Por: Ivonne Acuña Murillo
Mucho se ha insistido en la falta de institucionalización del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), un partido movimiento que dada su juventud y su origen no ha concluido el proceso que le permitiría operar de manera independiente, estable y funcional más allá del liderazgo de quien le formó. Para lograrlo deberá afinar sus estatus, procedimientos y reglas de acceso al poder. Lo ocurrido este viernes 10 de noviembre en que se decidió quienes serían las 9 personas, 5 mujeres y 4 hombres, que competirán el próximo año por una gubernatura, bien podría ser considerado como parte del proceso que lleve a Morena por la ruta de la consolidación.
Para nadie es un secreto que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha prometido retirarse de la política una vez concluido su mandato. Tampoco lo es que un partido cuyos integrantes no siguen sus propias reglas ni tienen liderazgos legítimos reconocidos por la mayoría tiene pocas posibilidades de permanecer en el tiempo. El mejor ejemplo en el caso mexicano es, aunque choque a algunos, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que por siete décadas logró, a partir de un conjunto de reglas, escritas y no escritas, acuerdos entre las bases y las cúpulas, disciplina partidista y espirítu de cuerpo funcionar casi como la maquinaria de un reloj, en el que nadie se movía ni se salía de la foto. ¿Logrará Morena operar de esta manera?
No lo sabemos, pero pudo observarse un esfuerzo importante por ordenar el proceso a través del cual un integrante puede acceder a una candidatura para competir por un cargo público. Para algunos es obra de Mario Delgado, para otros de la misma Claudia Sheinbaum que con una visión científica ha puesto orden en el asunto de las encuestas. Por supuesto, no faltan quienes piensan que todo es obra de López Obrador que como director de orquesta ha ideado y dirigido todo desde Palacio Nacional.
Sobre quien lo pensó y dirigió no queda más que especular. Mientras que la ejecución salta a la vista, por lo que más provechoso será hablar de ello.
Por principio, Morena y su dirigencia han encontrado una manera de sortear la desconfianza que acompaña a las encuentas con las que en los últimos años han repartido candidaturas entre sus filas. Primero, convocando a casas encuestadoras de prestigio a acompañar el proceso a través de las llamadas encuestas espejo, levantadas a la par que la de la de la Comisión de Encuestas del propio instituto político. Método inaugurado para elegir a quien coordina ya la defensa de la Cuarta Tranformación (4T). Segundo, comprometiendo a las y los contendientes, mediante la firma de un acuerdo, a respetar los resultados. Tercero, abriendo el proceso a la opinión pública.
Esta forma de proceder apunta a la transparencia necesaria en toda democracia al tiempo que apela a la vigilancia que de dichos procesos hace la opinión pública, involucrando no solo a los medios de comunicación, tradicionales y alternativos, sino a la ciudadanía interesada en conocer cómo se elige a quien ha de ocupar un puesto público.
Este método ofrece a Morena la posibilidad de “matar dos pájaros de un solo tiro”, por decirlo de algún modo, por un lado, tapar la boca de sus adversarios políticos quienes acusan la opacidad en los procesos internos de selección; y, por otro lado, presionar a las y los de casa a aceptar los resultados de las encuestas con la convicción de que son la militancia, las bases y al final el pueblo quien elige. Es una buena manera de ordenar a las y los de adentro.
Exponer al ojo público el proceso de selección y a candidatas y candidatos aumenta la presión sobre quienes tuvieran la tentación de desconocer el resultado y dar un “marcelazo” o un “berdejazo”, como se dice ahora. Esto permite reducir las protestas al mínimo, toda vez que pocos y pocas quieren ser recordados por no respetar los acuerdos firmados pero, sobre todo, como quien puso por encima de las necesidades del pueblo sus ambiciones personales. “Ambiciosos vulgares” les llama el presidente López Obrador.
Nadie querrá verse, como Marcelo Ebrard Casaubón, en la disyuntiva de pelearse con Morena e irse como posible candidato de un partido menor que no le garantiza el triunfo deseado. Duras palabras las de AMLO ante la indecisión de Ebrard, pronunciadas en la conferencia de prensa del jueves 9 de noviembre:
Con Marcelo tengo este antecedente y ojalá y se dé la unidad, pensando en el proyecto. Si no se piensa en el proyecto, si no se piensa en la nación, no sirve de nada un político, no es más que un oportunista, un convenenciero, un ambicioso vulgar; quien no tiene ideales, quien no piensa en el pueblo, en la nación, es un politiquero, un arribista, un grillo, no puede llamarse político.
