10 Razones para que AMLO no se meta en las elecciones, o ¡cállate chachalaca! II. Autor: José Reyes Doria

CIUDAD DE MÉXICO, 18JULIO2023.- Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, encabezó la conferencia mañanera de este martes donde habló sobre los avances del Tren Interurbano México-Toluca. FOTO: DANIEL AUGUSTO /CUARTOSCURO.COM

José Reyes Doria| @jos_redo

Una gran mayoría (incluso el propio presidente López Obrador y sus seguidores en 2018 y antes) considera que el Presidente de la República no debe meter las manos en las elecciones, ni para apoyar ni para atacar a los candidatos, bajo ninguna circunstancia y por ningún motivo. Hay quienes matizan el punto señalando que aún no empiezan formalmente las campañas, pero la realidad es que la contienda electoral ya empezó en los hechos, el propio AMLO la adelantó de facto casi un año. Para efectos prácticos, Claudia Sheinbaum es la casi segura candidata presidencial de Morena, mientras que Xóchitl Gálvez es la casi segura candidata del PRIAN. Por lo tanto, atacar a Xóchitl en estos tiempos de campaña real, como lo está haciendo el Presidente, significa, de facto, una acción para aplastar a la candidata presidencial opositora. Dicho lo anterior, van 10 motivos para que López Obrador no se suba al ring electoral:

PRIMERA

Por congruencia. López Obrador encarna una biografía política donde resalta su vocación de luchador social y la exigencia de democratización de la política mexicana que enarboló por décadas. Pocos líderes políticos, ningún Presidente en el último siglo, han tenido una trayectoria de lucha por los más desfavorecidos como AMLO, un rasgo fundamental que propios y extraños le reconocen. Impulsado por Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador también ha luchado por el desmantelamiento del autoritarismo consolidado en el régimen priista clásico. Cárdenas, como candidato presidencial opositor en 1988, padeció la embestida brutal del Ejecutivo Federal. AMLO como candidato presidencial en 2006, también fue objeto de una cacería descarada desde la Presidencia, en el marco de una flagrante elección de Estado. El hoy Presidente, se levantó del atropello de 2006 y del desánimo de la derrota en 2012. Mantuvo su ideario y su alianza con el pueblo, y finalmente ganó la Presidencia en 2018, con un respaldo popular abrumador y esperanzador.

Sin embargo, en el momento de su sucesión presidencial, López Obrador está incurriendo en los mismos abusos de poder que Miguel de la Madrid en 1988, Carlos Salinas de Gortari en 1994 y Vicente Fox en el 2006: utilizar la investidura y el poder presidencial para destruir a un candidato opositor, en este caso Xóchitl Gálvez. En 2006, AMLO lanzó el clásico ¡cállate chachalaca!, para exigir a Fox que dejara de atacarlo, para tratar de detener la acción de Estado lanzada con el objetivo ominoso de destruir la candidatura del tabasqueño. La mayoría de la gente apoyó la exigencia de AMLO.

“El Presidente de México debe actuar como hombre de Estado, como estadista. No debe comportarse como jefe de partido, de facción o de grupo. El Presidente no puede utilizar a las instituciones de manera facciosa, ni para ayudar a sus amigos, ni para destruir a sus adversarios”: así habló, con enorme autoridad moral, López Obrador en 2006. Incluso, en su victoria de 2018, AMLO ha reconocido muchas veces la actitud de Enrique Peña Nieto, quien, a decir de López Obrador, no metió las manos en las elecciones presidenciales.

Los ataques a la candidata opositora Xóchitl Gálvez, con o sin razón, constituyen una incongruencia escandalosa respecto al luchador social, líder político e impulsor de la democracia llamado Andrés Manuel López Obrador.

SEGUNDA

Porque AMLO es el jefe del Estado mexicano. Por lo tanto, sus palabras y sus acciones inevitablemente orientan al aparato estatal en el sentido de sus filias y fobias. Al atacar sistemáticamente y sin ningún tipo de reparo a la candidata presidencial opositora, se subvierte la esencia del Estado como entidad que debería estar al servicio de la realización colectiva de los ideales plasmados en la Constitución, en el marco de un ordenamiento institucional que garantice los derechos humanos y las libertades de todos.

TERCERA

Porque embestir a la candidata presidencial opositora desde la cúspide el Ejecutivo Federal, entraña una disputa profundamente desigual. Por más que Xóchitl Gálvez responda y contraataque, el poder y los recursos del Presidente son incomparablemente superiores, por lo que, además de la desigualdad, flota en el ambiente político-electoral la sombra de la injusticia.

