Un intelectual independiente. Autora: Pilar Torres Anguiano

“¡Cultiva tu jardín!”
Voltaire

¿Alguna vez han conocido a alguien que vive en su burbuja de cristal, en donde todo es perfecto, pero al asomarse un poco a la calle, descubre lo contrario? ¿O a quien no le importó nunca un rábano este hecho hasta que le afectó directamente? No entiendo en qué país han vivido quienes dicen que hasta ahora es cuando estamos polarizados en México, a lo mejor vivían como Cándido.

“Cándido el optimista”, de Voltaire, es la historia de un chico ingenuo que vive en un castillo, donde su tutor le enseña lo afortunado que es por vivir en ‘el mejor de los mundos posibles’. Pero todo cambia cuando lo echan del castillo y empieza a recorrer el mundo, enfrentándose a todo tipo de desastres: guerras, terremotos, naufragios y la Inquisición. A lo largo de sus desventuras, el pobre Cándido ve que la vida no es tan perfecta como le habían dicho.

A través de su protagonista, Voltaire expone la absurda complacencia frente a las injusticias y sufrimientos del mundo, satiriza al optimismo extremo y a sus promotores.

Podría decirse que, en su camino, Cándido pasa del socrático “Conócete a ti mismo” al revolucionario “Atrévete a saber”, de Kant. La obra culmina con la lección de que, en lugar de especular inútilmente sobre el mal, debemos trabajar en lo que podemos cambiar directamente, porque al cuidar nuestro pequeño rincón del mundo contribuimos a un bien mayor. (Aquí un debate para otra ocasión: ¿“Cultivar tu jardín” es un llamado a la acción y a un cambio que comienza en casa que realmente no se limita a esto?)

Retomando el tema de la pregunta inicial, me gustaría plantear otro ¿En este México polarizado, deberían los intelectuales alinearse abiertamente con una corriente o partido político, o es mejor que mantengan su independencia de pensamiento? Y quienes lo hacen ¿realmente están preocupados por la democracia o por sus privilegios?

Este debate no es nuevo, pero su relevancia se renueva constantemente.

Voltaire es un excelente ejemplo de un intelectual que mantuvo su independencia de pensamiento a lo largo de su vida. El célebre filósofo no se alineó ciegamente con ninguna ideología política específica. En cambio, es un referente innegable para crítica social y la defensa de la libertad de expresión.

Voltaire criticó a la monarquía, la Iglesia, el colectivismo y cualquier forma de dogmatismo que consideraba opresiva. Su independencia le permitió abordar problemas desde múltiples ángulos, ofreciendo una crítica genuina y fundamentada que no estaba atada a intereses políticos específicos. Sin embargo, Voltaire también ha sido criticado por su elitismo y por no haber enfrentado de manera más directa las cuestiones económicas y sociales que afectaban a las clases más desfavorecidas de su tiempo. Sus detractores señalan que, aunque su independencia le permitió criticar el poder, también lo alejó de una acción política más comprometida con el cambio social profundo.

Este filósofo creía que solo una guía ilustrada y una educación basada en la razón podrían redimir la decadencia moral de Europa; desconfiaba de los estamentos privilegiados, que solo procuraban mantener sus privilegios (pero no los llamaba “traidores a la Patria, prensa sicaria o chayoteros”); Voltaire también desconfiaba de las masas, a quienes consideraba peligrosas por su superstición y falta de formación (pero no los llamaba “chairos mugrosos, muertos de hambre o huevones”).

En la actualidad, los intelectuales enfrentan el desafío de influir en la política sin perder su capacidad crítica. Voltaire nos recuerda que el verdadero compromiso con la verdad y la justicia puede exigir una postura independiente, desde la cual se puede iluminar, cuestionar y proponer soluciones a los problemas sociales y políticos de nuestro tiempo. (Voltaire tampoco se autodenominaba intelectual).

Por un lado, alinearse con una ideología política puede ofrecer a los intelectuales una plataforma más amplia para promover sus ideas y alcanzar sus objetivos, influir directamente en la formulación de políticas y en la toma de decisiones.

Por otro lado, la independencia de pensamiento es esencial para mantener la credibilidad y la capacidad crítica de los intelectuales. Cuando se alinean demasiado estrechamente con una ideología, corren el riesgo de ser vistos como propagandistas en lugar de pensadores independientes. Esto puede socavar su influencia y limitar su capacidad para cuestionar y criticar las acciones del partido al que están afiliados o a la candidata de sus simpatías.

La historia nos muestra, a través de figuras como Voltaire, que la independencia de pensamiento puede ser extremadamente valiosa. En un país con tantas desigualdades como el nuestro, los intelectuales deben encontrar un equilibrio que les permita influir en el cambio político y social sin sacrificar su capacidad crítica y su credibilidad.

Voltaire murió el 30 de mayo de 1778, sin llegar a ver la Revolución que sus ideas contribuyeron a inspirar, pero su nombre remite siempre al hecho de que la función de los intelectuales es iluminar, cuestionar y proponer. Para hacerlo efectivamente, deben ser capaces de moverse libremente entre ideas y partidos, sin ser encadenados por una sola ideología, y así desempeñar su papel crítico en una sociedad que siempre necesita voces independientes y reflexivas.

Tal vez Voltaire nos diría que no vivimos en el mejor de los mundos posibles, que no somos Dinamarca, y tampoco una dictadura. Que nos vistamos del color que se nos pegue la gana, pero eso sí: hay que defender el derecho a expresarse. Incluso el de quienes caigan en el “Make Mexico great again”, o el de quienes se avientan a pontificar en tiempo real si alguien está o no del lado correcto de la historia; y también el de los que simplemente cultivan su jardín.

X: @vasconceliana

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