Se puede decir, que Morena está siguiendo la estrategia inaugurada por el primer mandatario al inicio de su sexenio, febrero de 2019, cuando las y los profesores de la Sección XVIII del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ocuparon las vías del tren en Lázaro Cárdenas, Múgica, Uruapan, Pátzcuaro, Maravatío, La Piedad y Yurécuaro, en Michoacán, impidiendo el abasto de combustibles, mercancías perecederas y otro tipo de productos en protesta por la falta de pago de la primera quincena de enero y de bonos y prestaciones no pagados desde 2017.
La respuesta del presidente fue contundente: “No vamos a reprimir, no somos iguales. Hay que ver si es la CNTE o quiénes son (los que mantienen los bloqueos), porque nosotros no somos iguales a las autoridades anteriores o a las autoridades que apoyaron la mal llamada Reforma Educativa”. Además de negarse a retirarles por la fuerza de las vías ocupadas el primer mandatario, a pesar de que el pago reclamado no era una responsabilidad del gobierno federal, decidió enviar a Michoacán, a cuenta de las participaciones federales designadas al estado, mil millones de pesos, los cuales eran sólo parte de los fondos necesarios para los pagos correspondientes que debieron ser cubiertos por el gobierno estatal encabezado por Silvano Aureoles Conejo (2015-2021). Hecho lo anterior, AMLO apeló al tribunal de la opinión pública para que observara quién retrasaba la solución del problema: ¿los profesores de la CNTE o él?
En el caso de Morena y su dirigencia, el exponer a dicho tribunal a las y los suspirantes a una gubernatura supondría una doble estrategia: primero, para minimizar la presión que ellas y ellos podrían ejercer en lo oscurito y fuera del ojo público con tal de ser los elegidos; segundo, para minimizar las respuestas negativas en caso de no ser elegidos o elegidas. “Les está mirando la opinión pública” diría López Obrador, así que cuidado con los berrinches, las descalificaciones y las traiciones.
En lo que respecta a las reglas, Morena, a través de su dirigencia, dijo públicamente que la designación de candidaturas no dependía únicamente del triunfo en la encuesta, sino de la paridad de género cuyo criterio se aplicaría respetando lo dispuesto por el Instituto Nacional Electoral (INE) en torno a que cada partido estaría obligado a ofrecer 5 candidaturas a mujeres y 4 a hombres. En este punto, Claudia Sheinbaum no se mantuvo al margen y explicó, en un mensaje a militantes el 1 de noviembre, que a pesar de ganar la elección de su estado, habría hombres que no serían designados pues la precandidatura debería ser ofrecida a una mujer. Es así como, de la ciencia se pasó a la política. Esto es, el ordenamiento científico dado por el ejercicio demoscópico tendría que dar paso, en algunos casos, a una decisión política mediante la cual la ganadora de la segunda posición se quedaría con la nominación. En este punto serán, continuó Sheinbaum, las comisiones de Elecciones y la de Encuestas las que determinarán qué cinco mujeres participarán a partir de las que sean las más competitivas en sus entidades haciendo la comparación entre los nueve estados con base en las reglas que firmaron cada una de las personas participantes.
El 10 de diciembre, mejor conocido como el “súper viernes”, la política se impuso sobre la ciencia y los datos duros que indicaban quién había ganado la encuesta, dando paso al cumplimiento de un ordenamiento hecho por el INE respecto de la paridad de género, lo cual tuvo que evaluarse a la luz del deseo de continuidad del partido en el poder.
Después de horas y horas en que se presentaron las encuestas espejo y la levantada por Morena en relación con cada uno de los estados por los que se competirá el próximo año, se dio a conocer la tan esperada lista. Un triunfo más del partido que tuvo a medios, periodistas y analistas en vilo, parte del día y parte de la noche, alimentando la expectativa sobre quiénes serían las personas elegidas.
Al final, a las 3:30 horas de la madrugada del sábado 11 el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, anunció que, tras aplicar la regla de género, las y los coordinadores para la defensa de la 4T y posteriores candidatas y candidatos a la gubernatura de sus estados son: Clara Brugada en la Ciudad de México (CDMX), Eduardo Ramírez en Chiapas, Alma Alcaraz en Guanajuato, Claudia Delgadillo en Jalisco, Margarita González en Morelos, Alejandro Armenta en Puebla, Javier May en Tabasco, Rocío Nahle en Veracruz y Joaquín (Huacho) Díaz Mena en Yucatán.
