¿Deben renunciar Ebrard, Claudia, Monreal y… Adán? Autor: Felipe León López

Crédito de foto: Felipe León López.

Felipe León López

La actual circunstancia por la que atraviesan las llamadas corcholatas (los posibles tapados) de Andrés Manuel López Obrador parece insostenible. Más allá del uso y abuso de los recursos públicos (aunque sean días de asueto y supuesta cobertura institucional a sus ausencias y abandono de funciones públicas), está el dilema ético de lo que promulgó el catecismo de la “cartilla moral” de la “cuarta transformación”: dejar atrás todas esas práctica abusivas y rapaces… y neoliberales.

La carrera por una sucesión presidencial adelantada sigue abriendo muchos frentes de batalla para los gobiernos morenistas, debates internos que tienden al tribalismo como en su pasado fueron las tribus del PRD, enroques entre distintos equipos y un desgaste en las bases sociales de apoyo por una movilización permanente que ya los está agotando; ni se diga el torpedeo a que son sometidos diariamente los ciberactivistas, youtuberos, periodistas militantes y opinadores afines a la “Cuarta Transformación” no sólo para defender los frecuentes dislates gubernamentales, sino ahora también la imagen pública de las corcholatas palomeadas por el señor presidente.

Estos seres que cumplen la labor de legitimación, de masticar en todo momento la forma de pensar y explicar el mundo según AMLO, acumulan difíciles argumentos para entender esos aparentemente irracionales discursos y ocurrencias mañaneras, ahora tendrán que esforzarse a fondo para justificar que los adelantados no usan recursos públicos ni aprovechan, como en el “PRIANISMO” los medios del Estado para sus fines personales.

Hace unos meses comentábamos en este espacio que el presidente de la República aceleró su propia sucesión como una fórmula de tener el control de a quién podría darle el voto de confianza de la continuidad de la llamada “Cuarta Transformación”. Pero que este acelerado, con el tiempo podría generarle muchos dolores de cabeza porque comenzaría aislarse y a tomar decisiones más en solitario que en equipo, a sortear las crisis más desde su personal punto de vista que de un colectivo que requiere decisiones de Estado. Y lo que más podría pesarle –y para muestra basta con echarle un ojo a los mensajes entre líneas de los discursos, memes y disparates de algunos morenistas—, son su equipo político que ya luce dividido, enfrentado y que padecería los puntapiés bajo la mesa, la indisciplina y muchas señales de deslealtad.

Detrás de la máscara exitosa de Morena hay una serie de heridos y muertos políticos que se han ido acumulando para terminar con un proyecto desfigurado ideológicamente y cargado de más mito narrativo que de realidad concreta de un real proyecto alternativo de nación que ya no existe, porque lo importante es retener el poder a como dé lugar.

Llegamos así a mitad del 2022, a poco menos de 190 días de que Andrés Manuel concluya su sexenio, y la situación del corcholatero ha cambiado; la lista se ha depurado y los posibles desenlaces de quién será la o el ungido por la encuesta (el dedazo disfrazado) se han alterado porque en la carrera no juegan sólo Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, quienes tienen el aval presidencial, sino como lo advertimos desde que llegó a la SEGOB, Adán Augusto López Hernández, quien cada fin de semana aparece y se mueve como cuando había “tapado”. Claro, no perder de vista a Ricardo Monreal, quien quizá su interés no sea la boleta presidencial sino la Ciudad de México, siempre y cuando logren disciplinarlo y no dejarse caer en tentación como al parecer sí lo estaría haciendo el canciller, quien ya mandó tres mensajes claritos a través de columnistas afines a su proyecto.

Conforme pasan los días, la presión y la calentura política ya se siente. Ejemplo de ello ha sido el apoyo que las corcholatas han dado a los candidatos a gobernador en Tamaulipas, Quintana Roo, Hidalgo, Durango y Oaxaca, recibiendo desgastados gritos de “¡presidente! ¡presidenta!” por parte de los oradores y asistentes a los mítines. El tema es que lo mismo le gritan a Claudia, a Marcelo, a Adán o a Monreal. Nada, esos gritos y aplausos en este momento sólo han opacado la demostración de fuerza de una u otra corcholata.

Sin embargo, no pierdan de vista los mensajes cifrados en los propios espacios de poder. Por ejemplo, un fin de semana con sabor a “tapado” fue el que vivió Adán Augusto López Hernández, quien en una inaudita reunión nacional de notarios públicos fue recibido en Tabasco no como el gobernador con licencia, no como un notario público afamado, sino como un precandidato, al que todos fueron a rendirle tributo, jurarle lealtad y servicios. Ahí no quedó el enjergue, porque se fue al Tianguis Turístico de Acapulco que días antes había sufrido bloqueos y amenazas, tanto por protestas sociales como por narcobloqueos.

Ricardo Monreal fue a su natal Zacatecas a tratar de rescatar la desgastada imagen de su hermano, David, quien tiene al estado patas pa’arriba en materia de seguridad. Ahí apareció, retomando el hilo y buscando los reflectores dirigiendo la orquesta estatal con el llamado “segundo himno nacional”: la Marcha de Zacatecas.

Marcelo Ebrard ha sido más reservado en presentarse en público, aunque sí lo está haciendo, y ha decido jugar a lo que sabe: mandando mensajes a sus correligionarios; primero con las plumas para ir cuestionando a Claudia Sheinbaum y la semana pasada para enviar mensaje a Adán Augusto López Hernández, de que lo conoce y lo tendría medido.

El “claudismo”, por su parte sigue el método tradicional de apoyar a los candidatos y de paso lograr reconocimiento nacional. pero no queda ahí, y no pierdan de vista, aquí en la capital, por ejemplo, el frente de organizaciones sociales Unidad de Acción Popular, que agrupa una buena parte la izquierda social, llevaron a cabo su primer encuentro político y social en la alcaldía Iztacalco con el fin de “parar el avance de las derechas” y llamar a los partidos de la alianza de la cuarta transformación a cambiar la actitud frente a la sociedad, evitar la soberbia de los funcionarios públicos y atender las demandas y sugerencias de quienes han estado apoyándolos desde 1997. Nadie está haciendo ese trabajo, y los afines a la 4T en la capital no pasan de demostración clientelar, pero sin una propuesta de cambio real.

Las circunstancias siguen pesando en su contra. Hace unos meses, cuando se enlistó a las corcholatas para el 2024 se advirtió el desgaste y la sombra de la traición que podría acompañar una anticipada carrera presidencial. Entonces, como ahora, sugerimos que la sucesión presidencial debía salir del gobierno, que los aspirantes presidenciales demuestren altura de miras y tengan que abandonar sus posiciones actuales de poder público y que sus proyectos políticos las expongan en las plataformas de su partido político y de frente a los ciudadanos. Estamos en tiempo y forma para demostrar que no son iguales al viejo sistema, ni al PRI, ni al PAN.

Felipe León López
Felipe León López

Analista político, egresado de la FCPyS UNAM, con especialidad en estudios prospectivos. Es coautor de El Video poder en México (1995), Una Historia hecha de Sonidos (2004), Historia y Remembranzas de Radio Educación (2008) y Días de Radio (2017). Ha sido colaborador de portales, diarios y revistas de cultura, política y educación. Contacto feleon_2000@yahoo.com

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