Excelso es algo “muy elevado en virtudes y cualidades”, “alto, eminente”, “de singular excelencia”. Excelsior no es castellano, sino inglés y se originó como derivación del latín excelsus, “alto” y terminó usándose hacia 1900 para indicar la calidad superior de hoteles y de productos. A veces con acento (Excélsior) y a veces sin él, la palabra designa al segundo más antiguo rotativo de la República Mexicana. Al parecer, la idea central de su fundador, el poblano Rafael Alducin Bedoya (1889-1924) era ofrecer a los lectores lo mejor y lo excelente. Este primer Alducin ofrecía lo que él mismo vivía: aficionado a los automóviles de carreras y a los caballos pura sangre, montaba todos los días un caro corcel inglés por el Bosque de Chapultepec. Su muerte fue trágica pero en buen estilo. El 29 de marzo de 1924, el estridente silbato del tren Rápido de San Ángel encabritó a su caballo y el jinete cayó aparatosamente, fracturándose la base del cráneo. (https://www.excelsior.com.mx/2012/03/18/comunidad/816979)
Excélsior, para no dejar atrás esa obsesión por lo excelso, se dolió el pasado 18 de agosto de 2018, de lo siguiente: “Sin título, 46% de los nuevos diputados; LXIV legislatura”. (https://www.excelsior.com.mx/nacional/sin-titulo-46-de-los-nuevos-diputados-lxiv-legislatura/1259410) Se reportó que entre las personas que formarán la nueva cámara federal “hay médicos, periodistas, abogados, profesores, actores, conductores de TV y un boxeador, pero sólo la mitad de ellos tiene cédula profesional”. Otros medios dieron seguimiento al asunto, como Campeche en Línea, que posteó en las redes un video, del que he tomado las imágenes que acompañan este artículo.
En San Luis Potosí, el articulista de Astrolabio, Oswaldo Ríos, twitteó: “Este durito está más preparado que casi la mitad de los próximos diputados federales…” mostrándonos a los lectores un chicharrón profusamente cubierto con tomate, cebolla y queso. (https://twitter.com/OSWALDORIOSM/status/1030957363984060419)
Varios internautas confrontaron a Ríos en el hilo de debate que siguió. “Ana Laura” (@ana_taverita) le respondió: “Define preparado. Si extrañas la preparación de los moches, despilfarro, corrupción, etc. Pues esa preparación la terminamos el primero de Julio.” “мarce gυerrero” (@Marce_Guerrero) señaló: “¿La cédula es garantía? Hemos tenido egresados de Harvard y Yale que, honestamente, dejaron mucho que desear. Tener título/cédula profesional no es sinónimo de honestidad ni de estar “preparado” para ese puesto.”
Ríos detalló entonces su posición: “Preparación es estudios académicos y de posgrado que ayuden a los funcionarios públicos a desempeñar con calidad sus tareas, másmiea [sic] cuando son técnicas o especializadas. De lo que hablas (moches y despilfarro), es pura corrupción, no es preparación o ausencia de ella. Saludos”. Más adelante, complementó: “…Construyamos parámetros de desempeño altos y de calidad, nos merecemos mejores representantes.”
Entonces, la conversación electrónica dio un paso adelante. @Marce_Guerrero puntualizó: “…es extraño que para casi todos los empleos se exija título y para ser funcionario público no. Pero si se pone como requisito la cédula ¿dónde queda el derecho de todxs de votar y ser votado?” Ríos contestó que, en materia de cargos de elección popular, efectivamente, “…no debe pedirse ningún requisito porque eso violentaría el principio constitucional de ser votado.Eso es democracia”, pero remató insistiendo en que “…Es deseable que les exijamos las dos cosas: preparación y honestidad.”
Sin embargo, paso atrás, otros de los corresponsales de Ríos en Twitter abrazaron con vehemencia la posición contraria. “Rose” (@rosaivalverdem) fue enérgica: “Siempre hemos tenido diputados ignorantes y corruptos, pero ahora sí se volaron la barda, es una barbaridad que nos representen personas que ni hablar saben, y bueno son de #Morena”; “roberto rojas acuna” (@robertrojasacu) se quejó de que “…algunos no tiene .ni secundaria [sic]”; mientras que “LORE21” (@lore21) sugirió : “Y seguro habrá uno que otro colado que no cuente ni con certificado de primaria…” Por su parte, “ness” (@Netinne18) exclamó que “¡Vaya mediocridad! ¡Ahora se explica porque su redentor descalifica la excelencia académica!”. Por su parte “FRANCISCO PEREA”(@FRANPEREA9) sentenció que estábamos ante “La zafiocracia…” y “Mr. Rusty”(@T0nyWalk) comentó que “Si hay un idiota en el poder los que lo eligieron estan muy bien representado [sic]”.

Finalmente, veamos tres respuestas más en este hilo de Twitter, mismas que nos indican hacia dónde suele llevar el tipo de argumento de Excélsior, Campeche en Línea y Oswaldo Ríos. “Itziar Cárdenas” (@nenacardenaz) dijo: “Es una falta d respeto y pena ajena q nos vayan a representar gente sin estudio teórico no tienen las habilidades y potenciales q vergüenza”; “mata12” (@mata_25) sentenció que éste “Será el sexenio de los pobres pejechairos sin preparación académica y sin ética ni moral”; y “El Rojo” (@222434miguel) complementó señalando: “Y la mayoria es de MORENA puro apestoso”.
