Operación mochila y la incapacidad de educar. Autora: Emma Rubio

La educación es y debe ser lo esencial de toda sociedad, sin embargo, la educación no es solamente la formación que se recibe en una escuela sino lo que culturalmente recibimos desde casa, las calles, la ciudadanía y las escuelas. Es por ello que el tema educativo atañe a todas y todos los que somos parte del tejido social, no sólo a los padres y madres ni a los docentes sino a todos los que conformamos una comunidad.

La serie de acontecimientos que se han presentado como el caso del niño de Torreón no son más que el resultado de la indiferencia y el desapego existente para con la infancia; no es culpa de un videojuego, ni es tiempo para buscar culpables sino esclarecer las razones. La indolencia ante el dolor, la normalización de todos los tipos de violencia existentes son actos que todos y todas cometemos hasta de modo inconsciente. Nos asumimos como buenas personas tan sólo porque no somos asesinos pero sí somos corresponsables cuando no hacemos nada ante las injusticias; incluso cometidas para con nosotros mismos, al permitir a los gobiernos pisotear nuestros derechos y a las empresas de igual manera. Es por esto que hablar de derechos de los niños y niñas resulta una especie de medida y no una normalidad.

Siempre lo he pensado de este modo, ante las situaciones que nos sobrepasan, tan sólo buscan poner una especie de parche, así ha sido con el tema de la violencia de género. En este tema de las escuelas creo que primero nos debemos preguntar realmente de quién es la responsabilidad, pues considero que tanto tutores como escuela somos corresponsables del bienestar de los niños y niñas que se encuentran en el colegio. De ahí que es de suma importancia la educación socioemocional como parte de currículo académico, lo cual ya se ha ido implementando, pero esto ni es suficiente ni garantiza que la escuela sea la responsable de la salud emocional y mental de nuestro alumnos, muchas veces nos topamos con madres o padres que no aceptan que sus hijas o hijos requieren ayuda o terapia y responsabilizan a la escuela, a los videojuegos, a las hormonas y a cuanta cosa se les ocurra pero menos a la falta de presencia o de responsabilidad con sus propios hijos e hijas.

Ahora bien, si nos vamos a la parte del cuidado que debe tener la escuela y en concreto a la idea del “operativo mochila” en primera instancia me parece algo muy dramático, pues creo que es de los padres y madres la responsabilidad de verificar qué es lo que llevan en la mochila sus hijas e hijos si me pongo en el lugar de escuela, considero que no es la mejor solución, es como dije anteriormente, una especie de parche que lejos de ayudar, vejará los derechos del alumnado “La Operación Mochila” vulnera el artículo 16 constitucional, en el cual se establece: Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento, así pues, en caso de que en alguna institución escolar solicitaran efectuar dicha acción por elementos de seguridad pública, estos carecerían de competencia para molestar, cuestionar, infraccionar o detener a alguna persona (sobre todo en caso de menores) salvo cuando existan faltas o infracciones administrativas previstas en el reglamento de Policía y Buen Gobierno, o cuando se solicite su apoyo por parte de alguna otra autoridad que amerite su intervención conforme a los reglamentos aplicables. 

De acuerdo a lo anterior, la Operación Mochila es violatoria de la dignidad de los menores que recibirán un trato discriminatorio que criminaliza a los niños, niñas y jóvenes a través de prácticas cotidianas toleradas por las autoridades y la sociedad, es el paso inevitable de la condición de ciudadanos plenos a la de sospechosos permanentes y, por ende, atenta contra sus derechos humanos, puesto que la presunción de que el niño o niña tenga armas o drogas en sus pertenecias, fulmina al instante la de misma presunción de inocencia, además de que se crean ambientes escolares hostiles que inhiben la asistencia regular a la escuela y la posibilidad de aprender en una ambiente de respeto de su integridad personal, a su vez, el ejecutar dicha medida implica previamente obtener el consentimiento de los propios estudiantes y padres de familia, lo que evidentemente acabaría con el objeto de detectar quién pudiera tener elementos que impliquen riesgos para sus compañeros. 

En definitiva, considero que la solución está en una red de corresponsabilidad entre escuelas y familias para proveer a la infancia de una educación socioemocional y en caso de que sea necesario de una red de apoyo y contención en la que se trabaje alguna situación específica que tenga cualquier alumno o alumna. No podemos tratar a toda la comunidad estudiantil como potenciales delincuentes ni hacerlos sentir culpables por el simple hecho de ingresar a un recinto educativo, pues lejos de fomentar la comunión estaríamos implementando actos de violencia y normalizaríamos la desconfianza preconcebida. ¿Se imaginan hacia dónde dirigiríamos a nuestra infancia? A la duda de todo y de todos y es justo lo que queremos terminar, pues es necesario que hoy fomentemos la paz y esto no es poniendo soluciones desesperadas sino educando, el problema es que no se ha querido comprender a ciencia cierta en qué consiste realmente la educación, a muchos les basta con llevar a sus hijas e hijos a la escuela y creen que con ello ya han cumplido. Pero no, la educación es acompañar, guiar y mostrar el camino para ser buen ser humano y ya en la adolescencia es acompañarlos en su andar por esos caminos. La discusión en realidad no debiera ser si se ponen arcos para detectar metales o revisar las mochilas, la discusión real debiera ser cómo replantear el currículum educativo de tal modo que en verdad forme seres humanos y no sólo humanos que sepan leer y escribir. La educación que se ofrece hoy por hoy es obsoleta para la infancia y juventud de estos tiempos. Y la educación socioemocional es algo que debiera ser preponderante por encima de cualquier materia, pues sin duda alguna, aquellos que hoy estamos en edad adulta en caso de haber obtenido esa educación y desarrollado nuestra inteligencia emocional, hoy no estaríamos habitando este mundo funesto sino un mundo más humanizado, responsable y respetuoso con la vida. 

Dejemos de buscar culpables, de tratar de parchar la realidad, enfrentemos el miedo de lo que hemos creado y trabajemos por el bienestar de la sociedad y demos a la infancia una vida más digna y de bienestar en donde lo que importa es estar en paz y no buscar poder. Hagamos que esos niños que idealizan al narcotraficante comiencen a idealizar a Ghandi, al Dalai Lama y a esos seres que promueven el bienestar. Eso depende de cada uno de nosotros los que estamos a cargo de la infancia y la juventud seamos padres o madres o maestros o no. Todo ser adulto debiera sentirse en obligación moral de ofrecer lo mejor de sí mismo a la infancia y a la juventud. Esperemos que en verdad así llegue a ser o ¿cuántos niños o niñas más se tendrán que suicidar para que entendamos?

@Hadacosquillas

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