Diálogo en el infierno entre López Obrador y Felipe Calderón. Autor: José Reyes Doria

infierno entre López Obrador y Felipe Calderón

José Reyes Doria

@jos_redo

Escena: enésimo encuentro entre AMLO y Calderón

Lugar: un paraje del infierno

Fecha: indeterminada

– ¡Otra vez tú! Tantos espíritus hay aquí, y tengo que encontrarme contigo una y otra vez, a lo mejor ese es mi castigo.

– ­Jajaja, lo mismo digo. ¡Cómo me atacaste en tu gobierno! y ahora pareces mi sombra en este bello lugar. Oye, ¿a poco me odiabas tanto?

– Mucho.

– Me odiabas con odio tabasqueño, claro. Llegué a temer que me encarcelaras cuando salió lo de García Luna.

– Ganas no me faltaban, pero era como escupir para arriba, luego me la podían aplicar a mí.

– Hasta me anduve escondiendo un rato.

– Pues tú te lo buscastes. Para qué te juntastes con personas tan siniestras como tú. Pero además ya no finjas, aquí no tiene caso: tú eras el protector del Chapo, García Luna solo obedecía tus órdenes.

– ¡­Ni me obedecía! Acuérdate que los narcos eran todopoderosos, en tu gobierno también había infiltrados como el García Luna. ¿O lo vas a negar?

– Cierto, eran imparables. Pero lo que más me repateaba, era que te entregastes al narco porque te agobiaba la culpa de robarme la Presidencia.

– Jajaja, deberías verte: dices eso, pero te ves sereno y hasta bromista. No cabe duda que este lugar adormece los malos impulsos.

– Tienes razón, no siento el coraje que me desquiciaba contra ti. Pero eso no quita que eras una fichita criminal, rodeado de malvados, además de corrupto, usurpador y borracho.

– ¡No manches! Lo de borracho era un mito, solo tomaba unos tragos en las tardes.

– Pero lo del baño de sangre en el que metistes al país no es un mito, tu gobierno fue un camposanto.

– Ya, ya, ya, pero veo que te ríes, por eso no te voy a revirar tan fuerte. Además, tú hiciste casi lo mismo, o peor, o ¿a poco vas a negar que en tu gobierno hubo el doble de muertos, dejaste robar a todo el mundo y se te murieron millones en la pandemia?

– También veo que te ríes, y además parece que andas briago. Pero ¿me achacas los muertos de la pandemia, y dices millones de muertos? Hasta en este lugar sigues siendo ladino e hipócrita.

– ¡Claro! Con tu matasanos ese de Gatell acabaron con miles de familias enteras, ¿no hasta lo enjuiciaron ya?

– Pues sí, me engañó, yo creí que era un gran científico.

– Otra vez veo que te ríes, ni tú te la crees. Pero ve: es lo mismo que digo yo de García Luna, que me engañó, nunca supe lo que hacía el canijo.

– Puro rollo mareador el tuyo, pero el pueblo me quería a morir, es mentira lo que dices de la pandemia y todo lo demás.

– El pueblo te quería por interés, era un amor comprado con la lana que les regalabas a los pobres.

– Ahora sí se ve que lo dices en serio, fiel a tu mentalidad fascista y clasista. No aceptas que lo que hice fue justicia social.

– Bueno, te doy la razón en ese punto, la verdad sí fue una buena acción social la de tus programas, pero en realidad lo hacías para tener dormido al pueblo. Aquí no tiene caso que sigas fingiendo que amabas al pueblo.

– Lo que no tiene caso es tratar convencerte, siempre representaste el fraude, el saqueo, la corrupción, la muerte.

– ¡Cálmate! Ya no estamos en la tierra, aquí todos saben los pecados de todos. Hiciste lo mismo que yo. Ahí está lo de tus generales y almirantes, lo de tu trenecito y tu refinería, que nunca funcionaron, lo de tus familiares y protegidos, todos impunes.

– ¡Puras mentiras!

– Oye, pero lo de Segalmex, no juegues, ahí sí fue muy cruel robarse el dinero de la gente más pobre.

– Si eso fuera cierto, la gente me hubiera reprobado y no hubiera ganado mi sucesora. Lo digo y lo sostengo, incluso aquí: el pueblo es mucha pieza.

– Pues casi la pierde Claudia, por la soberbia de pensar que podías manipular a toda la gente todo el tiempo. Te pasó igual que en el 2006, por ponerte muy gallito y echarte a la hamaca, te la gané a la buena.

– La verdad fuiste un usurpador, desde Victoriano Huerta nadie había usurpado la Presidencia.

– Yaaa, te acepto el apodo de Borolas, pero eso de usurpador ni tú te lo crees. Usurpador fue Salinas, y tú te aliaste con el mafioso que le ayudó a hacer el fraude electoral, tu compadre Bartlett.

– Bueno, basta. No sé por qué pierdo el tiempo hablando contigo, habiendo tantos personajazos aquí.

– Eso sí, personajes de todos los tiempos, incluso algunos que nunca pensé que cayeran aquí.

– Ayer vi pasar a Madero, pero no me escuchó cuando lo saludé. Luego casi me desmayo al ver a Benito Juárez bajando la colina roja, pero no me animé a hablarle, se veía muy serio, creo que notó mi presencia, pero como que no me reconoció o no sé.

– Jajaja ¿a poco no sabes que ellos no quieren hablar contigo?

– Estás loco. ¿Por qué no querrían hablarme?

– No quieren, les choca que hayas querido compararte con ellos.

– ¡Mientes! ¿Cómo sabes que piensan así?

– Porque he platicado con ellos. Según lo que me dijeron, les molestó que ambicionaras gloria y grandeza antes de empezar a gobernar. Dicen que eso es pecado capital de soberbia y alta frivolidad.

– Pues no te creo, voy a aclarar eso con ellos.

– Te aconsejo que te ahorres el bochorno de que te rechacen. Máxime que tu gobierno no le llegó ni a los talones a ellos, más bien se pareció mucho al mío o al de Peña Nieto, quien por cierto tampoco quiere hablarte.

– Jajaja, ahora me carcajeo yo: quién quiere hablar con el copetudo fifí señoritingo.

– Bueno, ya es la hora de los fuegos, hay que ir a refugiarse.

– Espera, ¿a Hidalgo no lo has visto? Acuérdate que yo hice la Cuarta Transformación y el Cura es el que me falta de ver de mis tres antecesores.

– Jajaja, gracias por hacerme reír tanto esta vez. Ni aquí dejas esa jalada de la 4T, precisamente por eso es que Juárez y Madero te evitan. Pero creo que Hidalgo no cayó aquí, es de los contados políticos que están en otra parte.

– ¿En el cielo? Se lo merece Hidalgo.

– ¡El cielo solo existe en tus discursos! No, simplemente Hidalgo no cayó en este infierno de todos tan temido.

– Pero de los que he visto por aquí casi todos eran políticos. ¿Y los narcos, los asesinos, los estafadores, los traidores, los pederastas, los violadores, los malos?

– Ellos están varios círculos más abajo, en los más canijo del infierno. ¿No te acuerdas cómo lo describía Dante?

– ¿Dante Delgado?

– Nooo, el gran Dante Alighieri.

– Claro que lo sé, mi segunda esposa era muy culta y me contaba de los clásicos. Oye, Entonces ahí está tu compinche García Luna y tu protegido el Chapo.

– ­Y varios de tus amigochos, no te hagas.

– Sí, tal vez ahí esté el Gatell, por eso no le he visto.

– Bueno, vámonos, ahí viene el primer rayo de fuego.

– ¡Vámonos!