Por supuesto, se aplicó la regla de género, sin embargo, sería ingenuo suponer que ese fue el único criterio para designar una mujer donde ganó un hombre, con excepción de las entidades de Morelos y Veracruz donde las precantidatas González, con 20.4% de preferencias, y Nahle, con 16%, fueron claras vencedoras. Sus correligionarios varones que obtuvieron el segundo lugar fueron: Víctor Mercado con el 18.7% y Manuel Huerta con el 15.2% de preferencias, respectivamente.
La elección que más comentarios ha suscitado fue la de Brugada en la CDMX en donde se pensó, dados los resultados de las encuestas previas al súper viernes y la amplia cobertura mediática que se le dio a García Harfuch que él sería el ungido, venciendo el policía a la utopía. Sin embargo, se infiere que la paridad de género fue la salida idónea para corregir el rumbo y atender las críticas internas y externas en contra de la posibilidad de que alguien ligado a la fuerza pública ocupara el gobierno de la capital del país, abriendo la posibilidad a una futura candidatura a la presidencia de la República en 2024. Este es el caso más claro del triunfo de la política sobre la ciencia, pues el ganador de las encuestas fue Omar García Harfuch, con el 40.5% de preferencias, y la designada como precandidata fue la alcaldesa con licencia de Ixtapalapa Clara Brugada, quien obtuvo el 26.7% de preferencias.
Lo anterior se ha interpretado como un triunfo del presidente López Obrador sobre su pupila Claudia, especialmente por quienes están interesados en afirmar que el bastón de mando es de dulce y que la posible futura presidenta de México es una marioneta del máximo líder de Morena. No cabe en sus cabezas, al asumir que García Harfuch era “el candidato” de Claudia y Brugada “la candidata” de AMLO, que en conjunto ambos políticos hubieran analizado la pertinencia de ofrecer la candidatura a la experimentada política con una larga trayectoria en las luchas de la izquierda y no a un recién llegado a las causas populares por más que haya tenido un destacado desempeño en la gestión de la seguridad de capitalinos y capitalinas. Lectura prudente que respondió más a la postura interna de quienes defienden los años de militancia, el trabajo de base y la orientación ideológica que a las presiones de fuera del partido. Por supuesto, puede preguntarse de todos modos ¿qué pesó más la convulsión interna o la guerra sucia externa? Sea cual sea la respuesta, es un hecho que privó la prudencia y que la ciencia, representada por las encuestas, debió rendirse a la política y a una lectura correcta del clima político.
Para quienes quedaron fuera, especialmente para quienes ganaron las encuestas, Mario Delgado ofreció una curul en el Senado de la República, este sería el caso de García Harfuch, quien por otro lado, aceptó la decisión política sin señalar su triunfo en las encuestas. Lo más probable es que, de ganar Sheinbaum, tenga también el ofrecimiento de un lugar en el Gabinete de Seguridad. En circunstancias semejantes quedaron Ricardo Sheffield (24.4%) en Guanajuato y Carlos Lomelí (23.9%), en Jalisco, quienes ganando la encuesta debieron ceder su lugar a Alma Alcaraz (23.4%) y Claudia Delgadillo (18.6%), respectivamente.
Una vez aplicada la regla de paridad 4 hombres, vencedores de la encuesta se preparan para competir, ellos son: Alejandro Armenta, en Puebla, con el 22.3% frente a Claudia Rivera Vivanco que obtuvo el 11.9%; Eduardo Ramírez, en Chiapas, con el 16.3% frente a Sasil de León que se quedó con el 14.7% de las preferencias; Javier May, en Tabasco, con el 51.2% frente a Yolanda Osuna que obtuvo el 14.5% de votos.
Aunque se logró minimizar el descontento, destaca la postura del diputado federal Ignacio Mier, en Puebla, que al no ser el elegido se mostró inconforme y avisó que preguntaría a las y los poblanos su opinión al respecto. Uno más fue el diputado federal Antonio Pérez Garibay, padre de Sergio, Checo, Pérez para mejor referencia, quien molesto y tras calificar de farsa el proceso interno abandonó la reunión una vez supo que quedó en último lugar de las encuestas. Así y todo puede afirmarse que el proceso se desarrolló sin mayores sobresaltos.
Habría que analizar con detenimiento y perspectiva de género las razones que llevaron a las personas encuestadas a darle el triunfo a 7 hombres y tan solo a dos mujeres, teniendo en cuenta el perfil, la trayectoria, el tiempo de participación en política, los grupos de apoyo, el tipo de campaña que llevaron a cabo, para descartar o confirmar un sesgo de género al momento de decidir quién debería encabezar una candidatura en los estados en competencia.