La posición de Oswaldo Ríos es aparentemente razonable (la alta preparación académica de las y los legisladores es deseable), pero el modo en que plantea la cuestión es resbaladizo. Ríos plantea su propuesta de mayor preparación para desempeñar con calidad tareas técnicas o especializadas como un ideal, pero al introducir el tema con la comparación del chicharrón preparado se ubica en el mismo campo que Excélsior y Campeche en Línea que abiertamente sugieren que la ciudadanía debería exigir que las y los legisladores tengan títulos universitarios y cédulas profesionales. Su insistencia en que construyamos parámetros de desempeño altos y de calidad, porque nos merecemos mejores representantes puede ir directamente en contra de la libertad absoluta de cualquier persona a ser votada para un cargo público y terminar en expresiones clasistas como pobres pejechairos y apestosos.
En la conversación electrónica que he citado una parte de los protagonistas correctamente señaló que la presencia o ausencia de títulos académicos nada tiene que ver con el desempeño de los oficiales electos por el pueblo. Sin embargo, es notable cómo resultaron más vehementes y duros los participantes que identificaban los altos cargos públicos con los títulos universitarios y quienes, ante la evidencia de que casi la mitad de las personas que formarán la LXIII Legislatura del Congreso de la Unión no serán profesionistas, clamaron al cielo por la “zafiedad”, es decir, por la “rusticidad”, “ordinariez” y “vulgaridad” de quienes ganaron el voto popular. Estos twitteros parecen olvidar que menos del 1% de la población mexicana tiene título universitario y que en democracia el electorado debería ser libre, entre otras cosas, de elegir a aquellos con quienes mayor identificación tenga.
Es obvio que @T0nyWalk no tiene mucha empatía por la mayoría de los electores, pues los considera “idiotas”, pero en democracia esta persona tiene derecho a esa mala opinión. Pero es relevante examinar la pregunta que hace el video de Campeche en Línea: “¿Crees que cuentan con la capacidad de ese cargo político?”. Esta cuestión está también sugerida en el artículo de Excélsior y en el tweet de Oswaldo Ríos. Parecería que el medio campechano sugiere que se establezcan requisitos de preparación académica para acceder a los cargos de elección popular, y más o menos lo mismo sugiere el viejo diario chilango y el joven comentarista potosino. Que @T0nyWalk considere idiotas a sus conciudadanos es cosa menor, pues estamos ante uno más de los millones de internautas. Pero que medios escritos y electrónicos, cuya cobertura, cuyo alcance y cuyo prestigio como informadores profesionales son mucho mayores que los de @T0nyWalk se posicionen del mismo modo es gravísimo. Como mínimo, deberían calibrar que pueden fomentar comentarios como los de @222434miguel quien prestamente calificó de “apestosos” a los “ignorantes”.
Este debate no es ni nuevo, ni exclusivo de México. Hace 500 años, en Londres, Tomás Moro escribió que “… cuando Ricardo III finge tomar la corona con reticencias, muchas personas… dijeron que esto (era) mejor dejarlo como (propio) de reyes, como si fuesen obras de teatro sobre el tablado, en las que los hombres pobres sólo miran. Y sabios serán si no se mezclan, porque algunas veces (los pobres) suben y actúan como ellos (los ricos), sin conocer su papel, y estropean la obra y se perjudican ellos” (Ricardo III, 1518). Moro se habría alineado con Excélsior que recomienda no elegir a los no letrados (es decir, a los pobres).
En la misma época, en Florencia, Nicolás Maquiavelo, afirmó exactamente lo contrario en la dedicatoria de su libro más importante (Discursos sobre la primera década de Tito Livio, 1520): “…los hombres, juzgando sensatamente, deben estimar a los… que saben gobernar un reino, no a los que, sin saber, pueden gobernarlo. Los historiadores elogian más a Hierón de Siracusa cuando era simple ciudadano, que a Perseo de Macedonia cuando era rey, porque para ser príncipe sólo faltaba a Hierón el principado, y Perseo no tenía de rey más que el reino”.
Importa saber gobernar, no tener un pergamino. Gobernar con equidad y generosidad no se aprende en ninguna institución de educación superior. Las universidades tienden a ser torres de marfil y sus egresados exquisitos apergaminados que saben cualquier cosa menos equidad y generosidad. Entre Moro que aconseja a los pobres alejarse del tablado de la política y Maquiavelo, que confía en sus conciudadanos, no importando sus títulos sino sus hechos, yo escojo al segundo. Y en este sentido, me congratulo de que casi la mitad de las y los legisladores federales no tengan título.
Que triste resultan tus reportajes, antes, eso ¡antes¡, creía en lo que decías, me resultabas muy convincente, pero de un tiempo acá, te volviste, amargado, en contra de todas las ideas progresistas; tus artículos van ya manchados con un toque de discordia, y si mi comentario importe o no, no quería dejar de pasar la oportunidad de decírtelo en tu cara; crees que uno no se da cuenta, de tus misiles invicibles, ni modo, te seguire criticando hasta que convenza de esto a varios, gracias.
Esto ya es reclamo viejo, pero quienes lo hacen tal parece no tienen gran idea de que puerta tocar. Quienes llegan a la representación serán todo lo incultos que quieran pero son los que ya se saben el camino aunque no tengan gran idea de porque está ese camino. Si la constitución se los permite pues, creo que lo conducente sería el buscar el cambio constitucional aunque se relegue la condición de igualdad y la representación sea oligárquica y elitista, y si los quieren “leidos y escribidos” o con licenciaturas pues que se avoquen a cambiar el sistema educativo que con éste, apenas salen balbuceando el español……….incluyendo a los que despotrican.