La “Cartilla Moral” de Alfonso Reyes: ¿un atentado sexista contra el Estado laico? Autor: Venus Rey Jr.

Cartilla Moral

«Alfonso Reyes, el mejor prosista de lengua española en cualquier época.»
Jorge Luis Borges

Desde que se dio a conocer la distribución de ejemplares de “Cartilla Moral”, de Alfonso Reyes, en los mítines del presidente López Obrador, se ha generado toda una serie de reacciones.

Alfonso Reyes ha sido y es uno de los más grandes escritores que ha tenido México. No en vano causó la admiración de muchos intelectuales en el mundo, y no en vano fue nominado al menos cinco veces para recibir el Premio Nobel de Literatura.

“Cartilla Moral” es un opúsculo, y como tal se lee en unos cuantos minutos. El tema es la filosofía moral, no la religión como unos suponen. Sí, el texto podría lucir anticuado en nuestros días, pero no deja de ser un texto bien construido, con prosa perfecta.

Me llamó la atención que algunos periodistas e intelectuales, al saber que este texto se estaba distribuyendo, criticaron acremente al presidente. Denise Dresser, por ejemplo, tuiteó lo siguiente: “En el lado derecho, la Cartilla Moral que el gobierno promueve/distribuye. En el lado izquierdo, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que está obligado a respetar [un dedo señalando la imagen que aparece abajo de la leyenda que acabo de transcribir y que es la que comenta Dresser]”. La asociación de estas dos imágenes, como si la promoción/distribución del texto de Reyes violara la Constitución, es algo que no acabo de entender. Siempre he pensado, y sigo pensando, que Denise Dresser es una mente brillante y una intelectual de mucho prestigio; pero su tuit me lleva a concebir que: uno, no conoce el texto de Reyes; o, dos, piensa que la moral, o el ámbito de lo moral, se contrapone a los preceptos constitucionales, especialmente los que se refieren al Estado laico. Y la verdad es que no es así.

Por su parte, Jacobo Dayán, analista también muy destacado y de gran prestigio, se preguntó en Twitter lo siguiente: “¿Por qué mejor en lugar de la #CartillaMoral, el gobierno se compromete con el Estado de Derecho? Eso sí es su obligación.” Tampoco entiendo por qué la distribución de “Cartilla Moral” habría de ser un impedimento para que el gobierno se comprometa con el Estado de Derecho. No tienen que ver. Puede perfectamente coexistir el compromiso con el Estado de Derecho y la promoción de las obras literarias de Alfonso Reyes, o de José Vasconcelos, o de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Xavier Villaurrutia, o cualquier otro escritor mexicano importante.

Hubo reacciones de varios legisladores de oposición. Algunos de ellos acusaron que el texto de Reyes se refiere a “el hombre”, y no a la mujer, y que en tal virtud es un texto sexista y misógino. Leí de todo: políticos, periodistas, comentaristas, gente común como usted o como yo, que descalificaban al gobierno y denostaban el texto. También leí tuits de simpatizantes de Morena que, sin conocer la obra de Reyes en general, ni “Cartilla Moral” en particular, defendieron a capa y espada la distribución del opúsculo.

“Cartilla Moral”, como ya indiqué, es un texto muy breve que se lee en pocos minutos. Es un resumen de una cierta corriente de filosofía moral. Hay que ser claros y decir que la filosofía moral, también conocida como Ética (dependiendo si se usa la etimología latina: mores, o griega: ethos), es la disciplina filosófica que estudia el bien; más concretamente, la bondad o maldad de los actos humanos. Moral y religión son dos ámbitos normativos distintos, aunque no por ello excluyentes. Quizá sea esto lo que ha causado la confusión: mucha gente supone erróneamente que moral y religión son lo mismo; peor aún, cuando alguien escucha la palabra “moral”, cree que le están hablando de las clases de catecismo que se impartían en las escuelas católicas españolas en la era de Franco.

Existen posturas éticas basadas en tradiciones religiosas, así como corrientes de pensamiento que prescinden por completo de la religión. La diferencia entre las filosofías morales basadas en tradiciones religiosas y las filosofías morales no basadas en dichas tradiciones estriba en que las primeras sostienen que no es posible establecer parámetros objetivos de bien sin tener a Dios como fundamento; las segundas sostienen que es posible discernir objetivamente el bien y el mal sin la necesidad de un Dios. Así las cosas, ciertas corrientes de filosofía moral pondrían a Dios en la mesa de discusión. No así, a mi juicio, el sumario moral contenido en el texto de Alfonso Reyes. Con ello quiero decir que el presidente no está atentando contra el Estado laico. Quien afirme lo contrario, o bien no ha leído el texto de Reyes, o habiéndolo leído no lo ha comprendido, o habiéndolo leído y comprendido, está descontextualizando ciertos pasajes, como aquel que dice: «La moral de los pueblos civilizados está toda contenida en el cristianismo.» Para los que se oponen al texto, esto es la prueba de que se trata de un escrito dogmático cristiano. Sin embargo, de inmediato se lee: «El creyente hereda, pues, con su religión, una moral ya hecha, pero el bien no sólo es obligatorio para el creyente, sino para todos los hombres en general.» Se omiten, pues, estas líneas. Es verdad que no sólo la moral, sino toda la cultura occidental, está basada y emana del cristianismo. Esto no es una afirmación dogmática, sino un hecho histórico. Quien lo niegue o ignore, cierra toda posibilidad de diálogo y queda atrapado en sí mismo. En este sentido, todos las naciones civilizadas –y no tan civilizadas– de occidente (Estados Unidos, Francia, Alemania, Inglaterra, Italia, España, Canadá, Brasil, Argentina, México, y un largo etcétera) han bebido originariamente en el venero, no sólo moral, sino eidético –conceptual–, del cristianismo. Sostener esto no hace a nadie cristiano. No podemos cambiar los siglos de la historia. En ese sentido debe ser entendida la frase de Alfonso Reyes, aun cuando uno tenga en consideración que también hay naciones civilizadas en oriente, como el caso de Japón, cuya cultura ha bebido de otras tradiciones religiosas, incluso ateas –porque, sepa usted, existen religiones ateas–, como el budismo o el sintoísmo. Pero si hubiese alguna duda, el mismo Reyes indica que el bien es obligatorio para todos, creyentes o no. Desde los primeros párrafos del texto, el autor deja claro que la postura moral de su “Cartilla” no es religiosa: «El bien no sólo se funda en una recompensa que el religioso espera recibir en el cielo. Se funda también en razones que pertenecen a este mundo. Por eso la moral debe estudiarse y aprenderse como una disciplina aparte.»

