CONTRAATAQUE. Autor: david pérez

Si Rusia y Qatar soportaron preguntas duras, México también debe responder, empezando por Guadalajara.

david pérez | IG: @davidperezglobal

El sorteo cerró el mapa de grupos rumbo al Mundial de la FIFA del 2026 y encendió la maquinaria publicitaria, pero la coreografía global tropieza con un dato insoportable, desde 2022, colectivos de búsqueda de personas desaparecidas han localizado al menos 456 bolsas con restos humanos en zonas aledañas al Estadio Akron, sede del Mundial en Guadalajara. La cifra no brota de rumores, la han difundido medios internacionales (Italia, Reino Unido) y regionales.

La relación entre el megaevento y la realidad local siempre es política. Rusia 2018 y Qatar 2022 fueron interpelados en materia de derechos humanos; México 2026 debe soportar el mismo escrutinio. No por gusto sensacionalista, sino porque la proximidad entre sedes mundialistas y sitios de hallazgo de restos humanos expone fallas estructurales del Estado, tales como son la búsqueda, la identificación y las garantías de no repetición.

En Jalisco, los hallazgos recientes en Zapopan —municipio donde está el Akron— encajan en un patrón de fosas y puntos de exterminio documentados en la zona metropolitana de Guadalajara.

La cifra de 456 bolsas no significa 456 personas. Colectivos y forenses afirman que hay fragmentación y concentración secundaria de restos; por lo que el número de víctimas puede ser menor —o mayor— según el avance de los peritajes. Lo que sí significa es una crisis forense viva en el radio de una sede mundialista. Medios italianos como La Repubblica, Sky TG24 y Il Fatto Quotidiano, más los medios estrictamente deportivos que también dieron cuenta de estos hechos al hablar sobre el sorteo del próximo mundial, situaron el dato en el debate público europeo, mientras que medios latinoamericanos lo conectaron con la crisis de desapariciones en Jalisco.

Jalisco es uno de los estados con mayor carga histórica de personas desaparecidas y con indicadores forenses críticos desde hace años. Las propias cuentas locales y universitarias —además de notas de seguimiento— ubican el acumulado estatal por encima de 15–16 mil casos según corte y metodología, con polémicas públicas por recuentos y “actualizaciones” de cifras. La disputa estadística no borra la evidencia material de que las fosas siguen ahí.

Mientras tanto, la FIFA afina el libreto del espectáculo. Guadalajara albergará cuatro partidos de fase de grupos en el Akron; la designación y fechas están en las páginas oficiales y parrillas de medios deportivos de Estados Unidos. El dato importa por una razón sencilla, donde hay Mundial habrá flujo masivo de turistas, inversión y cámaras. La pregunta es si habrá, además, memoria y responsabilidad.

En este escenario, me parece importante dirigir este contraataque hacia el blindaje narrativo que hace pasar por «hecho aislado» lo que es una problemática estructural. No son «hallazgos de último minuto» por morbo pre-Mundial. Los colectivos de familiares de personas desaparecidas y la prensa llevan años documentando sitios de inhumación clandestina en esa área metropolitana. Que el conteo de bolsas se haya vuelto noticia mundial ahora no invalida el trabajo local previo, más bien exhibe que el relato global del fútbol sólo voltea a algunas capas de la realidad cuando el rating lo amerita.

Contra algunas objeciones

— «Es explotación mediática porque el estadio no está relacionado».
Nadie acusa al estadio; se exige contexto. Cuando una sede mundialista está a pocos kilómetros de los puntos de hallazgo, el estándar de debida diligencia se eleva: información pública, planes de atención a víctimas, cooperación forense y garantías de seguridad para asistentes y comunidades. Así operó el escrutinio en Rusia y Qatar, por motivos distintos.

— «Las cifras son confusas».
Precisamente por eso el foco está en la capacidad forense y la transparencia. Contar bolsas no es contar personas, pero ocultar bolsas no devuelve a nadie. La obligación estatal y federativa es identificar, informar y restituir, con acompañamiento internacional cuando haga falta.

— «El Mundial no debe politizarse».
El Mundial ya es política porque implica contratación pública, movilidad, diplomacia, turismo, proyección de ciudad. Si la marca «Mundial 2026» o la marca estado «Gobierno al estilo Jalisco» o la marca ciudad «Guadalajara Guadalajara» sirven para atraer inversión, deben servir también para elevar estándares en materia de derechos humanos.

¿Qué debería ocurrir antes de que ruede la pelota del Mundial?

Mesa pública de verdad y memoria en Guadalajara con participación de colectivos de búsqueda, Fiscalía de Jalisco, Comisión Estatal y peritos independientes. Publicación de diagnóstico de sitios cercanos, calendario de identificación y reporte mensual abierto.

Protocolo FIFA para las sedes que no sea sólo decorativo. Un capítulo específico sobre la crisis forense y desaparición de personas en los planes de legado, con metas verificables como el financiamiento a laboratorios, el apoyo logístico a peritajes y la cooperación técnica internacional.

Señalización y pedagogía pública. La ciudad anfitriona no puede conformarse con sólo vender folklore, sino que necesita reconocer su estado de duelo permanente. No para estigmatizar, sino para impedir el olvido.

Transparencia estadística. Si el Estado afirma disminución de reportes, que lo pruebe con series homologadas y auditorías externas; en paralelo, que explique reclasificaciones y «actualizaciones» que alteran conteos.

Advertencia: me temo que nada de esto va a ocurrir.

El evento y la realidad

Que nadie se confunda, sí habrá fiesta. Pero las ciudades sedes no pueden ser tratadas simplemente como «zonas para fans». En el mismo territorio que ofrece los estadios, la hotelería y los traslados, allí mismo hay familias que buscan y hay peritos desbordados.

Si Rusia y Qatar soportaron preguntas duras, México también debe responder, empezando por Guadalajara. No vamos a bajar la vara de medir sólo porque ahora toca en nuestra casa, por más que esta esté en un contexto completamente diferente.

Por supuesto que el Mundial no arreglará la crisis forense. Pero, puede —y debe— impulsar algunas capacidades, como por ejemplo, más identificación, mejor coordinación, menos simulación. Lo contrario sería convertir el torneo en maquillaje. Y a estas alturas, el maquillaje ya ofende.