¿Para quién es bueno el superpeso y para quién es malo? Autor: Arturo Huerta González

Foto: Andrés Ramírez/julioastillero.com

El superpeso favorece al sector financiero ya que es el que controla la moneda y no quiere que ésta se devalúe. El peso fuerte es malo a los productores nacionales y a los trabajadores y desempleados, debido a que abarata al dólar y las importaciones, las cuales desplazan a la producción nacional y ocasionan desempleo y bajos salarios.

Con la apreciación del tipo de cambio gana el sector financiero, tanto por la alta tasa de interés que tienen que establecer para atraer capitales para mantener dicha apreciación del peso, y cuando ese capital sale del país, el dólar va a estar más barato que cuando ingresó, lo que aumenta su ganancia.

El peso fuerte y dólar barato favorece a las empresas transnacionales ubicadas en el país, pues ello les reduce el costo de sus importaciones de insumos. La apreciación del peso no afecta su competitividad, pues ellos realizan transacciones comerciales con su matriz en su propia moneda. En cambio, la apreciación de la moneda nacional afecta la competitividad de las empresas nacionales exportadoras, como las que producen para el mercado interno pues sus productos pasan a ser más caros en relación con el dólar. Las empresas proceden a mantener bajos salarios para mejorar competitividad, por lo que ese peso fuerte lleva a caída de la producción nacional, del empleo y de salarios.

Los defensores del peso fuerte y dólar barato dicen que es positivo porque abarata importaciones y permite bajar la inflación y así se evita el deterioro del poder adquisitivo de los que menos tienen. Ese argumento neoliberal es falso, debido a que las importaciones baratas desplazan a la producción nacional y aumentan el desempleo. De nada sirve la baja inflación si ésta se consigue con políticas económicas que aumentan el número de desempleados, los cuales dejan de tener ingreso y no podrán comprar nada.

Las importaciones propiciadas por la apreciación del peso nos han llevado a tener menos industria y menos producción de granos básicos, por lo que siguen creciendo las importaciones y el déficit de comercio exterior. Éste favorece a las empresas del exterior que nos venden productos y afecta el crecimiento de la economía nacional. Para evitar que el déficit externo devalúe la moneda, se procede a promover entrada de capitales a través del alza de la tasa de interés. Ello encarece el crédito, reduce la inversión y sigue contrayéndose la producción nacional y la generación de empleo, lo que ocasiona escasez de productos que presionan sobre precios e importaciones. Ello ha configurado un círculo vicioso. Las políticas instrumentadas para promover entrada de capitales para financiar importaciones y mantener la estabilidad del tipo de cambio, actúan contra el sector productivo, aumentan los rezagos productivos, lo que nos lleva a que sigan creciendo las importaciones y el déficit de comercio exterior. Ello obliga a seguir promoviendo entrada de capitales para financiar el déficit externo y mantener la estabilidad del tipo de cambio, a costa de no tener políticas económicas para el crecimiento y para encarar los rezagos productivos. En la Cumbre realizada recientemente entre EU, Canadá y México se acordó sustituir importaciones hasta el 20% de las que provienen de Asia, y el problema es que con la política económica de alta tasa de interés, austeridad fiscal y dólar barato en México, las empresas nacionales no tienen viabilidad de avanzar en la sustitución de importaciones.

Le ha resultado muy caro al país bajar la inflación a través de fortalecer al peso y abaratar al dólar y las importaciones, debido a que hemos dejado de tener política económica a favor del crecimiento económico, pues éste requiere de baja tasa de interés, expansión del gasto público y tipo de cambio competitivo que proteja a la producción nacional frente a importaciones. 

La paridad cambiaria debe ser un instrumento de política a favor del sector productivo, del empleo y del crecimiento económico, para lo cual debe ajustarse en torno al diferencial de precios y productividad entre México y EU (que es su principal socio comercial), a fin de mantener competitividad para proteger la planta productiva y el empleo nacional frente a importaciones, así como para reducir el déficit de comercio exterior y los requerimientos de entrada de capitales.

La apreciación del peso es insostenible, debido a que no hay condiciones endógenas que lo sustenten y afecta el crecimiento productivo, aumenta el déficit de comercio exterior que presiona sobre el tipo de cambio y es la entrada de capitales lo que financia dicho déficit y mantiene estable el tipo de cambio. En el 2023 se presentará la recesión en EU y Europa y un bajo crecimiento en China, así como vulnerabilidad de los mercados de capitales y de divisas, y ello reducirá los flujos de capital hacia el país, por lo que presionará sobre la estabilidad del tipo de cambio por más que aumente la tasa de interés Banxico. El propio capital financiero se preguntará cómo México va a pagar altas tasas de interés en un contexto recesivo, con fuertes presiones sobre las finanzas públicas y privadas por las altas tasas de interés y la caída de exportaciones y del ingreso nacional que estará presente.

Arturo Huerta González

Economista heterodoxo. Autor de diversos libros, el más reciente titulado Austeridad Fiscal: Causas y Consecuencias, Editorial UNAM.
Profesor de Economía, UNAM. Investigador Emérito del SNI.

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