Por: Ō. Evon-Kenobi
«Vivimos en una nave impulsada por energías que separan causa y efecto, principio y fin… el hiperespacio es un misterio más profundo que los dioses y los demonios.»
―Micha “Howling Mad” Evon, también conocido simplemente como “Aullido”.
La suerte que tenemos al ver películas, historias o cuentos como Star Wars es que somos expuestos desde niños y vamos creciendo juntos. Pareciera que las películas se apropian de nosotros y nosotros de ellas a tal grado de ser dignas de pasarlas de una generación a otra. Y como a veces tenemos música preferida y escogemos bandas sonoras para nuestra vida, canciones que cantan momentos especiales o sentimos como si el intérprete estuviera en nuestra propia piel, al igual creamos una relación personal, íntima y fantasiosa con nuestros héroes y sus habilidades, hazañas o poderes especiales.
Como muchos lectores, el que escribe hoy tuvo la fortuna de vivir en un mundo ordinario donde sentía que podía fácilmente escapar hacia un mundo especial con solo agarrar un juguete (y si no había juguetes moldeaba plastilina) para jugar con naves, monitos y demás del universo de Star Wars.
“Pero niño no soy más”, diría algún alumno del maestro Yoda.
Y adoptando el papel de adulto, ya no sé si es excusa u orgullo, el reconocer que peor que la decepción al ver a Jar Jar Binks en el Episodio I, o el gusto al ver a los adorables Porgs en el nuevo Episodio XIII al presente le tocaron los Ewoks del episodio VI, allá por los ochentas.
Guerreros tipo wookie que un principio eran más como chewbacca pero enanos y pigmeos salvajes con ojos luminosos, acabaron siendo transformados por George Lucas en ositos cariñositos. Si, aquellos que salvaron a la Rebelión en la legendaria película “Episodio VI: El regreso del Jedi” (1983). Pues la caricatura del momento preparaba territorio para ser usada como infiltración psicológica en lo que ahora conocemos como “mercadeo de melancolía futura”.
Estos mismos ositos acabaron espantando a David Lynch (Hombre Elefante, Lost Highway, Twin Peaks) de la oferta que le propuso el mismo Lucas para dirigir aquella película.
Tal fue el impacto de Lynch al verlos que prefirió declinar la oportunidad y mejor realizar su propia película espacial “Dune“.
Ahora podemos culpar a un Ewok de haber sido la chispa que acabo creando las llamas que llevaron a la realización de Dune.
Este juego de relevos y abandonar o cambiar los mandos de director a director por cuestiones de oportunismo económico no es novedad y comenzó cuando el primer colega de Lucas, Gary Hurtz (American Graffiti 1973, Star Wars 1977 y 1980) decidió abandonar el proyecto por el giro que tomo Lucas de enfocarse excesivamente en mercadeo de productos.
Pero a fin de cuentas todos aquellos juguetes y líneas de entretenimiento producidas a finales de los 70’s y a lo largo de los 80’s fueron los responsables de que este Universo Fantástico se infiltrara el día de hoy hasta en nuestros más profundos sueños (¿alguien también soñó con tener Ewoks en el patio de su casa en lugar de perros?). Y con esto dejar los cimientos para que esta saga continuara desarrollándose hasta esta octava entrega, 40 años más tarde.
El maestro Lucas decidió llevar acabo la infiltración máxima un día previo a la noche de brujas el 30 de octubre del 2012, cuando lo que algunos veíamos como amenaza y otros como oportunismo, decidía dejar el primer orden establecido a generaciones por venir.
George deja ir su creación y pone la batuta en manos de alguien más, en este caso en manos del imperio de un ratón, el imperio de entretenimiento corporativo que es Walt Disney.
Al igual que previas noticias sorpresivas y giros a la trama en general, en un principio, en especial los primeros fanáticos de la trilogía original de los 80s, adolecimos y creímos que esto iba ser la caída y derrota final por 30 tristes monedas… (bueno mejor dicho 4.5 billones de verdes) pero nos guste o no, el haberle dejado y pasado la batuta a Disney y estos elegir a JJ Abrams (Misión Imposible, Lost, Westworld) para dirigir la nueva trilogía, empezando con el episodio VII “El Despertar de la Fuerza”, fue todo un gozo digno de fanfarrias y mariachi.
Se encargó como buen fan y con su singular maestría cinematográfica, de darle un aire nuevo y al mismo tiempo uno muy familiar que se requiere para hacer la masiva transición de la franquicia más elaborada e inclusiva en memoria reciente.
Y lo que muchas veces se vio como amenaza, ahora parece estar en manos seguras y se ha convertido en un curioso y divertido juego de ping pong entre JJ Abrams y el reciente director del episodio VIII Rian Johnson (Looper).
Quien no solo tiene la responsabilidad de tomar las riendas de este determinante y liminal octavo capítulo, sino que será el que determine la siguiente generación de Star Wars, pues ha sido designado por el ratoncito Miguelito para liderar también la futura trilogía, los episodios (X, XI y XII).
Como no queriendo dejar de sorprendernos, el 12 de septiembre con un tuit oficial de Star Wars nos regala otro giro y otra sorpresa:
✔@ starwars J.J. Abrams to write and direct Star Wars Episode IX.
*** Enchinose el cuerose***
Este anuncio fue después de haber despedido al director del futuro episodio IX, Colin Trevorrow (Jurassic World) porque la visión de su empresa difería de la visión original. La fuerza nos acompaña…
JJ nos muestra su deleite en una entrevista que le hizo la revista Rolling Stone en la cual dice que no tenía en mente dirigir el último episodio IX.
