De perdones y espinas. Autora: Pilar Torres Anguiano

Raúl Anguiano. La espina.

En 1949, el pintor Raúl Anguiano formó parte de una expedición a la Selva Lacandona para registrar los murales recién descubiertos en Bonampak. Según escribe en el diario de la expedición, María, su guía en los senderos estrechos y accidentados de la selva, era una indígena lacandona a quien durante la travesía, se le clavó una espina en el pie. “La vieja María me pide mi navaja y con la punta se la saca. A pesar de que le sangra el pie, se incorpora y sigue caminando”.

La metáfora de la espina clavada está siempre presente en la literatura y la vida cotidiana, haciendo referencia a la frustración y al dolor. Aquí el poeta León Felipe:

Soy ya tan viejo
y se ha muerto tanta gente a la que yo he ofendido
y ya no puedo encontrarla
para pedirle perdón.
Ya no puedo hacer otra cosa
que arrodillarme ante el primer mendigo
y besarle la mano.
Yo no he sido bueno…
quisiera haber sido mejor.
Estoy hecho de un barro
que no está bien cocido todavía.
¡Tenía que pedir perdón a tanta gente…!
Pero todos se han muerto.
¿A quién le pido perdón ya?
¿A ese mendigo?
¿No hay nadie más en España…
en el mundo,
a quien yo deba pedirle perdón?…

Voy perdiendo la memoria
y olvidando todas las palabras…
Ya no recuerdo bien…
Voy olvidando… olvidando… olvidando…
pero quiero que la última palabra,
la última palabra, pegadiza y terca,
que recuerde al morir
sea ésta: Perdón

Cuenta Alfonso Reyes, en su Oración del 9 de febrero, que cerró los ojos de su padre muerto, para sólo conservar de él la mejor imagen; y que eligió el camino de su libertad, arrancando de su corazón cualquier impulso de venganza. Huyó de los testigos de aquellos hechos en los que perdiera la vida el General Reyes y evitó a toda costa escuchar el nombre de quien inició el fuego. Así, prefirió cercenar voluntariamente una parte de sí mismo, como quien, al ser picado por una víbora, se corta el dedo de un machetazo y añade que los que sepan de estos dolores le entenderán muy bien. Algo así debe ser el perdón humano. 

El perdón puede entonces entenderse como algo que libera, restaura y rehabilita la capacidad humana de actuar. Nosotros, los que no somos santos ni ángeles, tal vez no entendamos eso de fundamentar el perdón en un amor que no sabemos cómo sentir, pero podríamos intentarlo desde el respeto por la dignidad del ser humano y la posibilidad de que cada persona es mucho más que lo que hace y lo que piensa. Así, eso que llamamos perdón, tiene muchas dimensiones. Es un problema sobre el cual la religión, la política, la impartición de justicia, la psicología y la filosofía abordan desde distintos ángulos.

Nietzsche opina que la práctica cristiana del perdón no redime realmente el ciclo de la venganza, sino que provoca resentimiento hacia el pasado. Para Aristóteles, en cambio, el perdón está relacionado con la empatía que implica comprenden las razones del agresor; y aceptar (o al menos contemplar) la posibilidad de que uno, en circunstancias similares, habría hecho lo mismo. Lo más probable es que la espina no va a pedirnos perdón por habérsenos clavado. Aun así, hay que arrancarla y seguir adelante. Así, determinación y pundonor son pilares de esa fuerza liberadora que bien podría estar representada por María tomando el cuchillo. La palabra, que es muy bella, deriva del catalán punt d’ honor y, evidentemente, se refiere al punto desde el cual proviene el honor. Que cada quien encuentre el suyo.

La espina es la obra cumbre de Raúl Anguiano. También es mi favorita desde siempre. Puedo contemplar durante horas aquella metáfora visual y repetirme el mensaje: a veces hay que detener un minuto el camino para desenterrar la espina clavada. Quitarla no es fácil. Duele, pero debes hacerlo porque no te deja caminar. De alguna manera, a todos nos pasa. También a México.  

Algún día –dijo Don Raúl– veremos que esta mujer se sacará la espina y la herida cicatrice, pues los indígenas en México todavía son discriminados… ojalá que ya no se les discrimine y se les considere al mismo nivel, o más profundamente, que a todos los mexicanos”. Por cierto, algo de la obra de Raúl Anguiano forma parte del Acervo Alfonso Reyes, y está expuesta en la Capilla Alfonsina.

@vasconceliana

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