Días de incertidumbre: vacunas, salud del presidente y elecciones. Autor: Felipe León López

Foto: Especial.

¿Qué es la incertidumbre en un mundo donde los “thesaurus” del internet han llenado de categorías los fenómenos políticos, sociales y mediáticos que se van presentando? Una palabra más que nos cuesta trabajo entenderla, aunque todos estemos ahora usándola para expresar nuestro sentimiento colectivo de negatividad: no hay certeza, no hay confianza, no hay un mensaje político sin estar cargado de odio o propagador de miedo.

Hay un sentimiento de incertidumbre alimentado por diferentes frentes, por todos los factores de poder que buscan sembrar en nuestras mentes narrativas amenazantes –que según quien las diga esa amenaza es su adversario político—, cuando lo que se requieren son respuestas, claridad, certeza y responsabilidad para seguir enfrentando la peor pandemia y su impacto en el desastre de salud pública a nivel mundial.

Existen demasiadas inconsistencias informativas desde antes de que la pandemia se asentara entre nosotros que no han sido solventadas por ninguna autoridad. Ahora mismo no tenemos certeza de cuántos muertos van por esta enfermedad (porque definitivamente no son los casi 160 mil que dictan tarde a tarde), cuántos más están contagiados y cuáles serían las proyecciones más cercanas a la realidad. Lo único cierto es que día a día mueren más personas por el virus; sea un familiar, un amigo cercano, un vecino, un conocido o alguna celebridad.

La certeza es el conocimiento seguro y se gesta al interior de la razón, señala Edith Stein; en política representa algo más que conocimiento: fortaleza institucional de un gobierno democrático, respeto al estado de Derecho y transparencia en la toma de decisiones.  Es decir, estabilidad, salvaguarda de los acuerdos entre civiles y el Estado, garantizar los derechos a la información, libertad de expresión y de pensamiento. 

De ahí que la población mexicana tenga poca claridad de cómo estamos, hacia dónde vamos y qué están haciendo para las siguientes generaciones, no sólo en materia de la pandemia, sino de las consecuencias que ello trajo en la economía familiar, el empleo, las desigualdades, la educación, el acceso a una mejor oportunidad de vida y de recuperación a la etapa antes de la crisis.

La semana pasada la titular de Economía nos sorprendió al reconocer que la administración federal no valoró a fondo el impacto de la pandemia en las cadenas productivas y que prácticamente estuvieron improvisando a alalimón. Ni qué decir de los titulares del Trabajo, Desarrollo Urbano, SCT, Semarnat o Energía, cuyos mensajes distan mucho de lo que la población espera recibir para tener confianza en el día a día.

Los gobiernos en estados democráticos de derecho están obligados a garantizar expectativas futuras ciertas y favorables a la mayoría de la población, no a un segmento de ésta ni a un grupo social o a un solo partido.

La salud del presidente y la forma en que fue administrada la información –que es asunto de Estado no de un particular— sintetiza la forma en que este gobierno ha manejado su responsabilidad de dar certeza a los mexicanos y a la comunidad internacional: a cuenta gotas, a medias y sin más explicaciones, convirtiéndose en mensajeros del miedo y el descontrol, lo que a su vez alimenta la especulación, la inseguridad y la desconfianza sobre la capacidad de un equipo que depende del poder de decisión de una sola persona.

El Plan Nacional de Vacunación es otro tema del momento, pues se ha manejado como un espectáculo político-mediático y no como un asunto de primera importancia del gobierno hacia sus gobernados. Muchas semanas para involucrar a estados, municipios e iniciativa privada en la adquisición y aplicación, llegando tarde y mal. Muchos vacíos para explicarnos cuál es el procedimiento para que el Consejo Nacional de Salubridad General formalice sus sesiones y activen al Consejo Nacional de Vacunación y los consejos estatales. Lo mismo pasa con la compra de vacunas por parte de la federación, dejando que las especulaciones circulen por las inconsistencias del subsecretario de Salud responsable de su ejecución, en especial con el caso de la Sputnik V.

Y en medio de este clima de incertidumbre estamos en las elecciones, donde los partidos políticos demuestran en sus campañas que viven realidades alternas a lo que está padeciendo la mayoría de la población. Sin importar la desgracia de miles de familias, los partidos y sus candidatos incumplen con la reducción de sus gastos de campaña y no escatiman en gastos para acarrear gente o generar percepciones de que son los buenos.

Tal vez sea momento de que hagamos más ciudadanía y exijamos mínimo respeto de nuestros gobernantes y clase política, porque más allá de las frases y mentiras de la propaganda, hay una realidad que exige urgentes acciones para confiar en el mañana. Sin certeza no hay futuro que valga.

Contacto: feleon_2000@yahoo.com

Felipe León López
Felipe León López

Analista político, egresado de la FCPyS UNAM, con especialidad en estudios prospectivos. Es coautor de El Video poder en México (1995), Una Historia hecha de Sonidos (2004), Historia y Remembranzas de Radio Educación (2008) y Días de Radio (2017). Ha sido colaborador de portales, diarios y revistas de cultura, política y educación. Contacto feleon_2000@yahoo.com

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