La post-elección 2024: Cuestión de enfoques. Autor: Federico Anaya Gallardo

Confieso, querida lectora, que no sabía cómo abordar el obligado tema de estas últimas dos semanas: el inesperado resultado de la sucesión presidencial mexicana de 2024. Fue inesperado por la impresionante ventaja de la candidata de las izquierdas, Claudia Sheinbaum Pardo; pero también por la contundencia del avance progresista en las gubernaturas. Morena ganó siete de los nueve estados adonde la ciudadanía renovó el poder ejecutivo. (Ya es hora que reconozcamos que el verdadero nombre del viejo DF y actual CDMX debería ser Estado de Anáhuac.)

El obradorismo ganó incluso allí donde los morenistas fuimos incapaces de mantener unidos a los aspirantes a gobernador. En Morelos, quien fuera senadora por el obradorismo durante cinco años (Lucía Meza) rompió con el partido y volvió a los brazos del priísmo-panismo-perredismo local dominado por Graco Ramírez. Quedó con 294,292 votos y 30.76% de la votación, frente a Margarita González Saravia, a quien apoyaron 460,271 sufragios que representan 47.86%… una diferencia de 17 puntos. La debacle opositora llega más abajo: de los 12 distritos para la diputación morelense, Morena se llevó nueve y la oposición de derechas sólo tres.  De los ocho diputados de representación proporcional, la coalición de izquierdas local se lleva cinco (Morena 2, PVEM 1, PT 1 y Panal 1) y la coalición de derechas dos (PAN 1 y PRI 1) –MC se lleva uno. Los cinco diputados federales morelenses de mayoría durante el trienio 2024-2027, serán todos morenistas. Morena se lleva los dos senadores de mayoría (Víctor Mercado y Juanita Guerra) y la derecha obtiene la senaduría de primera minoría (Ángel García Yáñez). En los ayuntamientos morelenses hay más variedad, que refleja el modo en que los grupos hegemónicos en cada localidad negociaron con las dos coaliciones.

Incluso en un estado con un gobernador de derechas muy bien evaluado por su ciudadanía, el Yucatán del panista Mauricio Vila Dosal, Morena ganó. El morenista Joaquín (Huacho) Díaz Mena ganó con 629,394 y 51.48% de la votación, venciendo al panista Renán Barrera Concha que obtuvo 515,478 sufragios y 42.16%. Lo anterior, pese a que Huacho tuvo una campaña difícil, con los medios masivos privados en su contra y que sufrió un grave accidente carretero pocos días antes de los comicios.

Pero todos los datos anteriores provienen de un enfoque general. A ese nivel, Morena aparece como partido dominante –ganando en 31 de las 32 entidades federativas. ¿La excepción? La pequeña Aguascalientes. En un mar guinda una ínsula azul. Sin embargo, las cosas empiezan a complicarse apenas vemos más en detalle. Entre las y los hidrocálidos, Xóchitl Gálvez Ruiz y la coalición de derechas ganó 306,262 votos (46%) frente a 284,706 votos (43%) de Claudia Sheinbaum Pardo y la coalición de izquierdas. Una diferencia mínima.

Las cosas pueden verse muy distintas desde un enfoque parroquial. Y por parroquial quiero decir ultra-local –digamos, a nivel de sección electoral. A mí me tocó ser presidente de la casilla básica de la sección 4540 ubicada en Tabasco 88, Colonia Roma (Distrito 12 en la Cdmx). Para mí, la jornada electoral fue un poco como cierre de un largo ciclo. En ese mismo lugar, pero en la elección presidencial de 1970 (hace 54 años) me tocó acompañar a mis padres y a mi Nana Mary a votar. Se trata de mi primer recuerdo electoral, que se resume a estar en la fila en un día cálido, frente a esa misma casa. Tres adultos me explican de qué se trataba (sólo recuerdo la palabra “presidente”). Me enseñaron sus credenciales de elector –unas cédulas de papel verde, sin foto. Medio siglo copeteado más tarde, allí estaba yo mismo… recibiendo votos y explicando a los niños y niñas que acompañaban a los adultos de qué se trataba. Espero que recuerden, al menos, la misma palabra, pero en femenino: “presidenta”.

En la casilla básica 4540 la jornada electoral fue tranquila. Empezamos algo tarde –lo que alteró un poco más a un vecino que suele estar alterado todos los días– y, cuando entraron primero las personas con discapacidad o de la tercera edad, nuestra mampara se colapsó porque a la primera viejecita votante le dio un váguido. Nada grave, salvo que una de las patas de la mampara golpeó en el tobillo a una monjita que acompañaba a la viejecita. Todo se reportó de inmediato y hasta llegó una ambulancia del ERUM. Viejecita y monjita ya se habían retirado. A media mañana, una compañera se quejó de que unos jóvenes habían estado pidiendo datos a votantes y poniéndolos en una tablet. (Probablemente una encuesta de salida.) Insistió en que se levantara el incidente y lo escribimos en nuestra acta. En resumen, una jornada larga de eventos menores.

Cuando empezó a caer la noche y nos preparábamos para el conteo, descubrimos con cierta preocupación que adonde estábamos no había luz eléctrica. El primer secretario, presuroso, fue a su casa por una lámpara que casi acostada, dio luz a nuestras mesas de escrutinio. Un par de quinqués eléctricos y los celulares hicieron el resto. Yo me tropecé con la lámpara y quedó abollada pero útil. El primer secretario siguió estoicamente en el conteo. Al final, estábamos todos agotados. Al pasar nuestros números a las sábanas, descubrí que había una discrepancia aritmética en los votos de la presidencial. Un error de anotación (probablemente un 113 en lugar de 13 en votos de una de las coaliciones, la de derechas). ¿Volver a contar? No había condiciones y no insistí en el punto. Las otras cinco cuentas eran consistentes. El simple análisis de las actas bastaría para que en el Distrito se corrigiese el error durante el recuento. Así ocurrió. Conclusión: el sistema no es infalible, pero sus candados redundantes son funcionales.