Pero la oportunidad cerrar la trilogía, y teniendo en sus manos lo aprendido en el episodio VII, junto con el espíritu de haber creado los personajes, esta es una oportunidad demasiado deliciosa como para dejar pasar.
¿A dónde va ir a parar esto una vez que cierre JJ?

Nadie sabe y por el momento no importa tanto, pero la inercia del lado luminoso de la fuerza parece estar haciendo justicia al escoger y poner a fanáticos a trabajar y seguir expandiendo este universo.
Para el presente autor ya es gozo en si mismo el poder describirlo y desmenuzarlo, y podemos ver en YouTube o ediciones extendidas de las películas, como la mayoría de la gente involucrada, desde sus escritores y directores pasando por actores, arquitectos y todo el staff detrás de bambalinas (la mayoría de los nombres que salen en los créditos), son personas que están literalmente envueltos en la fantasía de su infancia. Deleitándose a cada momento por tener la fortuna de estar involucrados en aquel mundo al cual escapaban de niños, pero ahora les toca ser el héroe y adoptar su propio viaje con la maestría que requiere tal transición.
Como lo dijo Johnson en su conferencia de prensa después del primer screening de El Ultimo Jedi, “…creo que estas películas, si las reducimos a lo extremadamente básico y vemos como Lucas desde el principio famósamente tomaba del Mito del Viaje del Héroe que Joseph Campbell describía, vemos que el viaje del héroe no se trata de volverte un héroe o de volverte Hércules, es más bien acerca de la adolescencia, de la transición de la niñez a ser adulto y de encontrar tu lugar en el mundo… tienes estos nuevos poderes que sientes por primera vez dentro de ti y no sabes qué hacer con ellos, ¿a quién vas a pedir ayuda, quién va ser digno de confianza y quién no?… navegar esas aguas turbulentas que todos tenemos que navegar… esto es lo universal y parte de esto es la relación con nuestros héroes…”
Por este simple hecho, los personajes y el universo de Star Wars a menudo se sienten familiares, como si los hubiéramos acercado a nuestro círculo íntimo.
Cuando algo dentro de este toma un nuevo rumbo, lo sentimos todos y como el héroe de la pantalla a veces reaccionemos de manera visceral para hacer de nuestras opiniones un grito de dolor muy semejante al que tiro Luke cuando le revelaron quien era su verdadero padre.
Muy inesperado y completamente familiar, eso y así es Star Wars.
Esto es revelado en estadística y con números por uno de los sitios preferidos de críticos de cine, rottentomatoes.com donde se ve la clara discordia entre opiniones.
La de gente que va al cine y nos sentimos críticos amateurs concluimos todos en masa que el promedio es de un bajísimo de 51%.
Esto es producido al querer ver fantasías en nuestra mente que no acaban por suceder en la pantalla grande, y claro, mucho menos en un interés por salir de lo común hacia algo nuevo y excitante.
Así es la crítica destructiva y egoísta.
Una que no toma para nada en cuenta este espacio de transición por el que necesitan pasar los que quieren ser algo más que ser parte del mundo ordinario y común que la mayoría transita (no es sorpresa que grupos con tendencias politizadas y conservadoras en E.U.A, como Alt-right, han tomado responsabilidad por manipular la calificación promedio de este sitio).
Pero…
Los verdaderos expertos y profesionales en el arte y ciencia de la cinematografía, los que si saben de cine, los que le dedican tiempo y se avientan su propio viaje de descubrimiento a través de sus creaciones, esos, le otorgan la calificación más alta que ninguna película de Star Wars jamás haya recibido, hasta un 91%.
Y como si no fuera suficiente, aparte, el “Cinema Score es de un impresionante “A”, o sea un 10, algo así como el Diego Armando Maradona de las películas palomeras.
Definitivamente “EL Último Jedi”, Episodio XIII (2017), nos lleva al igual que su hermano gemelo, el episodio V, el Imperio Contraataca (1980) a través de un espacio obscuro y cómicamente turbio donde nada es claro del todo.
Comenzamos y terminamos escapando y buscando.
Todo está en contra y parece que no hay esperanza, pero justo cuando pensamos que hemos descifrado algún secreto y encontrado alivio se nos da un giro de 180 grados y quedamos suspendidos…
Magistralmente lo hace Johnson en momentos legendarios dentro de la película, y ahí en esos espacios, es donde brotan las pautas para un cambio elegante y lleno de gracia.
Un espacio que no necesariamente tiene principio, clímax y fin. No es la clásica historia que acaba y tan tan. Después de 8 entregas, los que la han creado y manejado saben que es una historia que juega con un constante ajuste en el mismo andar.
El asombro se siente desde el primer minuto, y no paran los giros inesperados a lo largo de las 2 horas 35 minutos que lo que hacen es dejarnos más preguntas de las que creíamos encontrar.
Finale Mamone.
Ō. Evon-Kenobi
Seudónimo creado a partir de la ascendencia ilusoria que le brindo el shock y aventura que fue el episodio XIII.
Por cuestiones personales, culturales, y autodidactas de la forma Jedi, el autor prefiere ser referido por apellido de linaje; “Evon-Kenobi” y si son de confianza o se creen llevaditos por la inicial de primer nombre; “Ō”.
Procedente de una galaxia muy muy cercana viene siendo tataranieto a la exponencial de 2 líneas familiares de una galaxia muy muy lejana.
Una línea proveniente de guerreros que lucharon junto a la rebeliones y resistencias de apellido Evon su más famoso ancestro; Micha-Evon, quien murió en la batalla de Hoth al principio del Episodio V.
Y la otra de una poderosa familia sensible a la fuerza, los Kenobi.