CUARTA

Porque al ser titular del Ejecutivo, su gobierno debe estar abierto al escrutinio. Nadie dice que el Presidente no pueda debatir, cuestionar y acusar a sus adversarios. Pero es importante que AMLO asuma dos cosas: 1) no debería de hacerlo, mucho menos con la intención de aplastar, contra una candidata presidencial opositora, pues al tener ya dicho estatus Xóchitl Gálvez, adquiere un especie de blindaje para que el Presidente no se meta con ella; la labor de confrontarla y despedazarla corresponde a la candidata o candidatos oficialistas, una lucha entre iguales; y 2) la candidata opositora en cuestión, los demás candidatos opositores, e incluso las corcholatas oficiales, pueden criticar al gobierno de AMLO, porque aspiran a sucederlo; ahí el presidente, por las reglas político-electorales vigentes, tiene que aguantar vara y dejar que la candidata oficial defienda los logros de la llamada Cuarta Transformación. En otras palabras, AMLO debe aceptar que, en el terreno de la disputa político-electoral, su tiempo ya se acabó.

QUINTA

Porque atacar de esa forma tan intensa, reiterada, sistemática y agresiva a Xóchitl Gálvez, va en contra de los intereses legítimos de AMLO y Morena de volver a ganar la Presidencia. Sigo pensando que Morena tiene 60-65% de probabilidades de ganar en 2024, pero ahora, con el abrumador ataque presidencia contra Xóchitl, es muy probable que la ingeniera hidalguense crezca y crezca en el conocimiento y las simpatías de grandes franjas de la sociedad que empezarían a pensar en darle su voto.

SEXTA

Porque perjudica a su favorita Claudia Sheinbaum. En la medida que AMLO ataca a la candidata presidencial opositora, su propia favorita se ha estancado y ha salido del radar de la disputa político-electoral-mediática. Las carencias de Claudia se han hecho más evidentes en estas semanas de ataques presidenciales a Xóchitl, pues la ex Jefa de Gobierno está perdiendo reflejos, toda vez que ella debería practicar la esgrima y la guerra discursiva contra la candidata opositora.

SÉPTIMA

Porque atacar a la candidata presidencial opositora desde la Presidencia, es anticonstitucional, atenta contra el pacto político plasmado en la Carta magna en materia de competencia política democrática. Además, dicha acción es ilegal, pues está claramente prohibida en la legislación electoral aplicable, y algo muy importante: de persistir la embestida contra Xóchitl, se irán acumulando evidencias y elementos para que el Tribunal Electoral pueda, en un momento extremo, anular las elecciones si pierde la candidata opositora.

OCTAVA

Porque atacar a Xóchitl desde el poder presidencial, no se antoja necesario, dado el apabullante posicionamiento político de la 4T. Hemos dicho ya en columnas anteriores, que Morena y AMLO cuentan con un poder político tan grande, que, reitero, tienen amplísimas probabilidades de ganar nuevamente la Presidencia en 2024. Tienen la Administración Pública Federal, recursos, presupuesto, programas sociales masivos, 23 gubernaturas, mayoría en el Congreso; además el PRI y el PAN están profundamente desprestigiados y desarticulados. Entonces: ¿qué necesidad de mancharse las manos atacando con todo el poder de la investidura presidencial a la candidata opositora?

NOVENA

Porque esta acción va contra la historia. Como decíamos, la última embestida de esa magnitud fue la que emprendió Vicente Fox contra el propio AMLO en 2006. En 2012 y 2018 no vimos una actuación abusiva pública y abierta del Presidente en las campañas electorales contra candidato alguno. Ahora, en 2024, estaríamos en riesgo de que regresen, con todos sus perjuicios, las elecciones de Estado y tal vez el Partido de Estado. Insisto, ni siquiera hay necesidad de eso.

DÉCIMA

Porque de persistir en este ataque contra la candidata presidencial opositora, López Obrador no solo sería incongruente con su trayectoria, sino que afectaría irreparablemente buena parte de su legado histórico. Al menos en la dimensión político-electoral-democrática podría ocurrir lo que ya señaló Jorge Volpi en su más reciente artículo: que AMLO “sea recordado por la mayoría de la ciudadanía con la misma rabia y el mismo desprecio con que, hoy, es recordado Vicente Fox”.

José Reyes Doria
José Reyes Doria

Politólogo por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Asesor parlamentario en diversos órganos de gobierno y comisiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. Colaborador en portales informativos. Conferencista sobre temas legislativos y políticos. Consultor en materia de comunicación política, prospectiva y análisis de coyuntura. Contacto: reyes_doriajose@hotmail.com

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