Mariana Hernández Luna
Han pasado 485 años desde que Nicolás Maquiavelo publicara su obra más conocida El Príncipe(1532). En ella, el florentino da un carácter realista a la práctica política y visualiza la forma en que un gobernante debe conservar el poder. Lo que implica desprenderse de creencias subjetivas, aplicar medidas justas, injustas, crueles o hacer uso de la fe popular, pues no importan los medios sino el fin último que es la preservación del poder.
Desde entonces los sistemas políticos han cambiado de monárquicos a democráticos, sin embargo, el reto para quienes se dedican a la práctica política continúa siendo ingresar a la cúpula y preservar el poder.
El documental Get me Roger Stone nos presenta al Maquiavelo de la política estadunidense de las últimas cuatro décadas. Roger Stone (nacido en 1952) es un consultor político, cabildero y estratega de un gran número de candidatos del Partido Republicano. Es, además, el creador de Donald Trump como figura política.
El documental exhibe el pensamiento y estrategias políticas de Stone, así como el ascenso de Trump a la presidencia de Estados Unidos. Desde 1988 había visualizado a Trump como presidente dadas sus habilidades como empresario exitoso, para 2016 logra aprovechar la popularidad que le dieron las temporadas de The apprentice, así como el enojo social contra la globalización y el resentimiento racial, contra inmigrantes y contra las élites políticas. Se pone en marcha una campaña ruda, sucia y sin corrección política que convierte a Trump en el 45 presidente de Estados Unidos.
A lo largo del documental, Stone nos presenta una serie de reglas que han regido su proceder y que le han permitido impulsar o sacar de la jugada a numerosos políticos de su país. Algunas de esas prácticas pudieran resultarnos inmorales, sin embargo, logran esclarecer el actual panorama político que viven los estadunidenses e incluso nos brinda valiosas reflexiones para comprender el nuestro.
No existe gran diferencia entre el entretenimiento, la fama y la política, según Stone. Afirma que la mayoría de la gente no sabe distinguir entre política y entretenimiento. Constatar el entrecruzamiento de estos ámbitos resulta muy sencillo en nuestro país con el matrimonio de la pareja presidencial de Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera. Sin embargo, la banalización de este entrecruzamiento entre política y entretenimiento encarna severas consecuencias para lo que Stone llama “las bases” o “las masas”. Tanto allá como aquí se le percibe como un todo gris y amorfo incapacitado para el análisis, merecedor de la más vil de las manipulaciones.
Desde el inicio, Stone nos dice que entiende cómo funciona la fama y que “es mejor ser infame que nunca ser famoso”. Esta afirmación es punto de partida de una serie de prácticas asociadas al juego sucio de la desinformación o el sensacionalismo, cuyo fin último es el ingreso a la cúpula del poder para beneficiarse a sí mismo y a un reducidísimo grupo de personas a quienes poco importa servir al bien común y para quienes todo son transacciones mercantiles.
En nuestro país hemos atestiguado que la infamia ha sido un rasgo distintivo entre la clase política y la fama, una de sus debilidades, pues gustan de aparecer en programas de televisión o rodearse de personajes de la farándula.
A decir de algunos periodistas estadunidenses, Stone y algunos de sus allegados perciben la moralidad como un sinónimo de debilidad. Por tanto, no hay reglas que eviten la intimidación o la manipulación como medios para preservar el poder.
Podemos establecer aquí otro paralelismo con nuestro sistema político, que durante décadas de manipulación de los medios de comunicación tradicionales, ha ejercido un férreo control sobre las masas clientelares, así como la intimidación, desaparición o asesinato de quienes se han atrevido a cuestionar al estado mexicano ya sean periodistas o activistas sociales.
Stone es un personaje que provoca reacciones ambivalentes, por una parte es indudable su agudeza y capacidad para leer con precisión las características y necesidades del pueblo estadunidense; por otra, causan escozor su irritante cinismo, su falta de moralidad y megalomanía. Sin embargo, Stone ofrece una visión sobre la práctica política que puede ampliarse a gran parte de los sistemas políticos actuales del mundo.
Así como Stone es el maestro titiritero de Trump, en la política mexicana ¿habrá un equivalente a Roger Stone?
Por supuesto! Y no solo uno, sino, todo un grupo!