Queda concluir que, si lo vivido el súper viernes es parte del proceso de institucionalización de Morena, en los próximos meses deberán verse nuevas directrices apuntando a ese objetivo. Queda buscar en estas la mano de Claudia Sheinbaum y el posible alejamiento del presidente López Obrador o la conjunción de la estrategia de ambos políticos pavimentando el camino de la continuidad y la construcción de nuevos liderazgos.
Mirada desencantada
Desde una versión vulgarizada del psicoanálisis suele repetirse que no existen los accidentes, las frases mal dichas, las menciones equivocadas, las palabras fuera de lugar, los lapsus o los dislates. No lo sé de cierto, pero lo que le ha pasado a Xóchitl Gálvez, en al menos dos ocasiones, no parece ser casual sino el producto de lo que muy en el fondo, consciente o inconscientemente, piensa del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y los priistas, en general, y de “Alito” Moreno, Alejandro Moreno Cárdenas, líder nacional del PRI, en particular.
Imagínate lo grave que es la situación del país […] que eso nos llevó a buscar las coincidencias con el Partido Revolucionario Institucional. […] yo al PRI le reconozco su capacidad para crear instituciones […] Yo me quedo con ese PRI de buenos priistas […] Hay muy malos priistas que yo no trabajaría, como Bartlett, como ‘Alito’, o como el ahora exgobernador de Hidalgo, Fayad, que se habla de una Estafa Siniestra de 2 mil millones de pesos en Hidalgo, ¿y a poco el gobernador no sabía nada? Pero como lo premian con una embajada, traicionó al estado y a sus principios”.
Y ante los ojos sorprendidos de sus acompañantes de mesa continuó “Tenemos una bola de oportunistas que brincan de un lado para otro. Entonces yo estoy contenta con esta alianza”.
Hasta ahí repartió para todos lados, le pegó al presidente de la República por aquello de la embajada, al exgobernador de Hidalgo, por las acusaciones de corrupción y de paso al PRI y los malos priistas, marca de la cual ya no sabe cómo desmarcarse a pesar de que es uno de los tres partidos políticos del Frente Amplio por México a quienes representa en su camino a la candidatura por la presidencia en los comicios de 2024.
Sin conciencia de que la había regado acusando de mal priista a uno de los tres líderes partidistas que la apoyan, y antes de que siguiera “regando el tepache”, dicen en el pueblo, el priista sentado a su derecha, Rubén Zuarth Esquinca, dirigente del partido en Chiapas, le pasó a Carolina Viggiano una nota, sentada a la izquierda de Xóchitl, para que ella a su vez la pasara a la senadora que de inmediato dejó de sonreír y volteando hacia Viggiano dijo en voz baja: “No, no lo mencioné”; sin embargo, de inmediato trató de sacar la pata que había metido:
…Yo quiero aclarar porque ha habido malos entendidos: tengo un enorme respeto por el presidente del PRI, estoy contenta de ir con el PRI, con Alejandro Moreno, hemos coincidido en sacar adelante al país”.
En “botarga”, perdón “botana”, disculpe usted el lapsus, se ha convertido Xóchitl por su dislate en contra de Alito quien ya salió a decir que: “Es muy sencillo, lo digo: yo he sido y he tenido la oportunidad de transitar en la política, los lapsus mentales de las personas o un comentario que haga nosotros siempre lo respetaremos […] Lo digo categóricamente Xóchitl Gálvez tiene mi afecto, mi respeto, mi compromiso”.
No es la primera vez que la senadora tiene este desliz: el pasado lunes, en una visita a Hermosillo, Sonora, respondió una pregunta similar y al enumerar a varios malos priistas, estuvo a punto de decir con todas sus letras “Alito”, pero corrigió sobre la marcha y sólo alcanzó a decir: “Ali…”.
En definitiva, no se sabe si “la pendejeó”, para usar sus propias palabras, o realmente lo que dijo es lo que piensa de “Alito” Moreno y una de dos, o le salió de lo profundo del inconsciente o lo dijo a propósito para enviar una clara señal a sus posibles votantes en el sentido de que con, malos priistas, entiéndase “rateros”, no se lleva. Vaya usted a saber, pero tanta insistencia “involuntaria” en calificarlo o descalificarlo no puede ser peregrina. Parece claro entonces que, desde su propia clasificación “Alito” Moreno es un ratero, aunque… me asalta la duda, si eso lo libra de ser “un güevón” o un “pendejo”, de esos que afirmó no invitaría a su gobierno, pues a decir de una querida amiga, se puede al mismo tiempo “ser cacarizo y andar en moto”. Decida usted.