reacciones.
  • Todo está preparado señor Gog. Respondió con dificultad y nerviosismo el hombre de bata blanca.

Caminó el déspota oligarca hasta una salón inmenso repleto de pantallas. El maestro de los programadores iba explicándole cada sección y cada instrumento que el señor observaba y su función.

  • Vaya que son sorprendentemente semejantes estos clones a los retratos de los filósofos que vi en los libros de historia del siglo XX. ¡Que buen trabajo muchachos! Exclamó el oligarca mientras observaba las cápsulas llenas de líquido en las que los cuerpos clonados permanecían en reposo. Las cápsulas estaban llenas de cables que terminaban conectados a la parte posterior del cráneo de los clones de filósofos y pensadores.
  • Déjame ver el destino mental de estos tipejos idealistas maestro programador-.

 Ordenó el déspota oligarca, el empleado inmediatamente colocó en una proyección hologramas en tres dimensiones de un campo de trabajo soviético: un campo de trabajos forzados sin muros, estos últimos no eran necesarios por la temperatura del exterior.

  • ¡Son perfectos!

Celebraba infantilmente el déspota.

-Aquí van a entender las consecuencias de sus ideas el dialéctico ese obsesionado con esclavos y amos , y el supuesto materialista que creyó en qué los bípedos son capaces de ser racionales y colectivistas, trabajarán sin descanso subyugados por un tirano totalitario que jura representar sus ideas. Este campo de trabajo creado por el tirano Stalin es perfecto para ambos.

Celebraba el oligarca  mientras imaginaba las reflexiones que dirían estos pensadores para su investigación virtual.

  • ¡Quiero todo registrado en mi inteligencia artificial! Exclamaba con frenesí el nuevo Gog.
  • ¿Qué me dicen de Buchenwald para los idealistas esos que esperaban un nuevo hombre? Dame la simulación de lo que les espera a Nietzsche y a Heidegger maestro programador.

Este obedeció con celeridad. El déspota estaba asombrado mirando los campos industrializados de la muerte, los campos nazis de exterminio. La recreación virtual emulaba un terror que nunca antes había sentido.

  • Bien, esta pesadilla será el despertar de ese par de ideólogos de un hombre o una raza superior. No me imagino sobre todo el asco que Nietzsche sentirá por el siglo XX nazi.

El oligarca del futuro no dejaba de pontificar frenéticamente.

  • Necesito que manden a Adam Smith a la región más inhóspita de Ruanda. Ubíquenlo precisamente a finales del siglo XX, en aquella década de los noventas, en aquel genocidio atroz que aconteció en ese país. Así va quizás a teorizar sobre el libre mercado de armas.
  • Bien, manos a la obra mis científicos. Necesito atestiguar cada una de las palabras y sufrimientos de estos pensadores.

@ampd31

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