José Reyes Doria | @jos_redo
Las crónicas revelan una presión intensa del régimen sobre el Fiscal General de la República para obligarlo a renunciar. Alejandro Gertz Manero resistió unas horas, pero acabó doblándose ante el poder ,de la 4T. Antes de formalizar su renuncia, Gertz aceptó nombrar a Ernestina Godoy en un cargo en la FGR, que le permitirá a la Consejera Jurídica de la Presidencia ser Fiscal interina y colocarse en la primera línea para ser nombrada foralmente titular de esa dependencia estratégica.
Se trata del primer gran manotazo en la cúpula del gobierno de la llamada Cuarta Transformación. La FGR tiene una relevancia superlativa en la estructura del gobierno federal, pues se encarga de la investigación de delitos, grupos criminales y demás conductas delictivas de gran envergadura. En términos llanos, es la dependencia encargada de procurar justicia. La FGR, además, cuenta con autonomía desde 2019, no depende formalmente del Ejecutivo Federal y su nombramiento y remoción requieren la aprobación de las dos terceras partes del Senado de la República.
Gertz fue el primer Fiscal autónomo, propuesto por AMLO y ratificado por el Senado en 2019. Su gestión terminaba en 2028, pero ayer fue destituido. Formalmente renunció, sin embargo, es evidente que se trató de una destitución fulminante.
En el debate público surgen dos preguntas, cuyas respuestas ayudarían al sano ejercicio de la especulación sobre los equilibrios políticos en el seno del régimen de la 4T. La primera cuestión es ¿por qué cayó Gertz? La segunda pregunta es ¿quién o quiénes tomaron la decisión de destituirlo?
1.- Las causas de la caída de Gertz. El Fiscal defenestrado siempre ha sido ave de tempestades. Cuauhtémoc Cárdenas lo nombre secretario de seguridad en la CDMX en 1998, y la lectura que quedó es que Gertz actuó de acuerdo a sus propios intereses. Vicente Fox lo nombró en el mismo cargo, pero en el gobierno federal en el 2000, y también defraudó al panista, pues Gertz privilegia siempre su agenda personal y de grupo. Con esos antecedentes, AMLO lo propuso para titular de la FGR.
La interpretación predominante es que, en el primer gobierno de la 4T, Gertz favoreció su propia agenda, pero a la vez, fue funcional a los intereses del presidente López Obrador. Recordemos que el Fiscal utilizó su poder para venganzas personales realmente escandalosas, que se peleó con personajes relevantes de la 4T, y siempre sostuvo una postura hostil o contraria hacia el gabinete de seguridad del gobierno de la República, incluso con mayor intensidad en el actual sexenio de la presidenta Claudia Sheinbaum, en particular los desencuentros con el secretario de seguridad Omar García Harfuch.
En términos de poder real, de funcionamiento efectivo del aparato de gobierno, la FGR y otros órganos con autonomía constitucional, no son del todo autónomos. Mejor dicho, rara vez ejercen su autonomía e independencia ante asuntos o temas que son cruciales y estratégicos para el régimen, pues el poder de éste se impone para garantizar resoluciones o acciones convenientes.
Gertz, en el sexenio de AMLO, se condujo bajo esos parámetros: respetó las prioridades de AMLO, pero también dio rienda suelta a sus asuntos personales y a sus ánimos de venganza con todo el mundo. Sin, embargo, no se puede identificar algún asunto delicado, donde se trasluciera un desafío importante contra el gobierno de López Obrador.
Las cosas se perciben distintas en el gobierno de Claudia Sheinbaum. De entrada, se ha intensificado la rivalidad contra Harfuch, lo cual tiene efectos perniciosos en el sistema de justicia, por la relevante función de ambos. Lo más delicado, ha sido la percepción de que Gertz ha filtrado información sobre investigaciones de alto nivel que han sacudido a la clase política. Las filtraciones sobre los hijos de AMLO, sobre la Barredora y el senador Adán Augusto López, sobre el mega caso del huachicol fiscal, o recientemente sobre el duelo del concurso Miss Universo; son acciones que incomodan enormemente a los distintos grupos del bloque gobernante.
Como sea, la agenda y el estilo de Gertz resultaban ya sumamente disfuncionales para la estrategia de seguridad de Sheinbaum, y la animadversión personal con Harfuch hacían insostenible la presencia de Gertz al frente de la FGR. La lógica de filtraciones, amenazas y condicionamientos de la cabeza de la FGR orilló a su destitución fulminante.
2.- Pero, quién decidió la caída de Gertz: ¿AMLO, Claudia, Adán, Harfuch? El operador político de la destitución fue el senador Adán Augusto López. Así correspondía formalmente, toda vez que es el coordinador de la mayoría morenista en el Senado. Pero en el análisis no debe escapar el dato de que Adán es uno de los brazos políticos que AMLO dejó sembrados en posiciones estratégicas en el gobierno de Sheinbaum.
De igual forma, hay que considerar que la mayoría de los expedientes filtrados por Gertz en el actual sexenio afectan a personajes ligados fuertemente a AMLO. Tal es el caso de los temas de la Barredora y el huachicol fiscal. Entonces, podría pensarse que la idea de destituir al Fiscal vino de Palenque, que López Obrador decidió cesarlo a fin de evitar que Gertz escalara su agenda de filtraciones; a la vez, AMLO habría actuado para enviar un mensaje intimidador en el sentido de que tiene los hilos para poner y quitar.
Pero la Presidenta también tendría razones para destituir a Gertz. Como ya se dijo, la hostilidad del Fiscal contra Harfuch, y contra la estrategia de seguridad, serían razones suficientes para promover la caída. Es verdad que las filtraciones, las acciones y omisiones de Gertz, en gran medida golpeaban y debilitaban a personajes afines a AMLO, y que, por lo mismo, generaban espacios de posicionamiento para Claudia y su equipo en la disputa de poder con el obradorismo, pero también es cierto que esa presunta línea de golpeteo implica grandes riesgos y que generaría una gran influencia al propio Gertz Manero, ambos escenarios inadmisibles.
Pudo haber sido, también un manotazo conjunto. Es decir, un acuerdo entre la Presidenta y AMLO para destituir a un fiscal que dejó de ser funcional para convertirse en un riesgo en materia de seguridad nacional. Ambos, la Presidenta y el Ex, salían beneficiados de esa destitución.
El eventual nombramiento de Ernestina Godoy como Fiscal sucesora, apunta a que el manotazo fue acordado por AMLO y Sheinbaum, pues Godoy es una persona que se observa como cada vez más cercana a la Presidenta, pero que tiene una buena línea de comunicación con López Obrador.
En todo caso, lo que se observa en el contexto de este mantazo, es que no se trata todavía de un gran golpe de timón de la Presidenta para concentrar los hilos determinantes del poder político. No hay condiciones para ello todavía. Los resortes del poder gravitan en torno a diversos polos como el propio AMLO, pero también en las coordinaciones parlamentarias, en las gubernaturas, en el partido, en los poderes fácticos empresariales, contratistas, tribus.
La figura que, hoy, por razones obvias de formalidad y poder, concentra más poder político es la Presidenta. Pero todavía no tiene el volumen de poder suficiente para imponer su agenda. El golpe a Gertz, aunque compartido o condicionado, es un avance en esa dirección, pero no es, todavía, un golpe de timón claudista.





