El biopoder que ejerce Mariana Rodríguez. Autora: Emma Rubio

Foto: Especial.

Hace días que vengo pensando cómo abordar este tema o desde dónde; pues es sin duda un tema delicado y de una manipulación tan sutil que seguramente no falte quien diga que en estas letras hay maldad hacia el personaje mentado.

Mariana Rodríguez Cantú me parece un gran espectáculo, sin duda alguna, es una persona que ha sabido interpretar en una excelente pulcritud el lenguaje de las redes sociales, no sólo como una influencer sino como una gran máquina de manipulación de masas. En el momento que pasó de ser una propuesta de moda y maquillaje a una de política se funde la banalidad con el poder. Esto no es nuevo pues lo vimos en el espectáculo que se creó con Peña y Rivera; pero aquí lo trascendente radica en el impacto masivo que puede generar siendo las redes sociales su campo de acción y reacción. Territorio que sin duda domina Mariana y es por ello que se ha convertido en el claro ejemplo de lo que se conoce como biopolítica.

Dicho término lo acuñó Foucault pero siguiendo a Kjellen, autor sueco que lo creó en 1905, este término se refiere al Estado en una forma viviente; su configuración tiene que ver más con el desarrollo natural que con elaboraciones jurídicas, estas últimas son formulaciones que derivan de los rasgos del desarrollo natural. El Estado es entonces una forma de vida que deriva de procesos evolutivos de la vida social. La biopolítica, tiene dos flujos relacionales que corren paralelamente: 1) el geopolítico que supone cierta tensión entre los Estados implicados y sus afanes por mantenerse con vida; y, 2) En tanto el Estado es un sujeto integrado por individuos que han de comportarse como uno mismo, un individuo espiritual y corpóreo a la vez, en su interior tienen lugar procesos de invasión de la vida de los miembros que lo integran.

Esto es lo que podemos entender como lo que describe Giorgio Agamben en “La nuda vida” la cual está desprovista de cualidad, esto implica la imposibilidad del ser humano de definir una “nueva obra humana” y se trata pues, de asumir la vida biológica como última y decisiva tarea histórica. La obra de lo viviente según como dice Kjellen “el logos es la asunción y la cura de aquella vida nutritiva y sensitiva.” Vemos como la vida social mediante la administración de la naturaleza humana funge como el fundamento de la acción política, del dominio contemporáneo, de la ambigüedad del biopoder. Basta tan sólo reflexionar un poco sobre lo acontecido en estos dos últimos años con respecto al ejercicio del poder y la supuesta procura para salvaguardar la vida humana a causa de un virus.

La vida es algo administrable y dicha administración le compete al Estado. Ahora bien ¿qué tiene que ver esto con Mariana García? Si nos enfocamos al acto tan mentado que cometió al llevarse a un niño a su casa por un fin de semana; vemos opiniones diversas al respecto, hay quienes la ven como un acto de virtud compasiva y hay quienes le han reprobado categóricamente y han apelado al marco jurídico y legal para demandar tal atrocidad. A mi me parece un claro ejemplo de lo que Marx menciona sobre la fetichización de la mercancía y cómo la vida misma de un ser humano se ha fetichizado al grado de convertirlo en materia prima para fortalecer un discurso político. Vemos claramente un acto de la nuda vida, una vida desprovista de cualidad, de forma. Una vida que ha considerado conveniente Mariana administrar, moldeando esa vida en función de sus necesidades políticas, esta hegemonía del poder es lo que se conoce como biopolítica.

Tal parece que la idea de la existencia de la mercancía se ha naturalizado a tal grado que resulta difícil para muchos distinguir tal atrocidad. El biopoder genera las políticas de significación y los regímenes de veridicción, su moral fisiológica para gestar esos procesos de fetichización. El cuerpo y lo corporal, el anclaje físico y su metafísica quedan colocados en el centro de la nueva hegemonía planetaria.

Mariana es experta en moverse en la sociedad del espectáculo la cual no es una teoría de la representación sino una formación histórico-social bien precisa como describe Debord: “El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relación social entre personas mediatizadas por imágenes.” (Debord,1967) Para acercarnos a la comprensión de los alcances de estos actos inadmisibles de Mariana vale la pena enfatizar en el término de la “nuda vida” de Agamben, sin entrar en profundidades categoriales, refiere la pura vida biológica, desprovista de cualidad, de forma específica; en todo caso, queda en manos de la autoridad, el Estado, la empresa, la escuela. Así:

“Al incluir al viviente, en tanto vida desnuda dentro del derecho mediante su exclusión (en la medida de que alguien es ciudadano, ya no es más mero viviente; pero al mismo tiempo, para ser ciudadano pone su vida natural, su nuda vida, a disposición del poder político), la política se vuelve bio-política. Y el estado de excepción, en tanto crea las condiciones jurídicas para que el poder disponga de los ciudadanos en tanto vidas desnudas, es un dispositivo biopolítico de primer orden.” (Agamben,2003).

Quizá para algunas personas Mariana hizo un bello acto de amor por un bebé, para otros hizo un acto de propaganda y otros hasta cometió una falta a las leyes que protegen a los niños en tales condiciones. Lo que me parece muy claro es el acto de violencia, una violencia imperceptible, casi anónima, des-subjetivada y sistémica que evidentemente produce nuda vida. Estamos ante una realidad en donde tal parece que estamos demasiado vivos para morirnos y demasiado muertos para poder vivir.

Emma Laura Rubio Ballesteros
Emma Laura Rubio Ballesteros

Licenciada en filosofía, maestra en educación y especialista en Teoría Crítica y hermenéutica, certificada en educación socioemocional. Autora de diversos artículos en revistas académicas

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