Los gobiernos neoliberales han procedido a promover entrada de capitales a través de alta tasa de interés, austeridad fiscal e ingreso de inversión extranjera para aumentar reservas internacionales y abaratar el dólar y las importaciones y así contribuir a bajar la inflación, a costa de no tener política económica para el crecimiento y para satisfacer las demandas nacionales de la población y de que las importaciones desplacen a la producción nacional.
La reducción de la inflación alcanzada con dólar e importaciones baratas ha actuado en detrimento de los productores nacionales. Se ha incrementado el déficit de comercio exterior, la desindustrialización, la descapitalización de los productores, el sobreendeudamiento, así como los mayores coeficientes de importaciones y la pérdida de autosuficiencia alimentaria en granos básicos.
El gobierno se preocupa más por promover entrada de capitales para financiar el déficit externo y mantener estable el tipo de cambio, en vez de encarar los rezagos productivos nacionales que están detrás del déficit externo, por lo que siguen creciendo las importaciones y los requerimientos de entrada de capitales para financiarlas y la política económica que estimula su entrada actúa en detrimento de la producción nacional.
La política que favorece el crecimiento de importaciones baratas de granos básicos implica una política discriminatoria en detrimento de los productores nacionales y a favor de los productores de EU, situación que compromete la autosuficiencia y seguridad alimentaria. Además, la política de abaratar el dólar a través de promover entrada de capitales con alta tasa de interés favorece al sector financiero, en detrimento de sector público y privado nacional que están endeudados, lo que les incrementa el costo financiero y les reduce su capacidad de gasto e inversión y de ahí el contexto de estancamiento que la economía nacional viene arrastrando, con altas tasas de subempleo, pobreza y delincuencia.
Las importaciones han aumentado más que la producción nacional y han incrementado su participación en la oferta y demanda nacional. Las importaciones agrícolas son equivalentes al 48% de la producción agrícola, por lo que perdemos año tras año mayor soberanía alimentaria y nos lleva a depender más de la entrada de capitales para financiar tal situación.
Cuanto más sea la dependencia de las importaciones de granos básicos y de otros productos y al no contar con exportaciones suficientes y/o entrada de capitales para financiarlas, se comprometerá el abasto de productos para satisfacer la demanda, por lo que habrá inflación, devaluación y freno a la actividad económica. Por lo tanto, si no se impulsa la producción nacional y la sustitución de importaciones, una crisis profunda es inminente.
El rezago de la producción agrícola termina actuando contra el financiamiento de la economía, debido a las presiones sobre precios que origina la escasez de productos, como sobre el sector externo, ante el crecimiento de importaciones que implica filtraciones de demanda hacia el exterior que actúa contra el ingreso y el ahorro nacional y en consecuencia sobre el financiamiento de la inversión. El déficit de comercio exterior generado, exige establecer alta tasa de interés para atraer capitales para su financiamiento, y esa alta tasa de interés está descapitalizando y sobreendeudando al sector productivo, encarece el crédito y actúa contra el financiamiento al crecimiento. Además, el estancamiento de la economía nacional compromete el pago de las obligaciones financieras que termina restringiendo la disponibilidad crediticia y tiende a desestabilizar al sector bancario.
Es importante el desarrollo agrícola para reducir la inflación, las importaciones y el déficit de comercio exterior, para mejorar el ingreso y financiamiento nacional y reducir nuestra dependencia de la entrada de capitales, lo que permitiría bajar la tasa de interés e incrementar el gasto público a favor del crecimiento económico. De ahí la importancia de que haya política agrícola para impulsar la producción nacional, lo cual requiere que la política monetaria, cambiaria, fiscal y comercial respondan a ello, a través de créditos baratos, subsidios, política proteccionista y tipo de cambio competitivo.
Proteger a los productores nacionales, a través de suspender las importaciones de granos básicos, ya sea a través de sacarlos del T-MEC y/o a través de aranceles a dichas importaciones equivalentes para trabajar con precio justo a favor de los productores nacionales, que cubra los costos de producción y cierto margen que incremente la inversión, que en el caso del maíz sería 7200 pesos por tonelada. Ello podría ocasionar alza de precios en el corto plazo, pero sería el costo de avanzar en el autoabasto y soberanía alimentaria y al ir ello acompañado de política agrícola se incrementaría la inversión, la productividad y bajarían los precios. Ello reduciría las presiones sobre el sector externo, así como los requerimientos de entrada de capitales, lo que permitiría tener política económica para impulsar la dinámica económica nacional y la generación de empleo.