Más allá de esto que te cuento, lectora, sólo puedo reportar que dos dedos de mi mano derecha siguen manchados… diez días luego de los comicios. Maltraté a uno de los tubos de tinta indeleble politécnica y toda falla tiene sus consecuencias. Pese a la mampara rota, la monjita con un tobillo adolorido, el escrutinio a media luz, la inconsistencia aritmética corregida y mi mano derecha tinta en tinta indeleble –la elección fue impecable en la casilla básica 4540. ¿Cómo veíamos las cosas desde allí al acercarse la medianoche de la jornada electoral? Sheinbaum tuvo 165 votos contra 188 de Gálvez (ya restado el error aritmético que te conté) –Máynez 19. En la casilla contigua 4540, Sheinbaum tuvo 161 votos contra 176 de Gálvez –Máynez 28.

Revisando resultados en casillas vecinas, encontré lo que sigue:

En la casilla 4538 básica Sheinbaum tuvo 193 votos contra 229 de Gálvez –Máynez 25. En la casilla 4538 contigua Sheinbaum tuvo 195 votos contra 230 de Gálvez –Máynez 33. (Esta casilla estaba en la casa vieja casi esquina de Álvaro Obregón con Jalapa, Colonia Roma.)

En la casilla 4542 básica Sheinbaum tuvo 141 votos contra 183 de Gálvez –Máynez 30. En la casilla 4542 contigua Sheinbaum tuvo 112 votos contra 214 de Gálvez –Máynez 18. (En esta casilla votó una amiga de otros tiempos.)

En otras palabras, con esta muestra de sólo tres pares de casillas, mi segundo escrutador y yo podíamos imaginar que la Colonia Roma había optado por la coalición de derechas, aunque por un estrecho margen. Entregados nuestros paquetes electorales, los dos llegamos exhaustos y con caras largas a los Taquitos Frontera. ¿Veríamos a Xóchitl Gálvez Ruiz como presidenta de la República?

La taquería tenía prendida la tele en los noticieros de TVAzteca. No decían nada claro. Nuestras caras y ánimos estaban más pesimistas. (Ahora sí, fuera del deber de funcionarios imparciales, podíamos preocuparnos por nuestras candidatas preferidas, Claudia y Clara.) Finalmente salió la consejera presidenta del INE, Guadalupe Taddei Zavala, a dar los resultados del Conteo Rápido presidencial. ¡El resultado nacional favorecía a las izquierdas!

Dos viejecitas estaban comiendo sendos pozoles junto a nosotros. Nos preguntaron si habíamos estado de funcionarios de casilla y al confirmárselos, nos felicitaron. Les explicamos que Xóchitl había ganado en varias casillas de la Roma. Ellas nos dijeron que en su casilla de los Soldominios (Colonia Doctores) había ganado Claudia.

La compañera que nos atendía en la taquería había acudido a votar en nuestra casilla a media mañana. Fue acompañada de su hijo, un muchacho de primaria al que conocí el día que le entregaron sus libros de texto gratuitos. (La comunidad del barrio sigue viendo si su uso ha vuelto comunista al chico. Hasta ahora, nada.) Ella estaba feliz. Nos dijo segurísima: “—¡Hoy ganamos y dentro de seis años, otra vez!” Las viejecitas aplaudieron, aunque por un momento todas y todos en la taquería pensamos que acaso a ellas les será difícil luchar en esa nueva batalla electoral. Una de las ancianitas nos sacó del mal vaticinio: “—¡Por supuesto que ganaremos otra vez!”

Hace medio siglo, a finales de los 1970, El Heraldo de México tenía un anuncio en la tele que nos grabó en la mente la frasecilla Es cuestión de enfoques. Un hombre tenía frente a sí un vaso con agua hasta la mitad. Decía, “Hay quienes ven esto como un vaso medio vacío. Pero hay quienes lo ven como un vaso medio lleno. Verlo así, es pensar positivamente, pensar joven… ¡Cuestión de enfoques!” (Lo puedes ver en YouTube, en la Liga 1.)

Las anécdotas de la jornada electoral vistas desde el enfoque parroquial de mi Colonia Roma y la sumatoria general de los resultados electorales que analicé al principio de este comentario, nos muestran una visión y una realidad mucho más compleja que la del viejo El Heraldo. (Por algo ese periódico terminó cerrando…) En 2024, nuestra realidad socio-política depende de algo esencial: de la participación ciudadana libre, organizada y consciente, cara a cara.

Eso no existía cuando mis padres y mi nana me llevaron a Tabasco 88 el 5 de julio de 1970, cuando ellas debieron escoger entre Luis Echeverría Álvarez (PRI) y Efraín González Morfín (PAN). Recuerdo bien que cuando les pregunté por quién habían votado, las tres me dijeron que el voto era secreto… (Hmmm, debo volver a preguntar a mi ciudadana madre, a ver qué me dice).

El Heraldo jugaba con vasos de agua abstractos al decir “cuestión de enfoques”. Las y los mexicanos de hoy lo hacemos, cada quien, desde nuestros territorios. Y desde abajo, la realidad política siempre es cambiante. Se transforma asegún participamos y –también– asegún las y los candidatos nos representan o dejan de representar.

Un cambio monumental el de este medio siglo, sobre el que deberíamos reflexionar más.

Liga usada en este texto:

Liga 1:
https://www.youtube.com/watch?v=mcW45ojph74

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