De obligada escritura dedicarle unas líneas a Enrique Cisneros, el legendario Llanero Solitito. Fundador de CLETA, poeta y artista popular.
Quiero concentrarme en una de las batallas más importantes que dio: La formación de artistas de teatro populares que supieran acompañar las luchas de la izquierda y del pueblo.
Lo conocí durante el plantón de Reforma. De hecho lo conocí a través de Hugo. Uno de sus repartidores estrella del periódico Machetearte. Un chico que libraba una lucha contra las drogas y que para ayudarse vendía el periodiquito de un peso. Uno de los tantos personajes adoptados por el Llanero.
Más adelante y ya durante las épocas de la usurpación de Calderón, en una de las concentraciones ante la Suprema Corte, me parece que con razón de la lucha por el petróleo, tuve el gusto de intercambiar con el Llanero las primeras palabras. Yo me dedicaba al cabaret y le pedí que me enseñara a trabajar en las calles, que me compartiera más de su experiencia. Me parecía vital lograrlo pues me di cuenta durante estas luchas que el contacto abierto con la gente, el ambiente de las luchas sociales y ponerle alegría a las horas de sol, sudor y por qué no decirlo dolor, eran fundamentales para seguir resistiendo. Un buen momento de alegría que le diéramos al pueblo, daba aliento y ganas de seguir tanto para la gente como para uno que encontraba sentido pleno al arte.
Así que me dio sus libros, uno del origen del CLETA y otro más de poesía y me dijo “léelos y me llamas”. Así lo hice, me fascinó la historia del CLETA y convencida de aprender más sobre la calle, me lancé con él a varios de sus eventos, sus espacios que podían comprender desde el auditorio y oficinas abandonadas de los sindicatos hasta escuelas, preparatorias, auditorios, etcétera. Aprendí muchas cosas pero sobre todo aprendí de él a disfrutar la escena. A él no le importaba que le ganara la risa en sus obras, él mismo me decía que era su sello, que él se lo permitía. Y eso es una de las cosas que me llevo en el corazón. Romper una escena muy seria con su propia risa era regresar todos juntos a la realidad, era juntos transgredir las formas establecidas. Era notable la relación artística y humana que mantuvo con la lucha del SME y con tantas otras, era muy cansado seguirle el paso. Iba con tanta energía siempre. Muchas veces nos mirábamos a quienes convocaba como pensando que estaba loco y que eran luchas perdidas todas. Pero él cual quijote veía tantas otras cosas y nunca, jamás se rendía. No había nada ante lo cual rendirse pues todo era grandioso. Eso era muy sorprendente. Porque él sabía que el arte nunca pierde, que el acto teatral es sumamente poderoso. Me hizo leer Las cinco dificultades para decir la verdad de Brecht y de ellas aprendí muy bien la lección de saber que donde exista un acto de verdadero cabaret, por pequeño que éste fuera, aún frente a dos espectadores, su potencia será la de una bomba atómica. Enrique Cisneros amaba como pocas personas que haya yo conocido el teatro y sabía que viajaba en el vehículo más maravilloso del mundo. Nada podía salir mal nunca para nosotros los teatreros de la calle. Expresar, sembrar conciencia, contactar con el otro, amarlo, mirarlo. Todo un banquete.
Años después me invitó a formar parte de la planta de docentes de su escuela de Teatro Popular, con la materia de Cabaret Popular. La primera vez que se ha impartido esa asignatura como tal en el planeta.
–Pero Enrique ¿diriges una escuela? ¿dónde?
–En la UNAM
–En serio? ¡Wow! Felicidades. ¿En la Facultad de Filosofía? Pregunté emocionada.
–Bueno, nos prestan un espacio en la Facultad de Ciencias
Cuando asistí a mi primer día de clases, lloré conmovida. Enrique había metido todo un programa de licenciatura en un salón de la facultad de Química. Era una locura. Me parecía indignante desde luego que no tuviera un espacio más digno, el salón además estaba ocupado con mobiliario y parecía una bodega. Una vez me tocó dar clases en un cuarto de limpieza. Pero el poder del teatro nuevamente se hizo presente y puedo decir que eran unas clases fabulosas. Los chicos parecían muy motivados y tenían una formación muy completa que siempre incluía el sentido social del arte y en especial del teatro. Enrique odiaba la superficialidad de los artistas que no miran al pueblo. Los chicos egresados de su escuela son fantásticos artistas comprometidos. Mención especial merecen las alumnas de los últimos años, tan combativas que le dieron su jalón de orejas al Llanero para que incluyera la perspectiva de género en su programa. El chiste es que por esta escuela han pasado personas memorables.
Uno de sus logros más importantes fue el Cervantino Callejero. Perseguido por hacerlo unos años, negociado a regañadientes de las autoridades oficiales, otros. Pero él ampliaba los escenarios sin duda para aquellos que serían sistemáticamente excluidos de los teatros del Cervantino. Su Cervantino Off era una fiesta popular, un triunfo del proletariado diría él. Yo también digo lo mismo, fue un gran atrevimiento.
Nos va a faltar su melena blanca recorriendo de arriba abajo dos o tres veces todas las marchas. Su sonrisa cálida y sus ojos pizpiretos. Nos va a faltar quien nos haga un análisis siempre claro de “a favor de quién” y “en contra de quiénes” hacer nuestro arte. Pero sobre todo nos va a faltar quien quiera darle espacio a todxs en los escenarios y en las escuelas de arte. Un mago como él que abra espacios donde no hay nada más que límites, fronteras cerradas y mafias.
Yo te doy las gracias Llanero por haber hecho patente que el arte es para todxs. Hago un llamado para que ahora que se han sumado a las condolencias todas esas figuras y funcionarios, volteen a ver la razón de ser de sus últimos años: La ilustre Escuela de Teatro Popular y ya no permitan que esos maravillosos artistas en formación continúen forjando sus sueños y el arte con el que servirán al pueblo entre escobas, trapeadores y libros olvidados de Química. Merecen espacios dignos y merecen paga sus maestros.
Larga vida al teatro popular y comunitario, ¡hasta siempre Llanero! Nos vemos en la calle.
Adriana
Moles @Adrianamoles1
Facilitadora de
Procesos de Base
a través del Teatro
comunitario.
Jurado Fonca
2018/2019
Fundadora de Zirka
Centro de Estudios
del Humor