Es momento de debilitar al INAI

Renata Terrazas*

Nos hemos acostumbrado a que en México ocupen cargos públicos personas en las que no confiamos. En este momento hay varios personajes que aspiran a ser nuestros legisladores desde la figura de los plurinominales. Esta figura, que en su momento representó la puerta de entrada para los partidos de oposición, hoy parece más un premio a los operadores políticos que un reconocimiento a las trayectorias políticas.

Ningún partido se salva. Nos imponen a estos personajes porque forman parte de las cuotas acordadas, de los pagos de favores o de un mandato a futuro para operar en la Cámara de Diputados o el Senado a favor del partido.

Es en ese entendido y sentir que se identifica la figura de la ex comisionada del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos (INAI), Ximena Puente. Su salto de titular de un órgano regulador del poder a las filas mismas de ese poder, como candidata plurinominal, sumió en la indignación a toda persona que aún espera un mínimo de ética entre nuestras y nuestros funcionarios. Al partido no le importó, a la ahora candidata tampoco.

Nos hemos acostumbrado a los ataques a las instituciones de esta forma, los hemos normalizado. Consideramos como actuar común los bajonazos de las y los funcionarios a sus propias instituciones. La indignación por la conducta poco ética de Ximena Puente se quedará en los anales de la ignominia, entre actos de corrupción y asesinatos a estudiantes; porque el gobierno y el crimen organizado nos han mostrado una cara tan cruel que el mal actuar de nuestros funcionarios queda un nivel menor, de ligera indignación.

Y de esta forma vamos haciendo a nuestras instituciones más débiles, poco a poco. El INAI tiene tiempo sin cumplir las expectativas de la sociedad civil. Entre decisiones tibias como órgano regulador del poder y poca proactividad en la apertura de información; un pleno dividido ha mostrado dos formas de entender la transparencia: una garantista, la otra no tanto.

En este contexto de debilitamiento del INAI se llevó a cabo la designación de sus dos comisionados faltantes. En primer lugar, debieron ser dos mujeres las designadas, para así garantizar la equidad de género en el pleno; pero eso no le importó a una mayoría abrumadora de senadores priistas. En segundo lugar, debieron ser personas con reconocimiento de la sociedad; pero eso no le importó a la mayoría priista y eligió a un hombre sobre el cual pesan varios cuestionamientos sobre su ética laboral.

¿Son ciertas esas acusaciones que vimos en varios periódicos del país? No lo sé. Lo que es cierto es que el prestigio de un funcionario y un político tendrían que ser el mayor valor posible; porque de ello debería depender su permanencia en el ámbito público.

En México esto es un tema menor y nos damos el lujo de designar a perfiles sobre los cuales se levantan sospechas sobre su actuación. Tal parece que a los senadores no les importó cuidar la institución que ellos mismos construyeron en 2014. Parece que los senadores decidieron darle otro golpe de legitimidad a una de las instituciones más jóvenes del país, a uno de nuestros órganos garantes de derechos humanos.

Hoy más que nunca debemos defender nuestras instituciones, sobre todo de los ataques de los actores políticos que buscan controlarlas poniendo a sus cuates, de aquellos partidos que les recortan el presupuesto, de aquellos que aumentan la desconfianza en la designación para alejarlas de la sociedad civil.

El Senado mexicano tomó dos decisiones erróneas: no garantizar la equidad de género en la conformación del pleno del INAI –el cual queda con cinco hombres y dos mujeres–, y elegir al perfil más cuestionado de todas y todos los aspirantes. El Senado mexicano nos dio dos mensajes claros: no le importa la equidad de género en el país y no quiere fortalecer las instituciones.

Por cierto, el título es sarcasmo.

* Investigadora de Fundar, Centro de Análisis e Investigación

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