Se acusa también al gobierno de promover y fomentar la violencia a las mujeres porque el texto de Reyes hace referencia a “el hombre” y nunca a “la mujer”. Es cierto que el texto ya tiene muchas décadas (fue escrito en 1944). Y claro, en la época en que Reyes lo escribió, no se tenían parámetros como los que ahora tenemos en torno a lo políticamente correcto. Es más que claro que al referirse a “el hombre”, Reyes utiliza el sentido genérico: se refiere a la humanidad, a todos los humanos, mujeres y hombres. Si Reyes viviera en nuestros días, seguramente habría utilizado un término más incluyente. Pero como usted y como yo, Reyes fue un hijo de su tiempo. Sería distorsionar dolosamente el texto si asumiéramos que Reyes es misógino y está promoviendo la violencia en contra de las mujeres. Nadie, aun haciendo una reflexión hasta superficial, si se quiere, podría pensar que Reyes exclusivamente se refiere a los hombres. Quien se obstine en ello, de inmediato se auto-incapacita para entender toda la literatura universal.

De acuerdo: “Cartilla Moral” contiene un lenguaje que podría parecernos lejano, anticuado; no lo niego. Pero detrás del lenguaje están las ideas. A final de cuentas una obra literaria utiliza las ideas, así como una obra musical se vale del sonido y el silencio o una obra pictórica se vale de la textura, la perspectiva, la imagen y el color. Por eso una obra literaria puede traducirse a cualquier lengua, porque la palabra no es la idea misma, sino sólo el signo que nos remite a ella. Por eso una obra literaria pretérita conserva sentido a través, ya no digamos de las décadas, sino de los siglos y de los milenios. De modo que no podemos descalificar la obra de Reyes por su lenguaje anticuado.

Podemos estar en acuerdo o en desacuerdo en lo que toca a la promoción y distribución de este texto por parte del gobierno, pero no podemos decir que el presidente esté violando la Constitución por este motivo, ni tampoco podemos sostener que esté atentando contra el Estado laico.

“Cartilla Moral” es uno entre tantos textos de Alfonso Reyes, no el mejor, por cierto. Seguramente fue elegido por el gobierno por su brevedad y sencillez, y porque la filosofía moral siempre es pertinente, más en tiempos tan violentos como el nuestro. Podría decir que suscribo mucho de lo contenido en esta “Cartilla” –quizá lo que tiene que ver con el aseo del cuerpo y el pudor sí necesite una actualización urgente–. Y aun cuando no la suscribiera en absoluto, no me atrevería a censurarla. Al contrario: sería deseable que este texto, perfecto desde el punto de vista de la prosa, y muy ilustrativo como un compendio sumarísimo de filosofía moral, fuera leído por el mayor número posible de mexicanos. Y no sólo este texto. Ojalá que el gobierno promueva muchas de las grandes obras de la literatura mexicana: que en todos los mítines del presidente se distribuyan las grandes obras de nuestra literatura que estén en el dominio público.

Hace algunos años, “Aura”, de Carlos Fuentes, fue censurada a petición del Carlos Abascal, entonces miembro del gabinete de Vicente Fox, por considerarla inmoral. Ahora la situación es similar, pero al revés: una obra literaria es promovida por el gobierno, y esta promoción le vale la censura de ciertos sectores. Yo creo que lo que dijo Carlos Fuentes en aquella ocasión aplica muy bien al opúsculo de Alfonso Reyes:

“Cuando un libro es objeto de un acto de censura como que resucita el libro. ‘Aura’ fue objeto de un acto de censura que yo agradezco, porque gracias a esa censura se multiplicaron las ventas del libro… Las ventas brincaron a 20.000 ejemplares a la semana. Imagínense ustedes, cosa que nos tenía felices a mi editor y a mí”.

Los censores de “Cartilla Moral” están haciendo una gran promoción a esta obra y a su autor. Ahora todo mundo habla de Alfonso Reyes. Yo creo que don Alfonso estaría también, como Fuentes, muy agradecido.

Y para terminar: muchos critican que Reyes hable del alma en su texto. Cualquier filósofo serio estaría de acuerdo en que el alma humana es uno de los conceptos fundacionales y fundamentales del pensamiento occidental. Descalificar la “Cartilla” por este motivo es una barbaridad.

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