“Las palabras deben ser como cristales transparentes y puros
que permitan contemplar el mundo a través de ellas.”
Rosa Montero
No sé ustedes, pero frecuentemente mis jornadas dan inicio muy temprano y con la cabeza dando vueltas sobre problemas existenciales, económicos y laborales; pero hace unos días, al correr las cortinas, un colibrí que pasaba por ahí, me distrajo.
El colibrí es el animal vertebrado más pequeño de todos y su corazón alcanza hasta mil 200 latidos por minuto y su aleteo da la ilusión de estar flotando, suspendido en el vacío.
“Escribir es flotar en el vacío”. Un par de horas después de lo del colibrí en la ventana, me encontré a la escritora de esa frase en el baño de un centro comercial. Ya entrada la tarde, tuve la oportunidad de charlar con ella, y hasta firmó mi ejemplar de su libro. Es decir, aquel fue un gran día, sin embargo, nada de eso fue coincidencia, pues vivo en un lugar donde suele haber colibríes, además aquella tarde ya tenía planeado asistir a un encuentro de la afamada escritora con sus lectores, en el marco de la Feria del Libro del Estado de México.
La escritora era Rosa Montero; el libro que me firmó, “La ridícula idea de no volver a verte”, y la pregunta que le hice en el evento fue sobre el papel que juega la esperanza y los nuevos comienzosen sus letras.
Esperanza, palabra recurrente en la literatura y en la vida humana… la vida como una constante reescritura, como deconstrucción del pasado, como proyección a futuro. Y hacer como si cada día fuera un nuevo comienzo, esa capacidad que tenemos los seres humanos de empezar una y otra vez, y las que sea necesario.
No es mi intención politizar, pero hablando de inicios y esperanzas, a partir de mañana, el gobierno del Estado de México, será encabezado por primera vez por una mujer, cuyo gabinete e imagen institucional fue presentado bajo las palabras/eslogan/lema: “El poder de servir”.
Las palabras se banalizan, los lemas se ideologizan, los eslóganes se gastan. Por eso, cabría preguntarse si en tiempos de marketing político y polarización, este principio de la ética clásica según el cual, el poder solo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás, ¿sigue teniendo significado y relevancia?
Uno de los temas recurrentes en la reflexión entre el poder y el servicio es cómo aquellos en posiciones de poder deben equilibrar su autoridad con la responsabilidad hacia quienes gobiernan.
Según la ética clásica, a la que parece hacer referencia el eslogan, el servicio implica dirigir la inteligencia, la voluntad y los sentidos a los demás. Así, la acción de servir se relaciona con ciertas virtudes como la sagacidad, la templanza, la humildad y la esperanza; y con ciertas condiciones, como tener una actitud permanente de apertura y también aquella que precisa saber solicitar consejos (Tomás de Aquino S. Th. I-II, q. 14, a.3c).
La frase “El poder de servir” implica a la vez, la dinámica entre autoridad y responsabilidad; y un principio fundamental en la filosofía política y ética: que el poder debe ejercerse con un propósito superior, principalmente el bienestar de la sociedad y sus ciudadanos. A lo largo de la historia, esta idea ha sido un tema central de discusión y debate en diversas disciplinas, desde la política y la filosofía hasta la ética y la religión. Así, la ética desempeña un papel esencial en la comprensión de esta frase. Implica que el ejercicio del poder debe estar guiado por principios morales y éticos sólidos. Tomar decisiones basadas en la justicia, la equidad y la empatía, en lugar de intereses egoístas o partidistas.
La nueva imagen del nuevo gobierno (y las palabras/eslogan/lema) sugiere la idea de que el poder no es un fin en sí mismo, sino un medio para alcanzar un propósito superior, que es servir al bienestar de la sociedad en su conjunto y de cómo el ejercicio del poder debe traducirse en políticas y acciones que mejoren la vida de los ciudadanos.
La frase también es un recordatorio esencial de que el poder conlleva una responsabilidad intrínseca hacia otros, un compromiso continuo con las personas, así como una visión que trascienda el interés propio. En última instancia, el verdadero poder radica en la capacidad de servir y trabajar para mejorar la vida de otros.
La nueva imagen institucional contiene un colibrí. “Los colibríes son los guerreros que fallecieron en batalla -dijo Huitzilopochtli-, también son mensajeros de los buenos deseos, atraen el amor y la buena suerte… Si los observan con detenimiento son combatientes por naturaleza, aunque son diminutos tienen una gran fortaleza y siempre pelean para defender su territorio.”[1]
“El poder de servir”: El tiempo dirá si se trata de un lema, o únicamente de un eslogan. A fin de cuentas son palabras; y volviendo a la escritora Rosa Montero, bien dice ella que “son mañosas las palabras, y rebeldes, y huidizas. No les gusta ser domesticadas. Domar una palabra (convertirla en un tópico) es acabar con ella.” Las palabras van y vienen, la esperanza no.
[1] https://unamglobal.unam.mx/global_revista/el-mito-de-huitzilopochtli-y-los-colibries/#:~:text=Los%20colibr%C3%ADes%20son%20los%20guerreros,suerte%2C%20pero%20vivos%20no%20muertos.